jueves, 21 de enero de 2010

Las dos bestias y la ramera Apocalipsis 13 y 17

ROCA DE SALVACION

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(pentecostalismo clásico)



Apoc 13 Y vi que subía del mar una bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas. Sobre sus cuernos tenía diez diademas, y sobre sus cabezas había un nombre de blasfemia. La bestia que vi era semejante a un leopardo; sus pies eran como de oso, y su boca como la boca de león. Y el dragón (Diablo) le dio su poder y su trono y grande autoridad. Y vi otra bestia que subía de la tierra. Y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, y hablaba como un dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y sus habitantes adoren a la primera bestia cuya herida mortal fue sanada Apoc 17:1-7 Vino uno de los siete ángeles que tenían las siete copas y habló conmigo diciendo: “Ven acá, y te mostraré la condenación de la gran ramera que está sentada sobre muchas aguas. Con ella fornicaron los reyes de la tierra, y los que habitan en la tierra se embriagaron con el vino de su fornicación.” Me llevó en el Espíritu al desierto. Y vi una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia y que tenía siete cabezas y diez cuernos. La mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y estaba adornada con oro y piedras preciosas y perlas. En su mano tenía una copa de oro llena de abominaciones y de las impurezas de su inmoralidad. En su frente estaba escrito un nombre, un misterio: “Babilonia la grande, madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra

Esta reflexión es a solicitud de Teofilo Antonio Velazquez Pérez. Dios lo continúe bendiciendo. REDACCION LE DA LAS GRACIAS POR SU TEMA
Las dos bestias en Apocalipsis representan al Falso profeta y al Anticristo, Aclarando que no son dos bestias literales, el Apocalipsis es una literatura de señales y códigos. Mediante signos y caracteres se representan las cosas celestiales. Como se dice en el lenguaje teológico, “Es un idioma antropomorfo”.La sección 17:1 al 19:10 de Apocalipsis, se puede dividir en los siguientes puntos :i)La gran Ramera (17:1-7).2)Simbolismo de la Bestia y de la Ramera (17:8-18).3)Un ángel anuncia solemnemente la caída de Babilonia-Roma (18:1-3).4)El pueblo de Dios ha de huir de Babilonia (18:4-8).5)Descripción de la ruina de Babilonia mediante los lamentos de los que vivían en ella (18:9-19).6)Regocijo de los santos (18:20-24).7)Cántico triunfal en el cielo (19:1-10). Le explicaremos el ministerio de las dos bestias. La primera Bestia simboliza, según Apo 17:10-14, el Imperio romano, tipo de todas las fuerzas que se levantarán contra la Iglesia en el decurso de los siglos, y al Anticristo, su gobernador final. En efecto, el vidente de Patmos ve esa primera Bestia venir del Mediterráneo con siete cabezas y diez cuernos (v.1).Hay que tener en cuenta que la potencia del imperio romano era en gran parte marítima, sobre todo vista desde Asia Menor. En los diez cuernos, la Bestia llevaba otras tantas diademas, y en las siete cabezas, nombres de blasfemia. Las siete cabezas de la Bestia simbolizan una serie de siete emperadores que se sucedieron en el trono de Roma. Y probablemente también aluden a las siete colinas sobre las cuales se asentaba la capital del Imperio romano. Los diez cuernos representan diez reyes vasallos de Roma que actuaban en íntima conexión con ella en su política persecutoria contra la Iglesia, y que al final de los tiempos le darán su poder al Anticristo. La identificación de esos reyes y emperadores resulta difícil e hipotética. La fábula representaba la hidra con muchas cabezas para significar su resistencia a la muerte, porque, destruida una cabeza, quedaban las otras. Los cuernos son en la Sagrada Escritura símbolos de la fuerza, incluso de la fuerza militar .Las coronas que llevaba la Bestia significan el poder regio de los distintos soberanos. En cada una de las siete cabezas hay un nombre de blasfemia, es decir, un nombre blasfemo. Tales debían de ser a los ojos de San Juan y de los cristianos de entonces los títulos que los emperadores romanos se daban a sí mismos, como vemos por las monedas y las inscripciones. Algunos de ellos eran indudablemente blasfemos: Augustus, Divus, Deus, Filius dei, Dominus, Salvator, Benefactor .Estos títulos herían profundamente a los judíos, monoteístas, y a los cristianos, porque con ellos una pura criatura trataba de arrogarse atributos divinos exclusivos de Dios. Domiciano fue el primero que empezó a usar estos títulos en la misma Roma, en donde ninguno de sus predecesores se había atrevido a los, si exceptuamos el título de Augustus .El emperador Tiberio se excusa en una ocasión de haber permitido que los españoles le dedicasen un templo, siguiendo en esto el ejemplo de Augusto, que había permitido erigir en Pergamo un templo en su honor. Pero, si lo toleraba excepcionalmente, sabía muy bien — como dice Tácito — que era un hombre mortal. También Nerón impidió que le dedicasen un templo en Roma. Solamente los admitió para después de su muerte, porque los honores divinos no se debían dar — según él — a un emperador mientras viviese entre los mortales. “Al final de los tiempos ese imperio Romano resucitara en la Unión Europea. La segunda Bestia Después de la visión de la primera Bestia, San Juan ve otra Bestia, que se diferencia de la primera. La primera sale del mar, es decir, viene del occidente; la segunda, en cambio, viene de la tierra, o sea, para Juan, que estaba en Patmos, la tierra era el Asia Menor. La primera Tenía diez cuernos, expresión de su gran poder; la segunda sólo tiene dos, que se asemejan a los de un cordero .El profeta Daniel también nos habla de un carnero con dos cuernos, que para él representaba el imperio persa. No obstante el aspecto manso de cordero que tenía la segunda Bestia del Apocalipsis y que parecía hacerla poco temible, su lenguaje es venenoso y maléfico como el del Dragón (v.11).Con lo cual el autor sagrado quiere significar su actuación en extremo peligrosa y ponzoñosa. Ejerce una actividad muy amplia y maléfica en favor de la primera Bestia (Anticristo político). Es, por lo tanto, una aliada de ella. Le presta su ayuda no con solas palabras, más o menos persuasivas, sino con grandes prodigios, hasta hacer bajar fuego del cielo. Y con estos portentos, obrados delante de la primera Bestia y en honor de ella, logra arrastrar a los hombres en pos de la Bestia, que, habiendo recibido una herida mortal, había revivido. Todavía hace más: infunde espíritu de vida en las imágenes de la Bestia para que hablen. Con esto inducía a todos a que adorasen a la Bestia y hacía morir a los que se resistían a este homenaje. Además, hacía marcar a todos en la frente y en la mano con la señal de la Bestia. Todos estos detalles nos pintan al vivo el carácter de esta segunda Bestia, que no representa una potencia político-militar como la primera, sino una potencia espiritual al servicio de ella. No dispone de la fuerza, sino de la persuasión y del arte de prestidigitación para engañar a los hombres.. Es una fuerza filosófico-religiosa, una especie de personificación de los falsos profetas disfrazados con piel de cordero de que nos habla Jesús en el Evangelio .De ahí que, si la primera Bestia era el tipo del anticristo político, la segunda es el tipo del anticristo religioso. Tiene que ser un poder espiritual que obra poderosamente sobre las almas, induciéndolas a rendir culto a la primera Bestia. Se trata de un poder religioso que ejerce al mismo tiempo un poder político de parte del imperio (v.12), y promueve el culto imperial y la persecución contra los cristianos (v.12 y 15).
La gran ramera: Esta Ramera será pronto identificada con la ciudad de Babilonia (Roma). El verso 18 del Capitulo 17 dice “La mujer que has visto es la gran ciudad que tiene imperio sobre los reyes de la tierra”. Los intérpretes católicos sostienen que se refiere literalmente a la ciudad de Roma. Los protestantes mantienen por su parte, que el verso 18 no se refiere a la ciudad literal de Roma, pues entonces no seria un misterio como declara el ángel, sino que se refiere a la iglesia apostata. La interpretación católica de Holy Trinity Orthodox Mission dice: “Roma es tipo de la ciudad del diablo. La prostitución, en lenguaje profético, era símbolo de la idolatría. Israel, la esposa de Jehová, al entregarse al culto idolátrico, abandonaba a su legítimo esposo yéndose con otros .De ahí que la idolatría sea llamada fornicación. En Nahum, Nínive es representada como una meretriz, y lo mismo Tiro en Isaías .En Ezequiel se describe a Israel bajo la forma de una mujer hermosa que se deja llevar del amor a los ídolos y abandona a Jehová .En el Apocalipsis, esa fornicación será el culto idolátrico de Roma, incluyendo a sus emperadores, sin exceptuar el culto pagano que en todo el imperio se tributaba a los dioses. El epíteto de Ramera que el autor sagrado da a Roma probablemente no sólo se refiere a su idolatría, sino también a la corrupción de costumbres y a los ritos licenciosos que se permitían en los cultos paganizados. Las grandes aguas sobre las cuales estaba sentada Roma, representan los pueblos y naciones sobre los que ejercía su dominación, como nos declarará luego el autor sagrado en el v.15.Las aguas de por sí indican inestabilidad. Por eso, Roma, asentada sobre las aguas inestables de las naciones, caerá y se arruinará. La imagen se inspira en Jeremías 10, que la aplica a Babilonia, sentada sobre el río Eufrates y sus canales, o también en Ezequiel cuando habla de Tiro, que tenía su morada en medio de los mares. Pero al no convenir literalmente a Roma, que no estaba situada junto al mar ni junto a grandes ríos, San Juan la interpreta simbólicamente. A no ser que pensemos que para el vidente de Patmos, como para todo el que mirase a Roma desde Asia, aparecía sentada en medio del Mediterráneo. En cuyo caso habría que entender las palabras de nuestro texto en sentido”. Nuestra interpretación sostiene que, la ramera no puede ser literalmente una simple ciudad, sino que así se le llama en sentido espiritual (Mic_11:8). Tampoco puede la bestia, que sostiene la ramera, representar un poder espiritual, sino un poder mundano. La ramera es la Iglesia apóstata. Satanás, habiendo fracasado por medio de la violencia, trata de apresar la iglesia, y con demasiado éxito, por medio de las seducciones mundanas, ella fué vencida por estas tentaciones; así pues se la ve sentada sobre la bestia de color bermejo, siendo, ya no la esposa, sino la ramera; ya no la Jerusalén, sino la Sodoma espiritual (11:8). No puede ser la Roma pagana, sino la Roma papal, si se denota una sede particular de error; pero me inclino a creer que el juicio (18:2) y la fornicación espiritual (18:3), aunque encuentran su culminación en Roma, no se restringen a Roma, sino que comprenden toda la Iglesia apóstata, romana, griega y aun protestante, hasta el grado en que esté seducida de su “primer amor” (2:4) para con Cristo, el Novio celestial, y haya dado su afecto a las pompas e ídolos mundanos. La mujer (esposa, 12:1) es la congregación de Dios en su pureza bajo el Antiguo y Nuevo Testamentos, y aparece de nuevo como la Novia del Cordero, la Iglesia transfigurada preparada para las bodas. La mujer, la Iglesia invisible, está latente en la Iglesia apostólica, y es la Iglesia militante; la Novia es la Iglesia triunfante.

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