viernes, 3 de abril de 2009

Diez leprosos Lucas 17:11-19

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Rev. Samuel M Gonzalez

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Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos y alzaron la voz, diciendo !Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros! Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Uno de los lectores más fieles de nuestras reflexiones es el hermano Wiston Nava, quien el día de ayer estuvo compartiendo con nosotros este hermoso pasaje de las escrituras. Sin duda la historia de los diez leprosos, es una de las preferidas de los predicadores, por la gran cantidad de enseñanzas ético-espirituales que encierra. Basados en esta narración pudiéramos hablar sobre: Agradecimiento, Alabanza, Fe, Milagros, Sanidades, Obediencia, Misericordia, Que hacer en situaciones extremas. En fin es una mina de riquezas espirituales.
Al llegar Jesús cerca de una aldea innominada, salen a su encuentro diez leprosos, pidiendo ser purificados. Lo llamaron desde una distancia obedeciendo la ley de Moisés, tocante a los leprosos, la cual establecía que ellos debían permanecer separados, (por lo menos cien pies), de las otras personas. No les estaba permitido acercarse, y de violar esta ley eran castigados con cuarenta azotes. (Levíticos 13), Los leprosos podían conversar con los leprosos, pero no podían mantener conversaciones, ni relaciones con los que tenían otros géneros de enfermedades, debido a eso en el estanque de Bethesda habían cinco pórticos, a fin de mantener los diferentes enfermos aislados. Por razón que la ley prohibía que los leprosos fueran expulsados, sin una provisión, se crearon lugares, donde ellos moraban en compañía de otros que tenían la misma enfermedad. Debido a esto alzaron su voz desde la distancia. Sin duda habían oído hablar las maravillas que hacia Jesús, ellos sabían que estaban contaminados por la lepra, pero tenían la convicción que lo que decía Cristo era verdad y fueron inmediatamente al Sacerdote .Al obedecer a Cristo se exponían a un severo castigo por parte de las leyes judías, estaban desobedeciendo las leyes de retraimiento establecidas. Jesús evidentemente no se acerco a ellos. Al ellos obedecer el mandato y ponerse en marcha, fueron limpios de su lepra. Al ordenarle que fueran al oficiante, Jesús perseguía un doble objetivo, no era que fueran limpios de la lepra solamente, sino que fueran restituidos a la comunión con Dios en el templo. Ya habían sido limpiados de la lepra por Jesús, pero era necesario que el sacerdote los examinara y les diera un certificado de su limpieza legal, para que pudieran volver a sus familias. De nada valía que fueran limpios y permanecieran aislados de la comunión con los santos. En esta época donde el carismatismo está a flor de piel, que los milagros están a la orden del día no podemos perder de vista esta enseñanza. Cuando Dios oye nuestro ruego desde el cielo, él considera cuatro cosas.
  1. La gloria de Dios ¿Será lo que deseamos para la gloria de Dios?
  2. Nuestro bien, no solamente físico sino también espiritual
  3. La sabiduría de Dios. Solo él sabe lo que necesitamos y cuando lo necesitamos
  4. La misericordia de Dios. Sobre todas las cosas, Dios quiere que los hombres conozcan su misericordia, muchas veces Dios permite que pasemos por pruebas, para poder manifestar su misericordia.


En el caso de los leprosos, la fe activó la obediencia, no hay fe sin obediencia. Aunque la obediencia no es fe, se activa a través de la fe y a su vez, la fe es demostrada a través de la obediencia. El punto final de un milagro, lo que se espera de la persona beneficiada, es el agradecimiento que se muestra a través de la obediencia. Ningún judío hubiera esperado que algún samaritano odiado tuviera gratitud hacia un judío. Era un extranjero que no sabía nada de las grandes bendiciones que los judíos recibían de Dios, pero en este caso el samaritano era el único que expresó gratitud. Como dice Matthew Henry: “La conciencia de ser leprosos espirituales debiera hacernos muy humildes cada vez que nos acercamos a Cristo. Basta que nos sometamos a la compasión de Cristo, porque no fallan. Podemos esperar que Dios nos satisfaga con misericordia cuando seamos hallados en el camino de la obediencia. Sólo uno de los sanados volvió a dar las gracias. Nos corresponde, como a él, ser muy humilde en la acción de gracias y en las oraciones. Cristo destacó al que así se distinguió: era un samaritano. Los otros sólo obtuvieron la cura externa, solo éste tuvo la bendición espiritual”. Y aconteció que mientras iban (mostrando su fe por su obediencia, Santiago. 2:18), fueron limpiados. Si no hubieran ido como Jesús mandó, no habrían recibido la limpieza. Así fue con Naamán el leproso sirio. Si no hubiera descendido al Río Jordán, según el mandamiento del profeta Eliseo, no habría sanado de su lepra (2 Reyes 5:10-14). De la misma manera somos limpiados del pecado al cumplir con el mandamiento de Jesús.

Deseamos que nos mande su pasaje favorito

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