miércoles, 14 de enero de 2009

El reino futuro de Cristo.




I .DIFERENTES INTERPRETACIONES DEL REINO FUTURO DE CRISTO


Existen tres interpretaciones importantes en relación al concepto de reino milenial. El punto de vista premilenial interpreta las Escrituras diciendo que la segunda venida de Cristo será primero, y luego vendrá un reinado de Cristo de mil años sobre la tierra antes de que el estado eterno de un nuevo cielo y una nueva tierra sea establecido. Se llama premilenial, porque pone la venida de Cristo antes del reino milenial.
El segundo punto de vista es el amilenialismo, que niega que haya un reino milenial literal sobre la tierra. Generalmente hablando, este punto de vista sostiene que Cristo vendrá en su segunda venida e inmediatamente dará paso a los nuevos cielos y a la nueva tierra sin que haya un reinado de mil años. Este punto de vista interpreta muchos- pasajes del Antiguo y el Nuevo Testamentos que se refieren al reino milenial como predicciones que se están cumpliendo en forma no literal, ya sea en la experiencia actual de la iglesia sobre la tierra o la experiencia de la iglesia en el cielo.
Un tercer punto de vista es el postmilenialismo. Esta interpretación cree que en la edad actual se verá el triunfo del evangelio en el mundo y así se introducirá una edad de oro cuando hasta cierto punto se cumplirán la justicia y la paz profetizadas para el reino milenial. Es llamado postmilenialismo porque considera que la segunda venida de Cristo será el clímax de la edad de oro, y pondrá fin al milenio. El postmilenialismo conservador representa un reinado supremo de Cristo sobre los corazones de los hombres por un período literal de mil años. El postmilenialismo más liberal es similar a los puntos de vista de la evolución y considera un avance gradual en el progreso del mundo que culmina en una edad dorada. Debido a todas las tendencias de la historia del siglo xx, ha habido poca base para creer que la causa de Dios será prosperada en el mundo por medios humanos, y la mayoría de los intérpretes de la actualidad son amilenialistas o premilenialistas


II. EL SIGNIFICADO DE “REINO”

La palabra “reino” en las Escrituras significa exactamente lo que indica el uso en español corriente, el dominio de un rey. Dentro de este significado, la palabra puede denominar un territorio de un rey, con toda la gente incluida, o puede referirse al gobierno que el rey administra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el territorio de países como Noruega y Holanda era, en un sentido, el “reino” de sus monarcas, pero en otro sentido no lo eran. Existía un “reino en exilio”. El rey en exilio no ejercía sus poderes reales en forma completa. En cada país había también una cantidad de personas secretamente leales a su rey, que se podía considerar el “reino” verdadero. El estudioso encontrará en las Escrituras ilustraciones de todos estos sentidos de la palabra “reino”.

A. Las palabras diferentes no indican aspectos diferentes

De hecho, se encuentra que la frase particular que se usa, sea el reino de Dios, el reino de Cristo, el reino de los cielos, o simplemente el reino, no indica nada sustancialmente diferente. Hay distintos aspectos del reino soberano de Dios, pero el aspecto no puede ser identificado con cierta frase. Es el contexto que siempre indica el significado preciso. Se encuentran casos en que, en el mismo sermón, como relatado en Mateo, Marcos, o Lucas, mientras Mateo usa la frase “reino del cielo”, como algo natural para los judíos, Marcos y Lucas usan la frase “reino de Dios”, como algo que entenderían mejor los gentiles (compare Mateo 4.17 con Marcos 1.15, y Mateo 5.3 con Lucas 6.20).

B. El reino universal de Cristo

Cristo es el Hijo eterno de Dios, igual al Padre, y de la misma sustancia del Padre y del Espíritu. En este sentido, puede ser denominado “Rey”, con referencia al universo o a cualquier fase o aspecto de la creación total.

C. El reino espiritual de Cristo

En el sentido de seguidores secretos en tiempo de guerra, los creyentes ahora están en el “reino” de Cristo. Existe una diferencia por supuesto, que durante una guerra, los seguidores tienen que mantener su anonimato debido a la debilidad del gobierno del rey verdadero. El hecho de que Cristo ahora no está gobernando activamente en este mundo, y haciendo respetar Su ley en todos los asuntos humanos, no está basado en alguna debilidad de Su gobierno, o de Sus poderes, sino que se debe solamente a Su gracia y a Su paciencia. En otro sentido, los que han nacido de nuevo en este mundo son semejantes a los seguidores leales durante una guerra, y es en este sentido que se dice que están en el reino de Cristo. Pablo escribió a la iglesia en Colosas, “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado hijo” (Colosenses 1.13). Este indica claramente que estamos en el reino de Cristo. El mismo pensamiento está en el tercer capítulo de Juan, en la conversación entre Cristo y Nicodemo. “Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. ... De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3.3,5). Con estas palabras, se indica claramente que el que ha nacido de nuevo ha entrado al reino de Dios. La fase espiritual del reino de Cristo, al cual uno entra cuando nace de nuevo, es lo que interesa a Pablo cuando dice, “porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo” (Romanos 14.17). La misma fase de soberanía divina es llamada “el reino de Cristo y de Dios” en Efesios 5.5.

D. Cristo en el trono de David

El hecho de que el reino de Cristo es verdaderamente judío y davídico debe ser muy claro para todo estudiante de la Biblia. Las profecías del Antiguo Testamento son explícitas. Vea Isaías 9.6,7; 22.22,23; Jeremías 30.9; Ezequiel 37.24; Oseas 3.5; Amós 9.11; Salmo 89.3,4; 132.10,11, etc. Las confirmaciones del Nuevo Testamento son igualmente claras. Vea las genealogías de Mateo 1 y Lucas 3. El ángel del anuncio declaró, “el Señor Dios le dará el trono de David su padre; y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin” (Lucas 1.32, 33). Vea también Mateo 9.27; 21.9; 22.41-46; Juan 7.42; Hechos 2.25-36; 13.22, 23, 34, 36,38; 15.6; Romanos 1.3; 2 Timoteo 2.8; Apocalipsis 5.5; 22.16, etc.) Frecuentemente se opone a esta verdad. El término, la “escatología judía” ha sido usado en forma despectiva. Pero no tenemos otro evangelio que no sea el evangelio judío (Gálatas 3.29). Solamente somos cristianos si hemos sido injertados en la “raíz” de la fe de Abraham (Romanos 11, passim, etc.).El reino davídico de Cristo no es un asunto de favoritismo, de favorecer a una raza sobre otra, sino que es un asunto de aceptar que a ellos “les ha sido confiada la palabra de Dios” (Romanos 3.2). Así el reino futuro de Cristo tendrá continuidad histórica con el canal principal de revelación (Romanos 9.6; 11.25-36).

E. Jesús como rey de los judíos

La referencia a Jesús como rey de los judíos en Su juicio ante Pilato incluye tanto el aspecto presente de Su reino como el aspecto futuro catastrófico. La acusación que los sumo sacerdotes trajeron a Pilato está basada en Su afirmación delante de las autoridades judías (Mateo 26.64; Marcos 14.62; Lucas 22.67-70), de que era el Hijo del Hombre, que “desde ahora” lo verían descendiendo en las nubes del cielo (Mateo y Marcos), y que “se sentaría a la diestra del poder de Dios” (Lucas). En ninguno de estos relatos se le llama a Jesús “rey”, pero en los tres, Él reclama derechos divinos. (La acusación de que era el “rey de los judíos” se hizo ante Pilato). Las palabras de Mateo y Marcos son una alusión a Daniel 7.13, y son introducidas en Mateo con la frase adverbial aparti, que no necesariamente significa desde este mismo momento en adelante, pero sí indica que Su futura venida en las nubes se esperaba en el futuro cercano. Lucas 22.69 se refiere a Salmo 110.1 y es introducido con la frase adverbial apotou nun, que significa desde ahora en adelante. Mientras Su venida en las nubes es algo que se espera, su posesión de omnipotencia no es algo que demore, sino algo eterno. Como prefacio a la Gran Comisión, Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mateo 28.18). Después de la ccifixión, Jesús asumió de nuevo el lugar omnipotente a la diestra del Padre que había sido suyo desde la eternidad. Nunca debemos suponer que era algo nuevo para Jesús “sentarse a la diestra del poder de Dios”, asumiendo su omnipotencia. Tal opinión sería una forma de la herejía de “adopcionismo”. Las palabras, “desde ahora” no significan que su omnipotencia no haya sido eterna, sino que hay una nueva revelación en la manifestación del programa de redención. Es obvio que las autoridades judías habían distorsionado la afirmación de Jesús, que era el Mesías, el Hijo de Dios, como si fuera una amenaza contra la autoridad de Roma. Las primeras palabras de Pilato a Jesús acerca del tema se expresan en exactamente las mismas palabras en los cuatro evangelios, y ha sido interpretado uniformemente como una pregunta, “¿eres tú el rey de los judíos”? (Mateo 27.2, 11-14; Marcos 15.1-5, Lucas 23.1-5, Juan 18.28-38). Sin embargo, un estudio cuidadoso del texto me convence de que estas palabras deben ser interpretadas, no como una pregunta, sino como una acusación. En el relato de Juan, que es más completo que el de los demás, leemos,

33 Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos? 34 Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí? 35 Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho? 36 Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 37 Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. 38 Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad?

En esta conversación, tenemos referencia al reino futuro de Cristo, que viene en forma catastrófica, y que no es de este mundo. Pero también tenemos referencia a Su reino espiritual en su Afirmación de que vino a este mundo a testificar de la verdad, y que los que son de la verdad escuchan Su voz. El reino de la verdad es el reino espiritual mencionado en la conversación con Nicodemo y en otros pasajes. Cuando uno nace de nuevo, entra este reino por la fe.

F. El mundo como el reino de Cristo

En la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13.24-30, 36-43), el mundo entero es considerado el reino de Cristo. La parábola se introduce con las palabras, “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo” (v. 24). El “campo” es el área donde el trigo y la cizaña crecen. En la interpretación de Jesús, dice explícitamente que “el campo es el mundo” (v. 38). Después sigue diciendo que el campo, que es el mundo, es Su reino. “De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”(vv. 40-42). No solamente llama el campo, donde el trigo y la cizaña han crecido juntos, Su reino, sino también denomina esta área como el reino de Dios. “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (v. 43).

G. El reino futuro, el mundo

En relación con el hecho de que el mundo entero es, y siempre ha sido, en cierto sentido, el reino de Cristo, debemos siempre recordar que las Escrituras indican también claramente que hay un reino futuro de Cristo. Hay un sentido nuevo en que el mundo será su reino. En el Padre Nuestro se nos enseña a orar, “venga tu reino, hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. En el Apocalipsis, al sonar la séptima trompeta, una voz celestial declara, “los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de Su Cristo” (Apocalipsis 11.15). Las palabras “han venido a ser”, egeneto, describen un evento en el tiempo. Debemos entender, entonces, que el hecho de que Cristo está reinando ahora en un sentido sobre el universo entero, esto no niega las predicciones de un reino futuro en este mundo.

III. APARICIONES SIMBÓLICAS DE REALEZA

Hay dos incidentes en la vida terrenal de Cristo que debemos entender como símbolos del futuro reino. Uno es la transfiguración, y el otro es la entrada triunfal en Jerusalén. En los dos eventos, vemos al individuo que tiene todos los derechos de soberanía absoluta, manifestando esos derechos en forma limitada pero segura.

A. La transfiguración

Hemos visto arriba en la discusión de la transfiguración, en relación con el estado intermedio, que los sinópticos presentan esta experiencia como una visión del “hijo del hombre viniendo en su reino” (Mateo 16.28), o del “reino de Dios venido con poder” (Marcos 9.1,Lucas 9.27). Hemos observado que Cristo mismo se manifestó en esta experiencia como se manifestará en Su segunda venida gloriosa. También hemos visto que Moisés, quien murió y que será resucitado de entre los muertos, y Elías, quien fue trasladado sin morir, pueden entenderse como figuras representativas, representando a los santos que serán resucitados de entre los muertos y los que serán hechos inmortales sin morir. Así la transfiguración fue una experiencia simbólica del reino futuro de Cristo.

B. La entrada triunfal

La entrada triunfal de Cristo a la ciudad de Jerusalén también es una prefigura de Su reino futuro. El relato está incluido en los cuatro evangelios (Mateo 21.1-11, 14-17; Marcos 11.1-11; Lucas 19.39-44; Juan 12.12-19). Los cuatro dicen que la multitud gritó con las palabras del Salmo 118.25,26 (Mateo 21.9; Marcos 11.9,10; Lucas 19.38; Juan 12.13). La palabra “hosana” viene del hebreo, y es una oración pidiendo salvación. Refleja las palabras traducidas, “sálvanos ahora”, en la versión española del salmo. Tanto Mateo como Juan (Mateo 21.5; Juan 12.14,15) afirman que la forma en que Jesús entró a Jerusalén fue el cumplimiento de la profecía de Zacarías 9.9, “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna”. Mateo incluye las palabras,“he aquí tu rey viene a ti”, y Juan incluye lo mismo, “he aquí tu rey viene”. Después de la cita del Salmo 118.25,26, Marcos agrega,“¡Bendito el reino de nuestro padre David!” (Marcos 11.10). Juan agrega en el mismo contexto, “¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!” (Juan 12.13). Lucas inserta la palabra “rey” en medio de su referencia al Salmo 118.25,26, “bendito el rey que viene en el nombre del Señor”. Así es abundantemente claro que los cuatro evangelios consideran la entrada triunfal de Cristo a Jerusalén como una manifestación de Su dignidad real. Esta majestad es reconocida en términos de la profecía judía y davídica. Según los relatos de Mateo y Lucas (Mateo 21.15-17; Lucas 19.39,40), Jesús aceptó francamente las alabanzas reales de la multitud, incluyendo su interpretación de la profecía de Zacarías 9.9, y rehusó reprender a los que lo consideraban rey. Los evangelios sinópticos indican que la purificación del templo vino poco después de la entrada triunfal. Esta acción simboliza lo que hará Jesús cuando vuelva. Tal como “enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad” (Mateo 13.41), así echó del templo todo lo que era contrario a la adoración verdadera de Dios.

C. Las apariciones simbólicas no son el reino

Debe ser obvio que la transfiguración y la entrada triunfal, con la purificación del templo, son símbolos del reino futuro, y no el verdadero comienzo del reino que pedimos en el Padre Nuestro. Cristo no está siendo las funciones gubernamentales de un rey efectivo en la tierra ahora. No está haciendo cumplir la ley moral de Dios, y no está administrando los asuntos de las naciones del mundo, como un rey las administra activamente en su reino. Al contrario, esta es una época en que pacientemente espera que los elegidos se arrepientan que crean. Satanás es ahora el “dios de este siglo”, y se le permite “cegar el entendimiento” de los incrédulos, tratando de impedir que reciban el evangelio (2 Corintios 4.4). Concluimos que la transfiguración y la entrada triunfal eran anticipos del reino futuro y no el comienzo propiamente tal.

IV. LOS SANTOS REINARÁN CON CRISTO

A. Las promesas seguras

Las Escrituras afirman repetidamente y enfáticamente que los santos reinarán con Cristo. “Palabra fiel es esta: Si somos muertos con él, también viviremos con él; Si sufrimos, también reinaremos con él; Si le negáremos, él también nos negará” (2 Timoteo 2.11,12). En la escena celestial en Apocalipsis 4 y 5, los seres celestiales alrededor del trono de Dios alaban al Cordero diciendo, “y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5.9,10).

B. No en esta época

No hay ninguna instancia donde las Escrituras describan a los santos como “reyes” en esta vida presente. Donde se les llame “reyes” en Apocalipsis 1.6 y 5.10, el texto correcto dice “un reino”. La frase, “sacerdocio real” en 1 Pedro 2.9 no prueba que seamos reyes en esta vida presente, tal como las frases como “flota real” o “guardia real” no significan que los miembros de estos servicios sean “reyes”. El sacerdocio de los santos en esta vida es enseñado, pero el reinado con Cristo es algo que tiene que esperar Su segunda venida. Se espera sufrimiento y tribulación en la vida presente. Santiago dice, “Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor. Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía. Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5.7,8. Ver también 1 Tesalonicenses 1.4-10). En las cartas a las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3, son los “vencedores” que reciben el premio de reinar con Cristo cuando . “Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre” (Apocalipsis 2.26,27). “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono” (Apocalipsis 3.21). Los mártires resucitarán y reinarán con Cristo mil años en su reino milenial (Apocalipsis 20.4,5). En la “nueva tierra”, los santos reinarán con Cristo para siempre (Apocalipsis 22.5). El reinado futuro de los santos con Cristo es el cumplimiento del plan de Dios para el hombre, y es la función que Dios dio originalmente al hombre cuando lo creó a Su imagen. El pacto original, por el cual el hombre tenía que reinar sobre la creación, está establecido en Génesis 1.26, 28-30, y es repetido para Noé en Génesis 9.1-10. También se menciona en el Salmo 8, y en Hebreos 2.5-9 se explica que fue cumplido en Cristo.

C. Una promesa de Cristo


Cuando Jesús se acercaba a Jerusalén en Su último viaje allá, se escribe que Pedro preguntó, “He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido; ¿qué, pues, tendremos”? (Mateo 19.27,28). “Y Jesús les dijo: De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre
se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel”.En esta declaración de Cristo, la palabra para “regeneración” es explicada por una palabra parecida en el sermón de Pedro cuando fue sanado el cojo (Hechos 3.19-21). Pedro urge al arrepentimiento para el perdón de los pecados, y continúa, “Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.” Evidentemente, en estos pasajes, las palabras “regeneración” “restauración de todas las cosas” se refieren al mismo conjunto futuro de eventos.

D. Romanos 8:17ss

Encontramos el mismo concepto en el capítulo ocho de Romanos, pero expresado en otras palabras (Romanos 8.17-26). Pablo argumenta: “Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados. Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”(17,18). En estas palabras, Pablo continúa su tema conocido: sufrimos en esta vida, pero reinamos con Cristo en la vida venidera. Pablo prosigue: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó. ( Esto se produjo) en esperanza; porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (19-21). Dicho de otra manera, este mundo creado tiene una esperanza cierta, pero esta esperanza no puede manifestarse hasta un evento futuro que Pablo denomina “la manifestación de los hijos de Dios” (vv. 19-21). Podemos identificar ese evento como simultáneo con la manifestación de Jesucristo, porque Pablo dice en la carta a los Colosenses, “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria” (Colosenses 3.4). Juan también dice, “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3.2). Pablo desarrolla el pensamiento de la realización de la esperanza del mundo creado. “Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción (huiothesia), la redención de nuestro cuerpo” (Romanos 8.22,23). Así que concluimos que Romanos 8.17 claramente y literalmente predice un período de bendición para el mundo después del retorno visible glorioso de Cristo. Este período de bendición debe ser el mismo que denomina Pedro la “restauración (apokatastasis) de todas las cosas”, y el mismo que Cristo denomina la “regeneración” (palingenesia). La predicción de Cristo, entonces, como se relata en Mateo 19.28, es una declaración segura y clara de que, después de Su retorno glorioso, estando sentado en Su trono, Sus discípulos también se sentarán en tronos, ejerciendo juicio bajo Su autoridad en Su reino.

E. Lucas 22.15-18, 28-30

La misma enseñanza de Mateo 19.28 se encuentra en el relato de Lucas acerca de la última cena (Lucas 22.15-18, 28-30). Jesús recién había dicho, “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. ... Os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga” (vv. 15-18). En el relato de Marcos, tenemos una versión más amplia, “hasta aquel día en que lo beba
nuevo en el reino de Dios” (Marcos 14.25). Mateo da una versión aún más amplia, “hasta aquel día en que lo beba nuevo con vosotros en el reino de mi Padre” (Mateo 26.29). Así las palabras de Lucas 22.28-30 se dan, no solamente en el contexto de la última cena, sino también después de una referencia al compartir comida verdadera con los discípulos, tanto en la última cena, como en el reino futuro. La predicción que se menciona en forma específica es la siguiente, “Pero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis pruebas. Yo, pues, os asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel” (vv. 28-30).Otra vez, vemos claramente que el tiempo cuando los discípulos reinarán con Cristo no es esta época actual, sino una época después de Su retorno.

F. La recepción de la herencia es futura

Según Pablo, ahora somos los herederos en la administración de Dios (Romanos 8.17), pero no recibimos la herencia hasta que los justos resuciten. “Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción” (1 Corintios 15.50). Ahora estamos esperando la culminación de nuestros derechos como hijos, huiothesia, que incluirá “la redención de nuestros cuerpos”(Romanos 8.23). Evidentemente, los “herederos” del reino, cuando “heredan” el reino en un tiempo futuro, después de la resurrección (Mateo 25.34), comienzan a reinar con Cristo.Pablo aparentemente está pensando en el mismo reinado con Cristo mencionado en Mateo 19.28 y Lucas 22.28-30, cuando dice a los corintios, “¿O no sabéis que los santos han de juzgar al mundo? ... ¿O no sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?” (1 Corintios 6.2,3). Cuando Pablo reprende a los corintios por su arrogancia (1 Corintios 4.8), agrega, “Ya estáis saciados, ya estáis ricos, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que nosotros reinásemos también juntamente con vosotros!” Estas palabras apoyan el punto de vista que según Pablo, los corintios todavía no están reinando con Cristo ahora en Su reino, sino solamente después de la resurrección de los justos.

G. El retorno del dueño de casa, la vigilancia

Es obvio en las Escrituras que Jesús, en varias ocasiones, comparó Su segunda venida con el regreso del dueño de casa después de un período extendido de ausencia. Tales enseñanzas invariablemente llevan a una amonestación de que debemos vigilar, porque no sabemos la hora que Cristo vendrá. Por ejemplo, en Lucas 12.35-40, encontramos una amonestación fuerte a la vigilancia, expresado en un mandato, “Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá” (v. 40). A este párrafo le sigue una pregunta de Pedro, y otra explicación (vv. 41-48) acerca de la necesidad de que estemos vigilantes, frente a la venida del Señor. Vea especialmente el versículo 46, “vendrá el señor de aquel siervo (infiel) en día que éste no espera, y a la hora que no sabe, y le castigará duramente, y le pondrá con los infieles”.El lector notará que, en estas enseñanzas del Señor, la posición de los miembros de su familia, a quien le da responsabilidades, es de siervos a prueba, y no de los que ya han recibido su herencia, o que están cumpliendo sus funciones de reyes. Los tres evangelios sinópticos indican que en el sermón en el monte de los Olivos (que se estudiará en detalle), Jesús dio advertencias parecidas. El relato de Marcos es breve (Marcos 13.33-37). “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase. Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad.” La versión de Lucas de la misma advertencia también es breve (21.34-36). “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre”. En el relato de Mateo (24.42-44), tenemos la enseñanza de Lucas 12.39,40 repetida, casi palabra por palabra. A esto le sigue (Mateo 24.45-51) la misma enseñanza que se encuentra en Lucas 12.42-46. Entonces Mateo entrega la parábola de las diez vírgenes, terminando con la amonestación, “Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir” (Mateo 25.13). Y prosigue con la parábola de los talentos (Mateo 25.14-30). En todos estos pasajes, Mateo, como Marcos y Lucas, describe la situación actual de los cristianos como siervos a prueba, y nunca como los que han recibido su herencia como reyes.

H. El hombre noble

La parábola del hombre noble que se fue a un país lejano para ser confirmado como rey, y volvió para reinar sobre su territorio (Lucas 19.11-27), proporciona más detalles escatológicos que las otras enseñanzas donde habla de Su futura ausencia de este mundo y de Su retorno. El contexto es Su último viaje a Jerusalén. Lucas comienza, “Oyendo ellos estas cosas (el testimonio de Zaqueo, y el comentario de Jesús, que “el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar a los perdidos”),prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente” (v. 11). Lucas así aclara que el propósito de esta parábola particular era el de indicar que habría un período de tiempo antes de que el “reino de Dios”, es decir, la fase futura de él, fuera visible. “Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver” (v. 12). Alford explica que Arquelao, el hijo y el heredero de Herodes el grande, había viajado recién de Roma para ser confirmado como rey en el territorio que su padre le había dejado.1 Este hecho habría venido a la mente de todos, mientras hablaba. Así Jesús indicó que Él, en cuanto a Su presencia visible, estaría ausente de este mundo, esperando el momento cuando volvería a reinar sobre Su reino. Así, el reino de Dios que los oyentes esperaban inmediatamente, sería visible solamente en el momento de Su retorno. La parábola continúa: “Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo” (v. 13). 2 Tal como en otras enseñanzas de Jesús, los discípulos de Cristo son comparados con siervos, y no con reyes que han recibido su herencia. En la referencia a los ciudadanos que odiaban al Señor y que no querían que reinara sobre ellos (vv. 14, 27), Jesús alude al hecho de que cuando Arquelao estaba en Roma, buscando la confirmación de su oficio,los ancianos judíos enviaron a un grupo detrás de él para persuadir al emperador romano, Augusto, de no aprobarlo como rey. Escatológicamente, esto sugiere la hostilidad del mundo contra Cristo como el rey venidero.

1 Josefo, Antigüedades, Libro XVII, cap. 11, y cap. 13.
2 La palabra griega para “mina” (mna) es una trasliteración del hebreo “maneh”. La mina era una moneda que equivalía al salario de cien denarios, o cien días de trabajo.



La parábola continúa: “Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina,la cual he tenido guardada en un pañuelo” (vv. 15-20). La conclusión de la parábola (vv. 21-27) y la aplicación espiritual para los cristianos hoy son obvias. Quisiera llamar la atención especialmente a las palabras del Señor: “Tú también sé sobre cinco ciudades”. Son similares a las palabras de la parábola de los diez talentos3 (Mateo 25.1-13), “entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25.21,23). Pero hay algo importante que considerar, que la parábola de las minas, que pretende corregir un malentendido con respecto al reino de Dios (Lucas 19.11-27), confirma lo que dice Jesús en otros lugares (Mateo 19.28; Lucas 22.28-30; y vea también 1 Corintios 6.2,3), eso es que Sus siervos reinarán con Él cuando vuelva.

I. El trigo y la cizaña

Otra parábola de Jesús que habla de nuestro futuro reinado con Él es la parábola del trigo y la cizaña (Mateo 13.24-30; 36-43).

1. La consumación de la edad

Note primero que “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga” (vv. 40-43). La frase “el fin del siglo” sunteleia tou aionos, ocurre cinco veces en el evangelio de Mateo y una vez en la epístola a los Hebreos. Se usa dos veces en la parábola del trigo y la cizaña (vv. 39,40), “la siega es el fin del siglo” y “así será en el fin de este siglo” (vv. 39,40). Se usa otra vez en el mismo capítulo (v. 49) en la parábola de la red de pescar, “Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13.49,50).

La misma expresión se encuentra en Mateo 24.3, en la pregunta de los discípulos que introduce el sermón del monte de los Olivo. Preguntaron, “¿qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo”? Esta expresión ocurre por última vez en Mateo en la Gran Comisión (Mateo 28.20), “estoy con vosotros hasta el fin del mundo (la consumación de los siglos)”.En Mateo, la frase, “el fin del mundo” o “el fin del siglo” significa el conjunto de eventos escatológicos que sucederán cuando vuelva Cristo. Sin embargo, estas palabras no constituyen un término técnico. Es el contexto en cada caso que determina el significado de la frase en Mateo, y si se refiere al evento escatológico. En Hebreos (9.26-28), leemos, “pero ahora, en la consumación de los siglos, se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. ... así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan”. Este párrafo es un buen ejemplo del peligro de establecer un término técnico donde no corresponde. El autor considera la vida de Cristo, con Su muerte y resurrección, “la consumación de los siglos”. Pero todavía anticipa la segunda venida de Cristo como la consumación más completa de la edad actual (aunque no usa esa frase). Es importante el hecho de que, excepto por este uso en particular en Hebreos, la frase, “consumación de los siglos” únicamente se encuentra en Mateo, y solamente en pasajes donde se refiere al conjunto de eventos relacionados con la segunda venida de Cristo.

2. Los detalles de la parábola

Para entender la parábola del trigo y la cizaña correctamente en su relación con el reino futuro de Cristo, es importante entender los distintos significados de los detalles de la parábola. Hay siete detalles: (1) El hombre que siembra la buena semilla es “el Hijo del Hombre,”Cristo mismo (vv. 24, 37). (2) La “buena semilla” representa “los hijos del reino”. Estas palabras ocurren también en Mateo 8.12, con otro significado. Las palabras, “los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera” se refieren a los que pensaban que iban a ser leales al reino de Cristo,pero no lo son. Tal como explica Pablo, “no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos...” (Romanos 9.6,7). Podríamos parafrasear, “No todos los miembros de la iglesia son miembros de la iglesia verdadera”. Es obvio que en la parábola del trigo y la cizaña, los “hijos del reino” son los hijos verdaderos de Dios.
(3) El campo es el mundo (vv. 24, 38). Incluso, el área donde el trigo y la cizaña crecen juntos es llamado “el reino del cielo” (v. 24), “el campo” (vv. 24,27,37,38), “Su reino” (v. 41), “el reino de su padre” (v. 43). Este es un caso donde el mundo entero en esta época actual es llamado el reino del cielo, el reino de Cristo, y el reino de Dios. Cuando Cristo venga de nuevo, los elementos malvados serán removidos de este reino, es decir, de este mundo, y los justos “resplandecerán como el sol” (v. 43) en este reino. Note que el “campo” no debe entenderse como la iglesia, sino como el mundo.
(4) El enemigo que sembró la cizaña es el diablo (vv. 25,28, explicado en el v. 39).
(5) Las cizañas son los hijos del malvado (vv. 25-27,29, explicado en vv. 38,40).
(6) Los cosechadores, es decir, los siervos que querían arrancar la cizaña, no son hombres, sino ángeles (vv. 28, 30, explicado en vv. 39,41). Dios nunca dijo a los hombres, con referencia a algo en este mundo visible, “Dejad crecer juntamente lo uno (lo malo) y lo otro (lo bueno) hasta la siega”. La parábola sugiere la providencia omnisciente de Dios, Su decisión de permitir la maldad en este mundo durante la época actual, mientras espera con paciencia que otros se arrepientan. Podemos imaginar la indignidad de los ángeles santos, mientras observan los distintos elementos del mal, juntándose en un gran “paquete”, el reino de la bestia. Son los ángeles que derramaránlas copas de la ira de Dios sobre ese reino de iniquidad. (7) La “cosecha” (vv. 30,39) es la “consumación de los siglos”. Ya explicamos esta frase. Mirando otros pasajes, queda claro que la conclusión de esta parábola, “los justos resplandecerán como el sol en el reino de su padre” (cf. Mateo 19.28; Lucas 22.30), significa el reinado de los santos con Cristo en Su reino milenial.

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