Iglesia Roca de Salvación
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Rev. Samuel M González
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No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.
Los versos 13 al 27 del capitulo 7 de Mateo presentan cuatro contrastes entre el discipulado verdadero y falso (vea. Lucas 13:24; 6:43-46; 13: 25-27; 6:47-49). Estos cuatro contrastes entre lo verdadero y lo falso concluyen el discurso del Sermón del Monte. La división entre lo verdadero y lo falso se hace en cuatro puntos diferentes, de manera que todo el complejo forma una base penetrante para la autoevaluación.
Los versos 13,14, dan un franco contraste entre los que son salvos y los perdidos; las dos puertas y los dos caminos conducen respectivamente a la perdición y a la vida. El verdadero discipulado es una posición de minorías, es un asunto de deliberadamente tomar la opción de no andar con la corriente, sino que es un asunto de vida o muerte.
Los versos 15-20, sigue una división más sutil, que cae dentro del grupo de los que profesan ser discípulos. Los falsos profetas se presentan como aquellos que pertenecen al grupo (están vestidos de ovejas), sin embargo, su intención es destruir (lobos rapaces). Así que no toda la supuesta profecía puede aceptarse según su apariencia; debe ser probada. La prueba no es lo que dice el profeta sino su fruto. El significado de fruto no se especifica, pero la metáfora ocurre varias veces en Mateo para indicar una conducta que es genuinamente agradable a Dios (vea. 3:8-10; 12:33-37; 21:43).
Los versos 21-23 nos presentan a aquellos que aparentemente se creen discípulos genuinos y que apelan a sus actividades carismáticas para comprobarlo, pero que resultan no tener una verdadera relación con el Señor ante quien apelan. Los profetas falsos del verso 15 eran engañadores, pero éstos se engañan a sí mismos. Su aceptación no depende de su profesión, ni siquiera de su aparente actividad cristiana, sino de si Jesús los conoce. Nótese la extraordinaria autoridad que él asume como juez; entrar al reino de los cielos depende de su reconocimiento y consiste en estar con él.
Finalmente (24-27), sale otra división basada en la conducta. Tanto los prudentes como los insensatos se describen como el que oye mis palabras; la diferencia está en hacerlas Además, esta división abarca a los que pertenecen al círculo de Jesús. Toda esta sección final del discurso nos deja incómodos ante la demanda de considerar no sólo lo que profesamos, sino si se basa en una relación genuina con Jesús que resulta en una vida de verdadero discípulo.
Estos versos hablan de la verdadera cualificación para entrar en el reino, nos dicen que la verdadera religión no es una mera profesión. El discipulado no es meramente nominal, no es tampoco meramente oficial. “Muchos dirán en aquel día”. Estas palabras sugieren que la enseñanza y el celo activo no es una garantía para una vida santa, sugieren que una religión de meritos, tratar de ganar el favor de Dios por nuestras obras, termina en decepción. El discipulado no es meramente ortodoxia, nosotros podemos ser expertos en teoría y ser analfabetos en la práctica, podemos estar versados en los principios de la música, y sin embargo no ser capaces de tocar una sola nota en ningún instrumento, podemos ser capaces de enseñar gramática y retórica y sin embargo ser muy torpes como oradores. Muchos doctores en teología hablan de verdades supuestamente bíblicas que están muy lejos de la verdad revelada, de hecho muchos de ellos hablan silogismos de idiomas griegos y hebreos y sin embargo carecen del conocimiento experimental de la verdad, un poeta puede hablar rítmicamente de las virtudes del evangelio y sin embargo no tener la vida que ofrece ese evangelio. Un medico puede prescribir la enfermedad de otro y sin embargo morir de lo mismo que prescribió.
La verdadera religión es práctica, “los que hacen la voluntad del Padre”.La obediencia a Dios es la suma de lo que es religión, la obediencia a Dios es la fe en acción, la obediencia es la prueba del amor verdadero.
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