Iglesia Roca de Salvación
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Rev. Samuel M González
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Romanos 8:5-7
Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden.
I. La mente carnal. «La mentalidad de la carne es muerte.» No hay nada en absoluto en ella que agrade a Dios. El que siembra para esta mente carnal segara corrupción, la prueba de la muerte. Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. La mente carnal no es muerte en un sentido pasivo, porque es aun peor que esto: es «enemistad contra Dios», y una enemistad tan amarga que no puede someterse a la ley de Dios (v. 7). Un árbol corrompido no puede dar buen fruto. La única cura para la mente carnal es la crucifixión. Saulo fue libertado de su mente carnal cuando dijo: «¿,Que quieres que haga?» «Con Cristo estoy juntamente crucificado.».
II. La mente espiritual. «La mentalidad del Espíritu es vida y paz.» Es la evidencia de un gran cambio. La vida y la paz son el resultado de esta nueva creación espiritual. La enemistad ha sido muerta por la cruz. Ahora siembran para el Espíritu y cosechan vida eterna. La mente espiritual es una mente iluminada por el Espíritu de verdad, gozando del amor de Dios, y buscando llevar a cabo Sus propósitos. Son vivos para Dios, y por ello presentan a El sus miembros como instrumentos de justicia (Ro. 6:11-13). Es el buen árbol que no puede dar mal fruto (Mat. 7:18). Es una condición de vida en Cristo y de paz con Dios.
Los hombres tienen que estar bajo la influencia o del uno o del otro de estos dos principios, y según el uno o el otro predominen, así será la inclinación de su vida, el carácter de sus acciones. ¿Por cuál camino se mueven con más deleite nuestros pensamientos? ¿Por cuál camino van nuestros planes e ingenios? ¿Somos más sabios para el mundo o para nuestras almas? Los que viven en el placer están muertos, 1 Timoteo v, 6. El alma santificada es un alma viva, y esa vida es paz. La mente carnal no es sólo enemiga de Dios, sino la enemistad misma. El hombre carnal puede, por el poder de la gracia divina, ser sometido a la ley de Dios, pero la mente carnal, nunca; esta debe ser quebrantada y expulsada. Podemos conocer nuestro estado y carácter verdadero cuando nos preguntamos si tenemos o no el Espíritu de Dios y de Cristo, versículo 9. Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu. Tener el Espíritu de Cristo significa haber cambiado el designio en cierto grado al sentir que había en Cristo Jesús, y eso tiene que notarse en una vida y una conversación que corresponda a sus preceptos y a su ejemplo
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