El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Gálatas 5:22-23
Cuando cumplimos los requerimientos de la palabra de Dios de andar en el Espíritu, el resultado es que en nuestra vida aparece su fruto con sus nueve componentes. Observe que la Biblia no dice “Los frutos (Plural) sino el fruto (singular). ¿Por qué?, porque este proceso hay que mirarlo como un todo, crecen juntos en la vida cristiana. “O se tienen todos o no se tienen ninguno, es un racimo”.
El fruto del Espíritu, representa la misma naturaleza del señor Jesucristo y cuando se reproduce en la vida del creyente, este se identifica con el carácter de Jesús.
El carácter de los demonios es todo lo opuesto al carácter de Jesús. Ellos entran en una vida con el fin de proyectar su naturaleza malvada a través de esa persona. Cuando se libera una persona se produce la expulsión los demonios que han degradado la imagen de Dios en esa vida. El Espíritu Santo en su labor santificadora sustituye ese carácter torcido por el fruto del Espíritu que es el carácter de Jesús. A menos que entendamos esto, y se constituyan en una meta en la vida, los beneficios de la liberación se perderán INMEDIATAMENTE.
Mas, ¿Cómo desarrollamos el fruto del Espíritu Santo dentro de nosotros?. Quizás aplicando un proceso intelectual entendamos los valores del gozo, el amor etc., comencemos a desarrollar actitudes, de amor y gozo, pero la labor del Espíritu es algo mas que un proceso intelectual. De hecho, la palabra “Deseo” (“epytimia”. gr) se refiere a un sentimiento o emoción profunda y fuertemente arraigado en la vida del ser humano y no solamente un proceso de carácter intelectual.
Lo que esta diciendo Pablo es que el Espíritu Santo va produciendo esos deseos Espirituales dentro de nosotros y nosotros debemos ceder a sus demandas a medida que el E.S los va produciendo en nosotros. Entonces la humildad mata la soberbia, la generosidad mata la avaricia, la paciencia hace lo mismo con la ira, la templanza reemplaza la gula, la caridad la envidia, y un escudo protector se forma en la vida del creyente “Contra el cual no hay ley”
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