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El acatamiento del redentor y su reino final
1 Corintios 15:24-28
Pero cada uno en su orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. Después el fin, cuando él entregue el reino al Dios y Padre, cuando ya haya anulado todo principado, autoridad y poder. Porque es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies. El último enemigo que será destruido es la muerte. Porque ha sujetado todas las cosas debajo de sus pies. Pero cuando dice: “Todas las cosas están sujetas a él”, claramente está exceptuando a aquel que le sujetó todas las cosas. Pero cuando aquél le ponga en sujeción todas las cosas, entonces el Hijo mismo también será sujeto al que le sujetó todas las cosas, para que Dios sea el todo en todos.
Hay pasajes de las escrituras que creemos que dominamos a la perfección, hasta que alguien nos hace una pregunta que no esperábamos, y entonces, nos sorprendemos. Este es el caso del texto que comentamos hoy. Recientemente alguien nos cuestionó sobre el pasaje, nos preguntó sobre cual es el grado de sujeción de Cristo con respecto al Padre.
Comenzaremos diciendo que en estos versos, Pablo entra en la descripción de los últimos momentos del drama escatológico de la historia, cuando, llegado a su fin el mundo actual, Cristo entregue el reino al Padre (v.24-28). Pablo esta enseñando que la creación y la historia tienen una meta, un destino y un orden previamente establecido por Dios. Nos enseña en este pasaje que el genero humano no esta construido de partes diferentes unidas entre si, sino que hay una solidaridad en el genero humano, todos, en todas partes, comparten la misma fortuna y la misma historia. Pablo habla de que fue preciso que Cristo reinase ” (v.25),es decir, ejerciese el poder soberano con que el Padre le exaltó a partir de su resurrección ( Fil 2:9-11; Ef 1:20-23),mientras hubiese enemigos que combatir (v.24;cf.2:6;Col 2:15;Ef 6:12),el último de los cuales ha sido la muerte, por fin derrotada también con la resurrección gloriosa de todos los justos (v.26).Una vez conseguida la victoria con la sumisión a él de todas las potencias hostiles que se oponían al reino de Dios (v.25- 27),puestos ya en seguro todos los redimidos, como general victorioso que vuelve de la campaña encomendada por el Padre (Gal 4:4-7;Jn 17:4),Cristo le entrega el reino (v.24),que es lo mismo que decir: cesa su función redentora y mesiánica, dando así comienzo el reino glorioso y triunfante de Dios, reino de paz, de inmortalidad y de gozo, en que no habrá ya nada ajeno u opuesto a él (v.27-28).Para mejor ilustrar esta universalidad del triunfo del Mesías, Pablo se vale de dos citas de la Escritura (v.25-27),que corresponden a los Salmos 110:1 y 8:7, respectivamente .
Respecto del reinado eterno y glorioso de Dios, una vez sometidas a Cristo todas las cosas, queremos llamar la atención sobre dos expresiones que aquí usa Pablo. En primer lugar, esa especie de paréntesis en el v.27, excluyendo al Padre del ámbito de las cosas sometidas a Cristo. Evidentemente, tal advertencia resulta totalmente extraña para nuestra mentalidad cristiana, que la juzga del todo innecesaria. Ya que sabemos que el Padre y el Hijo siempre han estado subordinados mutuamente, en lo que al plan redentor se refiere. Sin embargo, no era así para la mentalidad grecorromana, acostumbrada a oír hablar de luchas y de deposición de dioses, como la de Saturno por su hijo Júpiter o la de Urano por Saturno. San Pablo se cree obligado a decir a los corintios que en el cristianismo no existen tales luchas. La otra expresión sobre la que queremos llamar la atención es la del v.28:.” para que Dios sea todo en todo ” .Esta expresión, igual que otras del discurso de Atenas (hechos 17:28),son viejas fórmulas estoicas, de tendencia panteísta, pero que Pablo recoge y cristianiza, tratando de recalcar que hay una como especie de “divinización ” del universo actual, sometido plena y eficazmente a las fuerzas e influencias divinas. En la mentalidad teológica de Pablo el universo, su estado y destino esta ligado al destino de los hijos de Dios, y sometido a los influjos divinos. Por eso en Romanos 8:19-23 dice “Pues la creación aguarda con ardiente anhelo la manifestación de los hijos de Dios. Porque la creación ha sido sujetada a la vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa de aquel que la sujetó, en esperanza de que aun la creación misma será librada de la esclavitud de la corrupción, para entrar a la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una sufre dolores de parto hasta ahora. Y no sólo la creación, sino también nosotros, que tenemos las primicias del Espíritu, gemimos dentro de nosotros mismos, aguardando la adopción como hijos, la redención de nuestro cuerpo”.
Las actividades ad extra de la trinidad, son hechas con solidaridad, no hay individualismo, ni independencia en sus actos. Los tres crean, los tres redimen. Su economía es un conjunto de actos a favor del ser humano, que se realizan con plena armonía y sometimiento entre si. Por eso Cristo dijo, “Que sean unos como nosotros somos uno, yo en ellos y tu en mi”. El egoísmo y el anhelo de querer dominar y mandar son ajenos a Dios, es un producto netamente del pecado humano. El Hijo se sujetará, no como las criaturas, sino como Hijo voluntariamente subordinado, aun cuando es igual al Padre. En el reino mediador actual, el Hijo es en un sentido distinto del Padre. En el estado eterno su reino se fundirá en el del Padre, con el cual él es uno; no que haya en esto derogación alguna de su honor, porque el Padre mismo quiere “que todos honren al Hijo, como honran al Padre” (Juan 5:22-23; Heb 1:6). El objetivo de este sometimiento es que “todas las cosas,” sin la más mínima contravención de la prerrogativa divina, sean sujetadas al Hijo, y el Hijo será subordinado al Padre, participando al mismo tiempo igualmente de la gloria. Entonces, todos y cada uno sentirán que Dios es el todo de ellos. Es el regreso al Jardín del Edén.
Cuando la administración del actual reino de gracia sea cerrada definitivamente, cuando ya no exista el estado de probación actual, y por consiguiente no haya diferencia entre el reino de gracia y el reino de gloria. Entonces el Hijo como hombre y Mesías dejará de ejercer un dominio distinto y Dios será el gobernante universal. No quedará entonces ninguna distinción de funciones en la trinidad, que actualmente procede distinta y separadamente, en reino de gracia y reino de gloria. Entonces la esencia divina aparecerá indivisible y eternal, no obstante el Hijo permanecerá como una persona eterna e indivisible en la divinidad.
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