miércoles, 13 de mayo de 2009

Providencia sustentadora Romanos 8:28

Iglesia Roca de Salvación
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Romanos 8:28

Ahora bien, sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de quienes lo aman, los que han sido llamados de acuerdo con su propósito. (Nueva Versión Internacional)

Romanos 8 es famoso por su énfasis en el Espíritu Santo. La palabra “espíritu” (gr. pneuma) se repite 21 veces en el capitulo. Y en todas, menos en cuatro (vea. versos. 10b, 15a, 15b y 16b) denota al Espíritu Santo. Sin embargo, aunque el Espíritu Santo es, por lo tanto, extremadamente prominente en el capítulo, no es el verdadero tema del mismo. El tema que trata Pablo no es el Espíritu en sí, sino la certeza de la vida eterna que el Espíritu ayuda a consolidar. De la “no condenación”(Verso 1) del principio a la “no separación”(Verso 35) del final, el capítulo pasa revista a aquellos actos y dones de Dios que, unidos, le dan a todo creyente en Cristo la certeza de que su relación con Dios es segura y está arreglada. Pablo muestra cómo el Espíritu confiere al creyente vida (1-13), adopción en la familia de Dios (14-17) y la esperanza segura de la gloria (18-30).
En los versos 18-30, Pablo explica en detalle su referencia al sufrimiento y la gloria, desarrolla el tema general de la seguridad del cristiano y nos trae nuevamente al comienzo de la sección principal de la carta (Romanos 5:1-11). La esperanza de gloria del cristiano enmarca el párrafo, y es el tema que abarca toda la sección. Los creyentes, que enfrentamos la necesidad de “sufrir con Cristo” en este mundo, podemos no obstante estar confiados y seguros, sabiendo que Dios ha determinado guiarnos por el camino que nos lleva a nuestra herencia (18-22, 29, 30), que él está obrando providencialmente a favor de nosotros (28) y que nos ha dado su Espíritu como la garantía de nuestra redención final (23).
En los versos. 26-30 Pablo nos da dos razones por las que podemos esperar con paciencia y confianza la culminación de nuestra esperanza. Primera, el Espíritu nos ayuda en nuestra ignorancia sobre por qué cosas orar (26, 27). En esta vida necesariamente estamos inseguros en cuanto a cómo debiéramos orar. Pero el Espíritu mismo intercede por nosotros ante Dios, orando por nosotros esa oración que siempre está en perfecta concordancia con la voluntad de Dios (27). Pablo no habla aquí del don de hablar en lenguas; ni siquiera es claro si habla de un proceso audible, ya que los gemidos del Espíritu pueden ser metafóricos (ver v. 22). En cambio, probablemente esté refiriéndose a un ministerio intercesor del Espíritu Santo en el corazón del creyente que se produce sin que nosotros siquiera tengamos conocimiento de él.
Un segundo fundamento para que el creyente espere con confianza el futuro es que Dios está obrando constantemente en todas las cosas para [el] bien de los que le aman (28). Nada que pueda tocarnos cae fuera de la esfera del cuidado providencial de nuestro Padre: aquí, verdaderamente, hay un motivo de gozo y un fundamento para la esperanza tan sólido como una roca. Sin embargo, debemos definir el bien que Dios trabaja para producir para nosotros, según sus términos y no los nuestros. Dios sabe que el mayor bien para nosotros es conocerlo y disfrutar de su presencia por siempre. Por lo tanto, para producir este “bien” final, puede permitir que nos aflijan dificultades como la pobreza, la enfermedad y el dolor. Nuestro gozo provendrá no de saber que nunca enfrentaremos esas dificultades, porque seguramente las enfrentaremos (v. 17), sino de saber que, no importa cuál sea la dificultad, nuestro Padre de amor está obrando para hacernos cristianos más fuertes.

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