martes, 23 de junio de 2009

Salvacion personal por fe Marcos 16:16

Iglesia Roca de Salvación
2118 N CENTRAL PARK AVE
CHICAGO ILLINOIS 60647.
Estados Unidos de Norte América

Todo lo que necesita para discipular su iglesia

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Marcos 16:16

El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.


La salvación es personal, y no podemos permitir que ninguna institución nos despoje, malverse, falsee o escamotee su naturaleza y el derecho individual a ella, no podemos consentir y mucho menos posibilitar, que nos quieran dar por ley, lo que nos pertenece por gracia, seria pisotear la persona y obra de nuestro señor Jesucristo , nuestra vida eterna, no depende de ninguna organización, ni de ninguna persona. El Nuevo Testamento enseña que la salvación viene por medio de la sola fe en Jesucristo. Nada se requiere para la salvación, declaraba Pablo, sino la obra regeneradora del Espíritu Santo que viene cuando uno confiesa a Jesús como Señor y confiesa la resurrección de Jesús de los muertos. La fe salvadora es una experiencia inmediata con Cristo, y todos los hombres son capaces de venir directamente a Cristo. Ninguna institución externa, obra humana, sacerdote humano o rito religioso se necesita para capacitar a un hombre para venir a Cristo y recibir el don gratuito de la salvación. El cristianismo del Nuevo Testamento también enseña que una iglesia neotestamentaria es un cuerpo de personas que han nacido de nuevo, han sido bautizadas y poseen el Espíritu de Cristo.
Para el 325 de nuestra era, la fe había perdido su carácter personal al depender totalmente de una persona inmediatamente encima de la persona y la obra de Jesucristo. Más bien, aunque Cristo era una parte del sistema, la fe debía ser dirigida a la institución llamada iglesia, y la salvación no resultaba del inmediato poder regenerador del Espíritu Santo, sino venía mediante los sacramentos del bautismo y la cena del Señor. Puesto que los sacramentos estaban bajo el control de la iglesia, y puesto que la salvación venía mediante ellos solamente, se seguía que una persona tenía que unirse a la iglesia para ser salvo. Eso es exactamente lo que quería decir el obispo Cipriano en 250, cuando dijo que ningún hombre podía tener a Dios por Padre sin tener a la iglesia por madre. No es de extrañar que los que habían negado la fe en tiempos de persecución estuvieran tan extremadamente ansiosos de ser perdonados por la iglesia, porque ellos creían que la salvación fuera de esta institución era imposible.
Durante este período la fe personal fue eliminada enteramente en algunos casos. En los escritos de Ireneo (alrededor del 200) hay un indicio de que tal vez en su generación los infantes eran bautizados para salvarlos. Bajo estas circunstancias la fe individual se hace innecesaria. Con alguien que actuara como apoderado del infante para aparentar fe, se aplicaban “las aguas salvadoras del bautismo” Más aún: hay evidencia de que el primer caso en que se derramó agua sobre la cabeza para bautizar tuvo lugar alrededor de este tiempo. Novaciano, líder del partido eclesiástico estricto en Roma, se enfermó gravemente, y se temió que su muerte estuviera próxima. El nunca había sido bautizado. Dado que no estaba suficientemente fuerte para permitirse el bautismo por inmersión en agua, se decidió derramar cierta cantidad de agua sobre su cuerpo. Se hizo así y esto marcó el principio de un cambio en la forma del bautismo. Muy pronto se desarrolló el rociamiento, porque si el agua es la que salva, un poco puede ser tan efectivo como mucho de ella.
El que salva es Cristo, mediante la fe, “No hay otro nombre, debajo del cielo, en el que podamos ser salvos”. Dios salva a los pecadores por gracia, y no hay otro camino de salvación ofrecido a los hombres (Hechos. 4:12). La gracia salvadora es el amor sin límites y libre de Dios por el perdido en conformidad con las exactas e invariables demandas de su propia justicia a través del sacrificio sustitutorio de Cristo. La gracia es más que el amor; es amor que libera y hace al cristiano triunfante sobre el justo juicio de Dios contra el pecador. Cuando El salva a un pecador por gracia, es necesario que Dios termine con cada pecado, porque de otro modo éstos demandarían un juicio y así dificultarían su gracia. Esto es lo que El ha hecho en la muerte de su Hijo. También es necesario que cada obligación sea satisfecha, con este objeto la salvación ha sido efectuada como un absoluto regalo de Dios (Juan. 10:28; Ro. 6:23; Ef. 2:8). Además, es necesario que todo mérito humano sea eliminado, para que ninguna cosa que Dios realice esté basada en ningún modo en los méritos de los hombres y no en su gracia soberana solamente (Ro. 3:9; 11:32; Gálatas. 3:22). Ya que todo elemento humano está excluido, el evangelio de la gracia es la proclamación de la gracia poderosa, redentora y transformadora de Dios, la cual ofrece vida y gloria eternas a todo aquel que cree.

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