jueves, 28 de enero de 2010

El reino espiritual eterno,Apocalipsis 21:1-4


ROCA DE SALVACION

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Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.

Después de haber descrito el exterminio de todos los enemigos de Dios y la desaparición del mundo de pecado, el vidente de Patmos pasa a describirnos el triunfo de la Iglesia. En una gloriosa visión que contrasta fuertemente con la de la destrucción y humillación de Babilonia (Roma política y religiosa), San Juan nos presenta a la nueva Jerusalén. Contempla a ésta descendiendo del cielo, vestida como una novia, porque representa a la Iglesia, a la Esposa del Cordero. San Juan ha hablado en el capítulo anterior del estanque de fuego donde serán atormentados eternamente los malos; pues bien, ahora, por medio de una especie de contraposición, comienza a hablar con entusiasmo de la bienaventuranza de los salvados en la creación restaurada. Una vez ejecutado el juicio final, se abre una nueva vida para los que creyeron en Cristo. Toda la naturaleza visible será renovada y transformada. Del mismo modo que, por el pecado del hombre, la naturaleza fue sometida a la maldición y a la corrupción, así también ahora, con la glorificación del hombre, será librada de la corrupción y pasará a un estado mejor.
¿Qué significa tener un cielo nuevo y una tierra nueva? ¿Por qué no simplemente renovar o restaurar la actual? ¿Por qué no hay algo de mar en es tierra nueva? ¿Cuál es el propósito de este cambio?
En este texto, estamos en el período posterior a la rebelión final y el juicio final. Satanás se ha ido para siempre. La historia de la salvación ha terminado totalmente su curso, el rey de reyes ha reinado en el mundo por mil años y cada persona ha recibido por fin su justa recompensa. Ahora estamos entrando en el estado eterno más allá de las luchas de la historia humana.
Dentro de este contexto, debe haber una renovación, un nuevo valor para la raza humana purificada, una tierra libre de las cicatrices de la rebelión de Satanás que la inspira. Esta es una necesidad que se explica y se siente a través de todo el Nuevo Testamento. Pablo dice que hay una nueva creación en los seres humanos que están en Cristo (2 Cor. 5:17), esta nueva creación esta en tensión con el sistema antiguo de sus propios cuerpos y el resto de la creación (Romanos 8:19-22). Por eso Pablo dice: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas "(2 Cor. 4:18). Pedro expresa esto mismo "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2 Pedro 3:13). Ahora, en Apocalipsis tenemos la imagen de como eso sucederá, como Dios dice, "Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas" (Apocalipsis 21:5).
Hay dos opiniones sobre la novedad que se está describiendo en Apocalipsis. Algunos estudiosos creen que Juan esta hablando sólamente de un nuevo cielo y una nueva tierra. La antigua será purificada, pero no destruida. De hecho, el verdadero problema para Juan, argumentan, es la purificación moral, no la renovación física, aunque la restauración física también debe ser incluida. Este pasaje, entonces, según esta interpretación, describe una vuelta a los orígenes abandonados y no realizados, cuando la humanidad fue expulsada del Edén. Para documentar su posición, estos estudiosos citan la literatura ínter-testamentaria como 1 Enoc 45:4-5 y 2 Esdras 7:75: 2 Baruch 32:6; 1 Enoc 72:1; 1 Enoc 91:16, los grupos judíos están representados en esta creencia.
Si bien todos los estudiosos están de acuerdo en que el tema central de Juan es la purificación moral, la eliminación de todas las manchas del pecado y la rebelión, algunos estudiosos viendo los términos "el primer cielo y la primera tierra pasaron”, sostienen que de lo que estamos hablando en este pasaje es una creación totalmente nueva. Esto parece ajustarse al lenguaje de Pedro, que escribe, “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche, en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas…esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!” 2 Pedro 3:10, 12). En otras palabras, según esta opinión, el cielo y la tierra están tan contaminados que lo que se necesita es algo como el diluvio del Génesis, una destrucción y re-creación, pero esta vez la destrucción se lleva a cabo por el fuego, no, por el agua. Esta segunda postura parece ajustarse mejor al lenguaje de Apocalipsis. Así, mientras que el objetivo es la purificación moral del mundo, la renovación moral y física está tan entrelazada que requiere una revisión física importante, tan extrema que se llama una nueva creación.
El cielo que se va a destruir no es la morada de Dios (denominado "el tercer cielo, o el séptimo), sino el cielo observable. Génesis 1:1 describe la creación de "los cielos y la tierra." No sólo el planeta, sino toda la creación han sido contaminados por el pecado. Serán rehechos nuevamente. En esta nueva creación no habrá mar. Debido a que soy isleño, tengo un amor por el mar desmedido, la idea de unas vacaciones, en un lugar de descanso junto al mar, me hechiza, pero debo dejar de lado esos sentimientos románticos cuando vengo a leer las Escrituras, ya que no era el punto de vista judío del mar. En las Escrituras el mar es normalmente una imagen negativa. Por ejemplo, Isaías 57:20 dice: "Los impíos son como el agitado mar, que no pueden descansar, cuyas aguas arrojan cieno y lodo." El mar es también el caos de agua de la que el cielo y la tierra fueron separados en origen Génesis 1:2, 6-10. Si bien es una creación de Dios (Salmo 104:26), el mar es también el hogar del monstruo marino Leviatán, a quien Dios vence y arroja en tierra seca (Salmo 74:13-14). No es de extrañar que en la obra judía pseudoepigrafal: “El Testamento de Moisés” 10:6 diga que cuando Dios venga en el final de la edad, el mar se retirará en el abismo. En el Apocalipsis, el mar es la fuente de donde surge la bestia y es el trono de la gran ramera (Ap. 13:1; Ap. 17:1). Este símbolo del caos y de los poderes del mal no puede existir en un nuevo cielo y la tierra.
Los cielos nuevos y tierra nueva, tienen igualmente una nueva ciudad, la nueva Jerusalén. Si bien este no es el lugar para hacer comentarios detallados, es cierto que aquí también hay algo importante. En las Escrituras las primeras ciudades fueron construidas por gente malvada (Génesis 4:17; Génesis 10:10; Génesis 11:1-9). La antigua Jerusalén era el lugar que Dios escogió para poner su nombre, pero era también una ciudad infiel, a la que Juan llama "Sodoma y Egipto" (Apocalipsis 11:8). Por lo tanto, los seres humanos pecadores no podían, ni pueden, producir, la verdadera ciudad, con una comunidad centrada en Dios, en que la paz y la justicia están realmente presentes.
Todo este pasaje, entonces, habla de la realización de las esperanzas y los sueños de la humanidad en la nueva creación. Los seres humanos fueron creados para vivir en la tierra, por lo que una nueva tierra será su casa. Los seres humanos fueron creados para la comunión con Dios, de modo que habitará en medio de ellos. Los seres humanos fueron creados para la comunidad, por lo que una verdadera ciudad será establecida. Sin duda hay mucho simbolismo en lo que está sucediendo en este pasaje, sin embargo, ese simbolismo es el simbolismo de una nueva realidad y la descripción de una mera mente humana, impía no pude describir.
Sea o no, el nuevo cielo y la nueva tierra, una renovación o una creación, la revelación indica el hecho que el universo tal como lo conocemos es temporal y "todos se gastará como un vestido" (Hebreos 1:11-12). Incluso hemos de interpretar a Juan como diciendo que la estructura básica de la tierra sigue siendo la misma, pero la cultura humana y sus creaciones serán barridos. La historia como la conocemos, ha llegado a su fin. Dios está comenzando un nuevo capítulo en una nueva historia, su historia eterna. Sin embargo, al mismo tiempo, los seres humanos no son espíritus. Son criaturas orgánicas, ahora resucitados y glorificados. No viven en las nubes, sino en un mundo y en una ciudad.. Dios provee para ellos lo que diseñó en la creación, un hogar en la tierra. No es el Edén, sino un paso más allá del Edén, un desarrollo más perfecto de lo que podría haber sido, una tierra nueva, con una ciudad con Dios en medio. Eso responde a un anhelo interior del corazón humano, por lo que es apropiado que Juan termine la narración del Apocalipsis con esta descripción de la esperanza.
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