2 Corintios 2:14-17
«Gracias a Dios, quien siempre nos lleva en triunfo en Cristo Jesus» (v. 14). La vida que ha sido siempre llevada en triunfo deberia ser ciertamente una vida agradecida. Son tantos los aparentes fracasos en la experiencia de uno! ¿Cuales son los secretos de una vida victoriosa? En estos versículos citados arriba observamos algunos de ellos.
I. Una vida en Cristo. «Dios ... nos lleva en triunfo en Cristo».
No hay posibilidad de vivir la vida victoriosa a los ojos de Dios, fuera de Cristo. Estar en Cristo es estar a una con El, y estar tan totalmente entregados a Su voluntad que Su voluntad sea hecha en nosotros. Tal como el apóstol lo expresa: «Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mi» (Ga 2:20). «En esto conocemos que permanecemos sen el, y el en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu» (1 Jn4:13).
II. Una vida que revela algo de la sabiduria de Dios.
«Por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento» (v. 14). El principio conductor en la vidacristiana es la verdad revelada en Su Palabra (2 Co 4:2).Los conducidos por el Espíritu de Dios serán de ciertotestigos de algo mas elevado y mas noble que la sabiduriade este mundo, que es insensatez para con Dios.
III. Una vida que es grato olor de Cristo para Dios.
«Porque para Dios somos grato olor de Cristo» (v. 15).«Cristo nos amo, y se entreg6 a si mismo por nosotros a Dios como ofrcnda y sacrificio de olor fragante» (Ef 5:2). Los que han sido participantes de esta ofrenda deben ser asimismo participes de aquel mismo grato olor para Dios. El podía decir: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento», porque El sabia quo todos Sus intereses encomendados a Su Hijo estarían a salvo y tendrían éxito. Busquemos complacer a Dios de esta misma manera.
IV. Una vida que afecta tanto a los salvos como a los perdidos.
III. Una vida que es grato olor de Cristo para Dios.
«Porque para Dios somos grato olor de Cristo» (v. 15).«Cristo nos amo, y se entreg6 a si mismo por nosotros a Dios como ofrcnda y sacrificio de olor fragante» (Ef 5:2). Los que han sido participantes de esta ofrenda deben ser asimismo participes de aquel mismo grato olor para Dios. El podía decir: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento», porque El sabia quo todos Sus intereses encomendados a Su Hijo estarían a salvo y tendrían éxito. Busquemos complacer a Dios de esta misma manera.
IV. Una vida que afecta tanto a los salvos como a los perdidos.
«Somos grata olor de Cristo entre los que se salvan, y entre los que se pierden» (v. 15). La influencia de una vida cristiana puede ser constituida una confirmación para otro que ama al mismo Señor. El «olor de Cristo», como la fragancia de la rosa, puede ser fácilmente detectado por los que se salvan, pero para los que se pierden huele a condcnaci6n, por lo quo no les gusta (v.16).
V. Una vida fiel a la Palabra de Dios.
V. Una vida fiel a la Palabra de Dios.
«Pues no somos como la mayoría que trafican con la palabra de Dios» (v. 17). Los que andan en astucia con seguridad que manejaran la Palabra de Dios de manera engañosa (cap.4:2). Si el corazón no es fiel para con Dios, la vida no será fiel a Su Palabra. Es fácil corromper el mensaje de Dios mezclándolo con filosofías y tradiciones humanas que deshonran a Cristo. No puede haber victoria espiritual para los que se han apartado del camino (Col 2:8).
VI. Una vida vivida en la presencia de Dios.
VI. Una vida vivida en la presencia de Dios.
«Delante de Dios, hablamos en Cristo» (v. 17). Permanecer en Cristo y practicar la presencia de Dios en la vida diaria es la evidencia del poder conquistador. Esta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe. Fe en Aquel que es mayor que todo lo que pueda estar en contra de nosotros. «Si permanecéis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queráis, y os sei4 hecho» (Jn15:7). No que nosotros seamos suficientes por nosotros mismos para pensar nada como de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia es de Dios. «Gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo».
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