Iglesia Roca de Salvación
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1 de Juan 2:1
Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Y si alguno peca, abogado tenemos delante del Padre, a Jesucristo el justo.
Ayer estuvimos comentando sobre la vida de gozo, hoy estaremos definiendo la vida de victoria .Como dice Wachman Nee, en su libro “La vida cristiana normal”, “siendo hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús, la vida victoriosa debiera ser una posesión normal en todo cristiano” , lo triste es que pecamos, muchas veces vivimos derrotados.
Si queremos entender lo que es la vida de victoria, debemos saber que ésta no depende de nuestras capacidades, sino de Dios, pecamos pero tenemos un abogado. La vida de victoria, no quiere decir que no cometamos errores y pecados, sino que tenemos victoria en Cristo que es nuestro abogado. Pablo deja esto bien claro en Romanos 8:34-39 “¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, es el que también resucitó; quien, además, está a la diestra de Dios, y quien también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación? ¿angustia? ¿persecución? ¿hambre? ¿desnudez? ¿peligros? ¿espada? Como está escrito: Por tu causa somos muertos todo el tiempo; fuimos estimados como ovejas para el matadero. Más bien, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro”.
Según la definición que da el doctor Scofield, la abogacía es aquella obra de Jesucristo para con los santos que han pecado y que lleva delante de su padre, mediante la que, debido a su propio sacrificio, los restaura a la comunión.
No se admite el pecado, pero hay una perfecta provisión al respecto si pecamos, no hay necesidad de pecar, no hay derecho para pecar, no hay contemporización con el pecado, ni licencia, sino provisión en caso de que caigamos en ello. En un barco no se colocan los salvavidas con la intención de que el barco naufrague, están ahí por si acontece. Cuando dice: “Si alguno peca abogado tenemos con el padre” es una provisión que tenemos en caso de necesidad, es el suministro para vivir una vida de victoria, sin culpabilidad. Como sabemos, hay dos abogados. El señor Jesús que es el abogado para con el Padre, y la misma palabra se emplea acerca del Espíritu Santo en el evangelio de Juan. El es el abogado en nuestro interior. De manera que hay una perfecta despensa provista por Dios para que nosotros vivamos una vida de victoria y positivismo, vivimos derrotados porque nos falta la fe para aceptarla..
Una de las actividades de Satanás es ser el acusador de los hermanos. El lleva esto a cabo sin cesar, día y noche. ¿De qué nos acusa? De los pecados que cometemos. Y, por supuesto, tiene un caso que nadie puede impugnar, porque los creyentes sí pecan, y cualquier pecado pudiera revocar nuestra salvación. Sin embargo, nuestro Señor, nuestro Abogado, nos defiende sobre la única base de que todos nuestros pecados fueron pagados por Su muerte (1 Juan 2:1–2). Algunos, probablemente sin darse cuenta, distinguen entre los pecados que pudieran deshacer nuestra salvación y aquellos que no lo harían, pecados “pequeños”. Pero cualquier pecado tiene la habilidad de hacernos perder la salvación si no fuese por la constante intercesión de nuestro Señor, la cual frustra las acusaciones de nuestro adversario, Satanás.
El creyente puede vivir victorioso en el mundo de Satanás por la fe en Cristo, quien ha llegado a ser el vencedor de Satanás (1 Juan 5:4–5). Ninguna condición se le agrega a la promesa de estos versículos. Cada creyente, ya sea nuevo o maduro, tiene la victoria simplemente porque es creyente. “La terminología de Juan nos guarda de varios errores. La cláusula inicial en 1 Juan 5:4 demuestra que esta victoria no es algo posterior a la salvación, porque es ‘todo lo que es nacido (gegennemenon, una forma perfecta que indica una condición existente basada en un hecho consumado) de Dios’ quien ‘está venciendo (nika, una forma en tiempo presente que denota un patrón continuo de vida) el mundo’ (traducción del autor). La segunda cláusula, por el uso de la forma aorista nikesasa (ha vencido), demuestra que la victoria de hoy está basada en la de ayer; es decir, nuestra victoria está basada en la de él. Finalmente, Juan se opone al error de que la fe abstracta (i.e. fe sin el objeto apropiado) es eficaz. La fe que vence es la que confía en Jesús (el hombre), quien es el Hijo de Dios”
Si desea seguir recibiendo estas reflexiones, favor de notificarlo a s.gonzalez9068@att.net
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