lunes, 12 de abril de 2010

La promesa matrimonial: Marcos 10:9

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LA PROMESA MATRIMONIAL

Mateo 19:6

Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

Marcos 10:9

Por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.

Recientemente leí un libro de Thornton Wilder: “La piel de nuestros dientes” en el que la señora Antrobus le dice a su esposo: “No me case contigo porque fueras perfecto…me case contigo porque me hiciste una promesa”. Luego se saca el anillo y lo mira diciendo; “Esa promesa compenso tus defectos y la promesa que yo te hice compenso los míos. Dos personas imperfectas se casaron y fue la promesa la que formo el matrimonio”.
No importa cuanto se conozcan los cónyuges, aunque hayan vivido en el mismo barrio desde la niñez, aunque hayan ido a la escuela juntos ¡ sigue habiendo grandes retos y grandes misterios en el matrimonio!. Ambos cónyuges llegan al matrimonio sin conocerse del todo así mismo, sin saber del todo de lo que se trata la vida, y sin saber todo acerca de su pareja, llegamos al matrimonio cargados de maletas llenas de expectativas y al no cumplirse surge el desanimo y nos defraudamos. Lo que desconocemos es más que lo que conocemos. Requiere entonces no solo de amor, pues el amor no es suficiente para mantener una relación, se necesita, coraje, fe, paciencia, deseo de seguir creciendo y aprendiendo. Se requiere saber que el matrimonio cristiano no se basa en un sentimiento producto de una pasión, sino de un compromiso basado en un principio bíblico.
En el tiempo en que Jesús andaba por la tierra predicando el reino, las mujeres se trataban como objetos. El matrimonio y el divorcio se consideraban como una transacción similar a comprar o vender tierra. Pero Jesús condenó esta práctica y aclaró la intención original de Dios: que el matrimonio produjera unidad (Genesis 2.24). Jesús dignificó el ideal de Dios en cuanto al matrimonio y dijo a sus seguidores que vivieran de acuerdo con él. Jesús indica que el propósito original de Dios en el matrimonio no debe ser roto por el hombre. Las imperfecciones de la pareja no son excusas para romper los vínculos matrimoniales excepto fuerza mayor. La PIEDAD es un credo religioso que nos une a Dios. CARIDAD es una obligación que nos une al prójimo. AMOR es un sentir que nos lleva a la familia y de ahí al hogar y es un amor ágape o santo. Matrimoniarse es invitar a otra persona a que forme parte de un proyecto de vida futuro, comienza en un sentimiento, pero poco a poco ese sentimiento debe ir dándole lugar a un proyecto de vida, de lo contrario esa relación se va esfumando hasta no quedar nada.
La fidelidad a la promesa que hicimos a nuestro cónyuge al casarnos, es la base de todo entendimiento y la salvaguarda de una sociedad corrupta. En nuestro derredor vemos las consecuencias del libertinaje sexual: hogares deshechos, niños maltratados, niños callejeros sin hogar, enfermedades venéreas, SIDA. La promesa inicial empeñada y representada en el anillo de bodas:
  1. Guarda la castidad del matrimonio.
  2. Defiende la santidad del hogar.
  3. Nos compromete con la pareja
  4. Es la base de la unión de la pareja, ya que realmente somos imperfectos, pero nos comprometemos cambiar y a ajustar nuestras vidas.

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