miércoles, 11 de febrero de 2009

Teologia de la sanidad divina Vista pentecostal

BASADO EN LOS LIBROS DE MYER PEARLMAN, STANLEY HORTON, WILLIAN W MENZIS

Razones en favor de la sanidad

La enfermedad y la muerte llegaron a formar parte de la experiencia humana debido al pecado. Por la tragedia de la caída en el huerto del Edén. el pecado y la muerte pasaron a todos los hombres (Romanos 5:12). Parte de la maldición ocasionada por la caída fue el sometimiento del cuerpo humano a los estragos de la enfermedad y la consiguiente muerte física. La muerte se considera como una maldición, concepto que se enseña claramente en las Escrituras (Génesis 3:19; Proverbios 11:19; Santiago 1:15). Dios le prometió a su pueblo que si le servia lo libraría de la maldición de las enfermedades que les había enviado a los egipcios (Éxodo 15:26; Deuteronomio 28:15-68). Y Pablo enseño igualmente que "e] postrer enemigo que será destruido es la muerte" (1 Corintios 15:26).

Ciertamente la enfermedad — y su resultado final, la muerte — es un castigo por el pecado (Génesis 2:17); pero uno debe tener cuidado de no cometer el error de suponer que todas las enfermedades y todas las muertes son consecuencia directa de un pecado personal recién cometido. Las enfermedades están en el mundo por causa del pecado. Pero Jesús reconoció que la maldición que afecta a la humanidad es general y que aflige a las personas a pesar de su justicia o pecado personal (Lucas 13:1-4). A veces puede haber un pecado de por medio, como en el caso del hombre que Jesús sano junto al estanque de Bethesda; mas adelante le advirtió que no pecara mas (Juan 5:14).Por otra parte, cuando le preguntaron sobre el hombre que había nacido ciego, Jesús explico que ni el ni sus padres habían pecado. Luego indico que en estos casos la sanidad era simplemente una oportunidad para manifestar la obra de Dios en la vida del ciego (Juan 9:1-3; véase también Marcos 2:12). Hasta que se acabe el orden presente, la humanidad esta destinada a sufrir las enfermedades y dolencias que hay en el mundo como castigo por la caída del hombre (Apocalipsis 21:4; 22:2-3). Pero vendrá el día en que no haya mas maldición. Muchas enfermedades son el producto del envejecimiento del cuerpo humano, y sus sistemas.

El diablo mismo es el autor de la enfermedad y la muerte. No hay que culpar a Dios por la tragedia y la miseria humanas; estas se deben a la obra del maligno (Santiago 1:17). Jesús anduvo haciendo bienes "y sanando a todos los oprimidos por el diablo" (Hechos 10:38). La Biblia afirma categóricamente que Satanás, el adversario, es el responsable de la esclavitud física y espiritual en que se halla la gente (por ejemplo, Lucas 13:11-17; Hebreos 2:14-15; 1 Juan 3:8).

Hay otro aspecto que debemos tener en cuenta en lo que se refiere a la sanidad. Si considerarnos que el ser humano se compone de tres partes (cuerpo, alma y espíritu) o de dos (la material y la inmaterial)., hay otra verdad mas que es necesario enfatizar: los seres humanos estarían incompletos como espíritus sin cuerpos. Así que, necesitamos un cuerpo. Los hebreos sabían tan bien esto que concibieron a cada ser humano como una unidad. Dios mismo soplo aliento de vida en el polvo con el cual formo al hombre (Génesis 2:7). Descender al sepulcro era una experiencia espantosa, por lo que los profetas del Antiguo Testamento miraron al futuro esperando la hora de la resurrección, cuando el alma y el cuerpo se volverían a unir.

En el Nuevo Testamento, el gran énfasis de Pablo en la resurrección se basa en la creencia de que estamos incompletos en un estado sin cuerpo.(Esta idea esta implícita en 2 Corintios 5:3). Todo 1 Corintios 15 esta anclado en la gran esperanza de que la resurrección de Cristo como primicias de los que durmieron hizo posible la resurrección para el creyente. Esto significa que el concepto biblico de la personalidad humana le asigna al cuerpo físico un papel muy importante.

Los antiguos griegos, como también otros pueblos paganos, consideraban el cuerpo como una "cárcel" para el alma. No dijeron esto los escritores de la Biblia. El cuerpo es templo del Espíritu Santo, una morada para Dios. Y con la resurrección de Cristo, el creyente tiene la garantía de que su cuerpo resucitara, no en su estado actual, mortal y frágil, sino en un estado glorioso y eterno (1 Corintios 15:42). Este gran énfasis en la resurrección física que vemos en las Escrituras subraya la importancia del cuerpo a los ojos del Señor. Este es un vehiculo para expresar la voluntad de Dios en esta vida, por lo que no debemos abusar de el. Dios tiene interés en el bienestar de nuestro cuerpo.

El Gran Medico

Ahora bien, la próxima pregunta es si Dios desea sanar nuestro cuerpo mientras vivimos en este mundo, un mundo tan lleno de cicatrices como resultado de la caída del hombre.

Lo propio de Dios es sanar. Uno de los títulos grandiosos que se usan en el Antiguo Testamento para describir un aspecto de la naturaleza de Dios se halla en Éxodo 15:26: "Yo soy Jehová tu sanador." La frase hebrea, 'Ani Yahweh roph'eka, se podían traducir también por "yo soy Jehová tu medico". En otros pasajes bíblicos, roph'e se traduce por "medico" (por ejemplo, en Jeremia 8:22). La palabra es un participio activo, el cual se usa para enfatizar que lo propio de Dios es sanar. Ka esta en singular y centra la atención en una relación personal. Sin duda, si me propio de El sanar, también lo es ahora. El no cambia.

En el Salmo 103:3 se había de Dios como de "quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias". Pero otra vez se usan participios activos; de modo que literalmente el pasaje lo describe como "el perdonador de todas tus iniquidades [delitos, injusticias, acciones que hacen daño o molestan a otros, falsedades], el medico para todas tus dolencias". No hay enfermedad que El no pueda sanar. Lo propio de Dios es quitar todo lo que aflige y atormenta a los que vienen a El con fe.

La predisposición de Dios para sanar se puede entender también en otro sentido. Dios es el dador de la vida. Muchas veces en los episodios de sanidad sobrenatural del Antiguo Testamento se usa la palabra vida para referirse al restablecimiento físico. Esto es natural,
Puesto que Dios es el Creador, la misma fuente de la vida, y como tal, la verdadera fuente de la sanidad. El diablo destruye; el Señor Dios libera. El hace vivir. El Padre envío al Hijo para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia (Juan 10:10).


Dios es amor (1 Juan 4:8). Lo propio de El es amar. Dios sana porque la sanidad es un acto de amor. La razón por la cual Dios libro a Israel y lo quiso como nación, no fue que ellos fueran un pueblo grande y maravilloso, sino su amor. El había prometido ser fiel a los descendientes de Abraham, Isaac y Jacob; y por lo tanto, se manifestó como el que guarda el pacto (Deuteronomio 7:7-8). El amor de Dios estuvo profundamente entrelazado en esta relación que El tuvo con su pueblo, tanto que una buena traducción de la palabra que se usa en el Antiguo Testamento para referirse a la fidelidad es "amor constante".

Dios, el Gran Medico, es nuestro sanador porque es Señor del universo. El tiene soberanía sobre su creación; tiene poder para herir y para sanar (Deuteronomio 32:39). Puede emplear la enfermedad para sus propios fines, aunque uno siempre debe recordar que El no es el autor de ella. Por ejemplo, María se enfermo y luego sano, para darle una lección objetiva al pueblo sobre el juicio (Numeros 12:10-15). Al rey Joram Dios le permitió sufrir una enfermedad mortal como juicio por su pecado (2Cronicas 21:18-19). A Job se le permitió padecer una prueba física grave; pero en el relate bíblico es evidente que me Satanás el que trajo sobre el patriarca la dolencia y la aflicción que sufrió. Dios, Soberano de los cielos y de la tierra, solo permitió esta actividad satánica dentro de los lunitas prescritos pero con un propósito mayor; la uso para obtener la victoria sobre Satanás (véase Job 1:20-22; 19:25). Es importante recordar que Dios se mantuvo por encima y mas alia de las obras del adversario, mostrando finalmente su poder para librar.

La sanidad en la expiación

El pecado trajo consigo la enfermedad y la muerte. Pero Dios, por naturaleza, esta en contra de ellos. Su amor y su gracia cedieron el paso a la liberación del castigo del pecado. Con la expiación que Cristo hizo en el Calvario no solo deshizo la maldición del pecado, sino que también consume nuestra liberación de las enfermedades. La sanidad estaba en el plan de Dios desde antes del comienzo del tiempo.

Como Dios es el Gran Medico, Yahweh roph'eka, no es extraño que bajo la ley se tomaran las medidas necesarias para el perdón y la restauración física y espiritual. La ley presta especial atención a los sacerdotes, cuyo ministerio señala a nuestro gran sumo sacerdote que se compadece de nuestras debilidades (Hebreos 4:14-15). Cuando los sacerdotes rociaban la sangre de los sacrificios, hacían expiación por los pecados del pueblo. Un estudio de la expiación en la Biblia en idioma hebreo nos muestra que en la mayoría de los casos esta se refiere a un precio de rescate que se pagaba por la redención y la restauración. Este prefigura la redención hecha por medio de Cristo, el derramamiento de su sangre a favor nuestro y en nuestro lugar. En efecto, "Dios puso [a Cristo] como propiciación por medio de la fe en su sangre" (Romanos 3:25). El seria el que nos protegería de la ira de Dios, quitando nuestros pecados.

La palabra. propiciación es la traducción de la palabra griega hilasterion, que significa "medio de expiación o modo de hacer expiación para quitar la culpa del pecado". La misma palabra griega se usa también en Hebreos 9:5 y en Éxodo 25:17 (en la Versión de los Setenta) para referirse al propiciatorio, es decir, al lugar donde se hacia expiación. El propiciatorio era la tapa de oro que estaba puesta encima del área del pacto.

La referencia a la expiación y al propiciatorio que estaba sobre el área tiene su antecedente en Levítico 16, que trata sobre el día de expiación dispuesto en la ley y que se celebraba cada año. En este día el sumo sacerdote rociaba sobre el propiciatorio la sangre de la ofrenda por el pecado. Dentro del área estaban las dos tablas de piedra que llevaban grabados los Diez Mandamientos, la esencia del pacto de Dios con Israel. Como el pueblo había quebrantado estos mandamientos, la ley quebrantada exigía el juicio y la muerte. Pero cuando el sumo sacerdote rociaba la sangre del cordero sin mancha, que
representaba la vida sin pecado de Cristo, Dios veía esta vida sin pecado en vez de la ley quebrantada y podía mostrar misericordia y bendecir, restaurar y sanar.

El propósito principal de la expiación era la limpieza de los pecados (Levitico 16:30). Pero es también evidente que la expiación traía liberación del castigo y de las consecuencias del pecado a fin de que el adorador volviera a disfrutar del favor y la bendición de Dios.

Cuando el pueblo se quejo después del juicio que siguió a la rebelión de Core, Datan y Abiram, Dios envío una plaga sobre los israelitas. Entonces Moisés envío a Aaron a la congregación para hacer expiación por ellos y ceso la mortandad (Numeros 16:46-48), También leemos que cuando se contaran los hombres de Israel, cada uno tendría que dar medio siclo como dinero de expiación por su rescate y para impedir que viniera una plaga sobre ellos (Exodo 30:12,15). La expiación preveía las consecuencias del pecado, entre
ellas las enfermedades. La Biblia enseña claramente que no hay ninguna posibilidad de que una persona pueda pagar un precio suficiente por su redención, por esto Dios dispuso la expiación por amor y para la gloria de su nombre (Romanes 3:25-26; cf. Salmo 65:3; 78:38; 79:9; Romanes 3:21-28).

El hecho de que la expiación previno no solo el pecado, sino también sus consecuencias, se ilustran con el acto de Oseas cuando compro a su esposa para si. El profeta tuvo que pagar un gran precio por ella después que lo había abandonado para irse detrás de falsos
dioses y cuando estaba a punto de ser vendida en el mercado de esclavos (Oseas 3:1-5; 13:4,14; 14:4). La expiación se ilustra además con la serpiente de bronce que Moisés levanto en el desierto cuando el juicio de Dios hizo aparecer serpientes venenosas que mordían a los israelitas. Todo lo que el pueblo tenia que hacer para vivir era mirar a la serpiente de bronce (vease Numeros 21:9). Todo esto lo cumplió y lo llevo a cabo Cristo en el Calvario (Juan 3:14-16). Alli El hizo una expiación completa por todo el ser humano. El Nuevo Testamento llama a esto redención, lo cual tiene esencialmente el mismo significado que expiación. Por medio de Cristo hemos recibido redención y el perdón de pecados (Romanes 3:24; Efesios 1:7; Colosenses 1:14; Hebreos 9:15). Además, la expiación previene las consecuencias del pecado. Aim en los casos en que la enfermedad no es resultado directo del pecado, sigue en el mundo a causa de este. Por lo tanto, esta entre las obras del diablo que Jesús vino a deshacer (1 Juan 3:8) y por lo mismo figura entre los males que previene la expiación.

La Biblia muestra, sin embargo, que hasta que venga Jesús gemimos junto con el resto de la creación (afectada por los resultados del pecado de Adán) porque no hemos recibido todavía la redención de nuestro cuerpo (Romanes 8:22-23). Solo cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados recibiremos nuestro nuevo cuerpo, que
sera semejante al cuerpo glorioso de Cristo (1 Corintios 15:42-44;51-54).

Al trazar un paralelo entre la redención y la expiación vemos que lo que Dios ha provisto para nuestro cuerpo es la redención de que nos habla Romanos 8:23. Recibimos el perdón de pecados ahora con relación a la redención de nuestra alma. Recibiremos la redención de nuestro cuerpo cuando seamos arrebatados para recibir al Señor y seamos transformados a su semejanza (1 Corintios 15:51-54; 2 Corintios 5:1-4; 1 Juan 3:2).La sanidad divina consiste en gustar esto de antemano y, como todas las bendiciones del evangelio, proviene de la expiación.
El libro de Isaías, que algunos llaman "el Evangelio del Antiguo Testamento", predice claramente que los beneficios de la expiación se extenderían a la sanidad física. En el capitulo 53 de este libro maravilloso se representa a Cristo como el siervo que sufre, quien en si mismo viene a ser el castigo y la ofrenda por el pecado, haciendo expiación aun por los que lo despreciaron y lo rechazaron. El versículo 5 nos hace este maravilloso anuncio profético: "Por su llaga fuimos nosotros curados." El contexto de este versículo exige que no se lo espiritualice para abarcar tan solo las "enfermedades del alma", ya que
los versículos precedentes hablan vividamente de sufrimientos físicos

Mateo nos da una interpretaron literal del versículo 4: "El mismo tomo nuestras enfermedades, y llevo nuestras dolencias" (Mateo 8:17). Para Isaías, el Mesías que vendría y que haría expiación por su pueblo, curaría no solo las dolencias del alma, sino también del cuerpo. El pasaje de Mateo Es evidentemente un vinculo entre la profecía del Antiguo Testamento y el ministerio de nuestro Señor Jesús. Mateo consigna que Jesús durante su ministerio en Galilea, "sano a todos los enfermos", lo cual fue "para que cumpliese lo dicho por el profeta Isaías" (v. 16-17). Esta claro que el Espíritu Santo inspire al evangelista para declarar que el ministerio de Jesús era un antitipo de los beneficios de la cruz y el cumplimiento de la promesa hecha unos 700 anos antes.

El apóstol Pablo vio en la muerte de Cristo un hecho extraordinario. En efecto, Cristo fue hecho maldición por nosotros para que pudiéramos ser libres de la maldición de la ley (Gálatas 3:10-14). Las consecuencias de esta verdad son asombrosas! Los que por la fe logran apropiarse de todo lo que implica su salvación en Cristo pueden recibir en su propio cuerpo la liberación de la maldición. La muerte misma es el ultimo enemigo que será destruido y será el destino común de los creyentes hasta el tiempo de la resurrección y el arrebatamiento, cuando todos seamos transformados y nuestro nuevo cuerpo sea inmortal e incorruptible, nunca mas sujeto a la muerte, enfermedad, dolencia o corrupción (1 Corintios 15:53-54).Pero la liberación de las enfermedades que atormentan actualmente al cuerpo es un aspecto de la maldición que Dios ha sometido a la fe de los creyentes.



La sanidad divina es una parte integral del evangelio. Proviene de la expiación. Cuando Jesús dijo: "Consumado es" (Juan 19:30) se complete la obra necesaria para la redención de todo el ser humano: espíritu, alma y cuerpo. El ministerio de Cristo fue un ministerio de sanidad, porque El restauro el alma y el cuerpo quebrantados. La sanidad divina no fue "algo extra" en su ministerio, sino un testimonio importante de su identidad (véase Juan 10:37-38).' El anduvo por distintas partes, predicando, enseñando y sanando. Con su sacrificio en el Calvario, Cristo hizo posible que todos participen en este ministerio y sus beneficios (Mateo 10:7-8; Marcos 16:15-20; Lucas 4:18-19; 10:9).

La sanidad a nuestro alcance hoy

La voluntad de Dios es que los creyentes disfruten hoy de los beneficios de la sanidad divina. Durante el ministerio terrenal de Jesús, El y sus discípulos sanaron a todos los que vinieron a ellos (Mateo 8:16; Hechos 5:12, 16). Jesús escogió cuidadosamente a un grupo de discípulos a los cuales confío la tarea de continuar su ministerio, porque quería que la vida y el ministerio de ellos se caracterizaran por hacer mayores obras (en el sentido de mas numerosas) que las que El había hecho (Juan 14:12-13). Poco antes de ascender al cielo, Jesús les hizo esta resonante promesa a sus fieles apóstoles y discípulos: "Estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre. . . sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanaran" (Marcos 16:17-18).

La iglesia apostólica practico la sanidad divina, tal como Jesús se lo propuso. (Nunca se ha revocado la autoridad que Jesús dio en Mateo 10:1). Una asamblea normal del primer siglo debía caracterizarse por la liberación sobrenatural de los desordenes físicos. El libro de Hechos muestra que así fue. La practica de la sanidad divina perduro en la Iglesia por mas de dos siglos. Este fue uno de los últimos vestigios de poder sobrenatural que la iglesia decadente perdió a medida que pasaban los años.1 Con el tiempo, la iglesia medieval tergiverso la practica esbozada en Santiago 5:14, convirtiendo la disposición bíblica de sanar a los enfermos en un sacramento o conjunto de ritos que se administraba a los moribundos y al cual llamo "extremaunción". En vez de estimular la fe del enfermo para recibir la sanidad, todo lo que se hacia era ayudar al moribundo a pasar los dolores de la muerte.

Santiago establece los principios que deben observar los creyentes de todas las épocas para recibir la sanidad divina (Santiago 5:14). Es importante notar que la sanidad debía ocurrir en la asamblea local (no era necesario viajar hasta un gran santuario ni acudir a un gran sanador). La "oración de fe" habla de los requisitos necesarios para recibir la sanidad. Es por gracia por medio de la fe que se reciben todos los dones y las bendiciones de Dios. La oración es la vía de comunicación entre el cielo y la tierra, la llave que pone los recurso de Dios a disposición de la gente necesitada. Los enfermos deben tomar la iniciativa, llamando a los ancianos de la iglesia para que oren con ellos y por ellos.

En este mismo pasaje hallamos otro requisito para recibir la sanidad. Aunque la Biblia no dice que toda enfermedad se debe al pecado, algunas si. Por lo tanto, se estipula que si algunos han pecado y desean ser sanados, deben confesar sus pecados. Esto indica que el
camino debe estar despejado, si es necesario por la confesión de pecados, para recibir bendición de parte de Dios. Nuestra relación con el Señor no es mecánica, sino personal. Todo lo que impida que tengamos comunión con el Dios santo es un obstáculo en nuestra vida y por lo mismo impide también que recibamos los frutos de la expiación de Cristo. Es importante destacar también que en el Nuevo Testamento nadie exigió que lo sanaran. Los que vinieron a Jesús se lo pidieron. No consideraron la sanidad como su derecho, sino como un privilegio que se les ofrecía por gracia. Es evidente también que como privilegio de los creyentes, la promesa de la sanidad no excluye los sufrimientos por causa de Cristo y del evangelio. Y siempre que dicho sufrimiento sea necesario, debemos estar preparados para seguir el ejemplo del Señor (Hebreos 5:8; 1 Pedro 2:19,21; 4:12-14,19). Tampoco debemos considerar la sanidad divina como un sustituto de las practicas para tener una buena salud física y mental. Jesús reconoció la necesidad de que sus discípulos se alejaran de la multitud y descansaran un rato (Marcos 6:31). Jetro vio que si Moisés no delegaba algunas de sus obligaciones en otros, terminaría agotado (Éxodo 18:18).

La renovación interior

La sanidad divina no es un medio para evitar el proceso de envejecimiento. Aunque es cierto que Moisés conserve su fuerza natural y la claridad de sus ojos hasta el día de su muerte (Deuteronomio 34:7), este privilegio no lo tuvieron David ni Eliseo (1 Reyes 1:1-4:2 Reyes 13:14). El gradual desgaste de la vejez, descrito tan vivamente en Eclesiastés 12:1-7, es una experiencia común a creyentes e incrédulos. Y aunque la sanidad esta también al alcance de las personas de edad avanzada, generalmente la parte del cuerpo sanada sigue con la misma edad que el resto; un hombre de ochenta años que es sanado sigue teniendo ochenta anos. No tenemos aun la redención de nuestro cuerpo. Pero la Biblia no nos dice esto para desalentamos, sino para que nos demos cuenta de que debemos estimular y cultivar nuestra vida en el Espíritu, porque el Espíritu vivificara nuestros cuerpos mortales por medio de la resurrección, y la resurrección es nuestra gran esperanza (Romanos 8:11). En realidad, "aunque este nuestro hombre exterior [nuestro cuerpo] se va desgastando [muriendo gradualmente], el interior no obstante se renueva de día en día (2 Corintios 4:16). En realidad, es la renovación interior la que nos hace mas capaces de tener fe para reclamar el privilegio de la sanidad divina. A la mujer sanada de flujo de sangre, Jesús le dijo: "Tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote" (Marcos 5:34). La fe grande, pues, recibe sanidad por medio de la sola palabra del Señor.



Ayudas para la fe

Pero Jesús no se alejo de los que teman poca fe o fe débil. A menudo los que están enfermos hallan que no es fácil manifestar su fe y Jesús hizo muchas cosas para ayudarlos. A veces puso las manos sobre ellos o los toco (véanse Marcos 5:23; 6:5; 8:22-23; 10:13; Lucas 4:40; 13:13).Una vez unto con lodo los ojos de un ciego y Ie dio oportunidad para mostrar fe obediente lavándose en el estanque de Siloe (Juan 9:6-15). Otras veces la gente mostraba su fe tocándolo a El o tocando su ropa (Mateo 9:21;14:36; Marcos 3:10; 5:28; 6:56; Lucas 6:19). En el libro de Hechos se relata que Pedro, para ayudar a levantarse a un cojo que mendigaba a la puerta del templo que se llamaba la Hermosa, lo tomo por la mano derecha y "al momento se le afirmaron los pies y los tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo" (Hechos 3:7-8). Después hubo un tiempo en que la gente era sanada cuando la sombra de Pedro caía sobre alguno de ellos (Hechos 5:15-16). En Efeso, Dios hacia "milagros extraordinarios por mano de Pablo, de tal manera que aun se llevaban a los enfermos los paños [para secarse el sudor] o delantales [de trabajo] de su cuerpo, y las enfermedades se iban de ellos, y los espíritus malos salían" (Hechos 19:11-12).

Pero no había magia ni virtud en los medios utilizados para estimular la fe. La fe de esta gente tenia que estar en el Señor y no en el lodo, la sombra, los delantales de trabajo, ni la imposición de manos. Esta parce se ser la razón por la cual se usaron medios tan diversos, para que la gente no pusiera los ojos en un medio en particular, sino mas bien en Dios mismo.

Las enfermedades y los demonios

Ha habido problemas cuando algunos han enseñado que todas las enfermedades y dolencias se deben a los demonios. El Nuevo Testamento reconoce que estos si causan enfermedades y dolencias y pueden atormentar cruelmente a la gente. Pero Jesús no trato todas las enfermedades y dolencias como resultado de la posesión de demonios o de su actividad. Los endemoniados se distinguen como una clase aparte, distinta de los "que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los... lunáticos y paralíticos''1 (Mateo 4:24). Es obvio también que cuando Jesús toco al leproso y le dijo: "Se limpio", no había demonios implicados en la lepra (Lucas 5:12-13). El paralítico que trajeron sus amigos a Jesús tenía necesidad del perdón de sus pecados. Aun así, el perdón no le trajo automáticamente la sanidad. Solo cuando Jesús dijo la palabra, el hombre fue sanado (Lucas 5:24-25). Por todo esto, no hay ningún indicio de que los demonios estuvieran involucrados en su parálisis. "En muchos pasajes se hace una clara distinción entre las enfermedades y dolencias no provocadas por demonios y aquellas que si lo son (Mateo 4:24; 8:16; 9:32-33; 10:1; Marcos 1:32; 3:15; Lucas 6:17-18; 9:1; etcétera). En ninguno de estos ejemplos se indica que las enfermedades provocadas por los demonios fueran de personas que tenían una buena relación con Dios. Debemos recordar también que todos estos casos tuvieron lugar antes de Pentecostés."

Nótese también que aunque los demonios pueden tentar y acosar a los cristianos, no pueden adivinar nuestros pensamientos ni pueden poseer ni "convertir en demonio" a ningún creyente verdadero en quien mora el Espíritu Santo, como tampoco pueden morar en el (2 Corintios 6:15). Cuando los demonios si nos atacan, la Escritura no nos dice que los echemos fuera. En cambio debemos ponernos nuestra armadura y adoptar una actitud decidida, y el escudo de la fe apagara todos los dardos de fuego del maligno, todos los cuales proviene de fuera de nosotros (Efesios 6:10-16). Tenemos el poder para resistir al diablo, quien huirá de nosotros (Santiago 4:7; 1 Pedro 5:8-9). Estamos armados con poder divino para destruir fortalezas (2 Corintios 10:4). Jesús venció a Satanás con la Palabra (Mateo 4:4, 7, 10). Nosotros también podemos obtener victorias con la Palabra, que es la espada del Espíritu (Efesios 6:17). Finalmente notamos que "los enemigos de Cristo lo acusaron de tener demonio. Es una trampa sutil del diablo que hace que personas sinceras acusen hoy a los cristianos de lo mismo. Evidentemente hay liberaciones; pero llamarlas liberaciones de la posesión demoníaca es contrario a las Escrituras".

La sanidad y la profesión medica

Otros han tratado de poner la sanidad divina en desacuerdo o en competencia con la profesión medica. No tiene que ser así. Con sus habilidades, los médicos han ayudado a muchos. Es verdad que el Señor es el Gran Medico. También es verdad que la Biblia condena al rey Asa porque "en su enfermedad no busco a Jehová, sino a los médicos" (2 Crónicas 16:12). Pero Asa, en un acto de incredulidad y desobediencia, ya había buscado la ayuda del rey de Siria, negándose a confiar en el Señor (v. 7). En otras palabras, el énfasis no esta en que el consulto a los médicos (los que en este caso tal vez fueron médicos paganos), sino en que se negó a buscar la ayuda del Señor. Es evidente que los médicos tuvieron un lugar honroso en Israel (Jeremías 8:22). Además Jesús considero correcto que el buen samaritano usara el aceite y el vino como medicina (Lucas 10:34). El doctor Lucas fue un amigo muy amado del apóstol Pablo (Colosenses 4:14). Respecto a la mujer enferma de flujo de sangre y que quedo sana cuando toco el manto de Jesús, se nos dice que "había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenia, y nada había aprovechado, antes le iba peor" (Marcos 5:26). Si hubiera sido malo que ella hubiera ido a los médicos, este había sido el momento oportuno para que Jesús lo hubiera dicho. Pero no lo hizo. En cambio acepto la fe que ella mostró entonces y la elogio por ello. Aun hoy Dios ha hecho muchos milagros en personas desahuciadas por los médicos.

Jesús hizo también que los diez leprosos regresaran para mostrarse a los sacerdotes (Lucas 17:14). Bajo la ley los sacerdotes estaban a cargo de los diagnósticos, el aislamiento de los enfermos y la salud (Levítico 14:2ss; Mateo 8:4). Jesús reconoció así que los que hacían estos diagnósticos tenían su razón de ser. Los sacerdotes, sin embargo, eran agentes del Señor y en este sentido es posible estimar toda; las sanidades como divinas, ya sean instantáneas o graduales (cf Lucas 5:14; 17:14). Por otra parte, los que fueron sanados según lo; relatos bíblicos no testificaron de la sanidad divina hasta que esta se hizo efectiva por el poder divino.

Reconocemos que en la actualidad ha habido abusos en la doctrina y en la practica de la sanidad divina. Pero no debemos permitir que esto nos haga retraernos de proclamar categóricamente la verdad de las Escrituras. El apóstol Pedro pudo decirle al cojo: "Lo que tengo te doy"(Hechos3:6).1

Es útil observar que como parte de los medios que Dios le proporciono a la Iglesia estaba el ministerio de las "sanidades" y que se menciona como una de las manifestaciones del Espíritu Santo (1Corintios 12:28). En cada iglesia local debe haber manifestaciones del poder divino. Estas son uno de los dones de Dios para la Iglesia.

El propósito de la sanidad

En realidad hay dos propósitos principales con los que hoy se practica la sanidad divina en la iglesia, tal como los hubo en la Iglesia Primitiva. En primer lugar, la sanidad divina confirma el poder de Dios. En muchas ocasiones, Jesús sano para atraer la atención, para
Autenticar su mensaje. En realidad, en aquel tiempo la sanidad divina debía constituir las credenciales del Mesías (Lucas 5:23-24). La iglesia apostólica también presento sus credenciales con reiteradas demostraciones del poder de Dios, que se manifestó muchas veces por medio de liberaciones de carácter físico (1 Corintios 2:4). En efecto, en el primer siglo la acompañaron señales y prodigios (entre ellos las sanidades) con los que Dios bendijo la predicación del evangelio y confirmo la Palabra (Hebreos 2:3-4).

En segundo lugar, la sanidad divina confirma el amor de Dios. Desde luego, Cristo sano para autenticar su mensaje, pero también sano por la gran compasión que tuvo de las almas que sufrían (Mateo 9:36; Marcos 1:41). Es propio de Dios amar. La sanidad es una
muestra de este amor en un mundo atado por la maldición del pecado. Por una parte, Jesús venció la muerte por medio de su resurrección. Por otra, sus efectos no pondrán fin a la muerte de los creyentes hasta el tiempo de nuestra resurrección o de nuestro arrebatamiento (si aun estamos vivos en ese momento) para recibir al Señor en el aire. En
este sentido la victoria sobre la muerte ya esta garantizada y ahora podemos romper las cadenas de las enfermedades. Dios muestra su amor en los medios que le proporciono a la Iglesia para la liberación del sufrimiento físico.

¿Por que no todos sanan?

Como se ha observado, es importante desarrollar la doctrina (enseñanza) basándonos en las Escrituras y no en la experiencia humana. Algunos que en los primeros años del siglo veinte se encogían de hombros y decían que no se estaban experimentando las manifestaciones pentecostales argumentaban que obviamente estas no eran para la actualidad. Pero gracias a Dios, hubo almas valientes, llenas de fe y con una profunda creencia en la Palabra de Dios, que se atrevieron a creer que la practica de la iglesia no debía ser el factor determinante en el desarrollo de la doctrina ni en decidir cual era la verdad. Así también, el simple hecho de que muchos no sanen hoy no debe ser el factor determinante en nuestra doctrina o enseñanza. Hay misterios que trascienden nuestra comprensión en esta materia. Algunas respuestas las debemos dejar a Dios. Pero si sabemos que es propio de Dios sanar; sabemos que en la expiación hecha por Cristo, Dios ha provisto la sanidad, y sabemos que Cristo le encargo a la iglesia, no solo el ministerio de la reconciliación, sino también el de la sanidad. La fe es la clave que abre la puerta a la bendición divina. Cuando hemos hecho nuestra parte, debemos dejar el resto a Dios. Como alguien sabiamente dijo: "Donde haya un ambiente de mas fe, habrá también mas sanidades." Incluso el Señor Jesús no realizo muchos milagros en un ambiente de incredulidad (Mateo 13:58). La provisión divina esta disponible. La predicación y la enseñanza positiva estimulan la fe. La Iglesia debe estar viva en la fe para que experimente hoy lo sobrenatural.

Reconocemos humildemente que no tenemos todas las respuestas a por que algunas personas no sanan. Pero sabemos y hemos experimentado la verdad biblica de que Dios si sana hoy.

1 comentario:

adela llamas dijo...

yo e creído en las promesas. fe es la certeza de lo que esperamos aunque todavía no lo vemos

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