ROCA DE SALVACION
Si desea seguir recibiendo estas reflexiones, favor de escribirnos
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(pentecostalismo clásico)
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Entonces Jehovah Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.
El vocablo eutanasia es todo acto u omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al enfermo, y que produce la muerte inmediata de éste. La expresión deriva del griego: eu (‘bueno’) y thanatos (‘muerte’). Quienes defienden la eutanasia sostienen que la finalidad es evitarle sufrimientos intolerantes o la prolongación artificial de la vida a un enfermo, presentando tales situaciones como «contrarias a la dignidad». Sus defensores mantienen que para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de sufrir, necesariamente, una enfermedad terminal o desahuciada, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el asentimiento del enfermo.
En el medio hispanohablante se han introducido conceptos para la evaluación ética de la eutanasia y se la califica de directa o indirecta en cuanto existe o no la intención de provocar primariamente la muerte en las acciones que se realizan sobre el enfermo terminal. En el contexto anglosajón, se distingue entre la eutanasia como acción y la eutanasia como omisión (dejar morir). Sin embargo, la Organización Médica Colegial española y otras instituciones no aceptan la distinción terminológica entre «activa» y «pasiva», porque lleva a confusión. Consideran que la eutanasia es siempre deontológicamente (conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad profesional) condenable. Cosa bien distinta puede ser el acto médico de suspender un tratamiento inútil. Como dice el Doctor John Jefferson Davis en su libro Evangelical Ethics, Issues Facing the Church today “Existe una gran diferencia entre mantener la vida y prolongar la muerte, y citando al Dr. Paúl Ramsey dice, hay una diferencia entre salvar a alguien prolongando la vida o solo prolongando la muerte
El vocablo eutanasia es todo acto u omisión cuya responsabilidad recae en personal médico o en individuos cercanos al enfermo, y que produce la muerte inmediata de éste. La expresión deriva del griego: eu (‘bueno’) y thanatos (‘muerte’). Quienes defienden la eutanasia sostienen que la finalidad es evitarle sufrimientos intolerantes o la prolongación artificial de la vida a un enfermo, presentando tales situaciones como «contrarias a la dignidad». Sus defensores mantienen que para que la eutanasia sea considerada como tal, el enfermo ha de sufrir, necesariamente, una enfermedad terminal o desahuciada, y en segundo lugar, el personal sanitario ha de contar expresamente con el asentimiento del enfermo.
En el medio hispanohablante se han introducido conceptos para la evaluación ética de la eutanasia y se la califica de directa o indirecta en cuanto existe o no la intención de provocar primariamente la muerte en las acciones que se realizan sobre el enfermo terminal. En el contexto anglosajón, se distingue entre la eutanasia como acción y la eutanasia como omisión (dejar morir). Sin embargo, la Organización Médica Colegial española y otras instituciones no aceptan la distinción terminológica entre «activa» y «pasiva», porque lleva a confusión. Consideran que la eutanasia es siempre deontológicamente (conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad profesional) condenable. Cosa bien distinta puede ser el acto médico de suspender un tratamiento inútil. Como dice el Doctor John Jefferson Davis en su libro Evangelical Ethics, Issues Facing the Church today “Existe una gran diferencia entre mantener la vida y prolongar la muerte, y citando al Dr. Paúl Ramsey dice, hay una diferencia entre salvar a alguien prolongando la vida o solo prolongando la muerte
CLASIFICACION[1]
1. Eutanasia directa: Adelantar la hora de la muerte en caso de una enfermedad incurable, esta a su vez posee dos formas:
Activa: Consiste en provocar una muerte indolora a petición del afectado cuando se es víctima de enfermedades incurables muy penosas o progresivas y gravemente invalidantes; el caso más frecuentemente mostrado es el cáncer, pero pueden ser también enfermedades incurables como el sida. Se recurre, como se comprende, a sustancias especiales mortíferas o a sobredosis de morfina.
Pasiva: Se deja de tratar una complicación, por ejemplo una bronconeumonía, o de alimentar por vía parenteral u otra al enfermo, con lo cual se precipita el término de la vida; es una muerte por omisión. Puede revestir dos formas: la abstención terapéutica y la suspensión terapéutica. En el primer caso no se inicia el tratamiento y en el segundo se suspende el ya iniciado ya que se considera que más que prolongar el vivir, prolonga el morir». Debe resaltarse que en este tipo de eutanasia no se abandona en ningún momento al enfermo.
2. Eutanasia indirecta: Consiste en efectuar procedimientos terapéuticos que tienen como efecto secundario la muerte, por ejemplo la sobredosis de analgésicos, como es el caso de la morfina para calmar los dolores, cuyo efecto agregado, como se sabe, es la disminución de la conciencia y casi siempre una abreviación de la vida. Aquí la intención, sin duda, no es acortar la vida sino aliviar el sufrimiento, y lo otro es una consecuencia no deseada.
NUESTRA POSTURA CRISTIANA MODERADA[2]
Las Asambleas de Dios condena como inmoral matar a los débiles, los minusválidos, los discapacitados mentales, o los ancianos, sea por un acto deliberado o la coerción o ayuda a una persona para suicidarse. Dios es tanto el dador de vida como el árbitro de la vida. El suicidio completamente informado y libremente escogido es la usurpación final de la prerrogativa divina. Los humanos no están autorizados a tomar su propia vida o la vida de los demás. Nunca debemos hacer sentir a los enfermos y débiles que son una carga y que tienen una obligación moral de librar a la sociedad de tal carga. Su depresión y enfermedad suelen traer dolor emocional y físico y provocan serias dudas acerca de su habilidad de escoger libremente el suicidio. Se debe recordar que la mayoría de los suicidios ocurre durante tiempos de profunda depresión y mucho dolor físico, cuando el razonamiento y la responsabilidad personal son seriamente perjudicados. Las Asambleas de Dios no adoptan o favorece la creencia de que tales personas serán automáticamente perdidas para siempre.
A algunos grupos en nuestra sociedad les gustaría ver legalizada la eutanasia, sin embargo, eso pondría en tensión los principios éticos del cristianismo y la profesión medica, dejarían de ser sanadores para ser verdugos, pondría el destino de la vida humana en manos de aseguradoras inescrupulosas y de doctores inmorales. Los cristianos debemos ver la vida como algo sagrado y la muerte como prerrogativa divina.
También debemos ser realistas y darnos cuentas que en algunos casos, no estamos prolongando la vida sino la muerte, en esos casos, en que la vida se esta manteniendo por medios artificiales, creemos que se debe decidir cada caso por separado y no crear una ley general, es decir: resolver caso por caso según las condiciones de cada enfermo. Exhortamos a los lectores que dejen escrito su voluntad. Ya en algunos hospitales existe una forma que pueden llenar y dejar escrita. El respeto de un cristiano a la santidad de la vida humana no quiere decir que la vida deba prolongarse con todos los medios tecnológicos posibles. Un cristiano debe procurar ser sanado de una enfermedad si hay sanidad posible. Sin embargo, en cuanto a enfermedades incurables, en que el curso de la enfermedad es irreversible, a veces pudiera ser apropiado el suspender un tratamiento determinado. Hay veces en que la carga del tratamiento supera cualquier beneficio posible del tratamiento a un determinado paciente. Por ejemplo, un paciente de cáncer cuya enfermedad no puede curarse tal vez prefiera irse al hogar o a un centro asistencial donde pueda esperar la muerte rodeada de los seres queridos en un ambiente familiar. Una persona que tome tal decisión no ha perdido interés en la vida, sino que ha optado por vivir a plenitud el tiempo que le queda en esta tierra.
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[1] Encyclopedia Libre
[2] ©2005 Concilio General de las Asambleas de Dios 1445 North Booneville Avenue Springfield, Missouri 65802-1894
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