Iglesia Roca de Salvación
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Romanos 5:1-5(Traducido)
Entonces, como hemos entrado en la debida relación con Dios por medio de la fe, disfrutemos de estar en paz con Él mediante nuestro Señor Jesucristo. Por medio de Él, por la fe, estamos en posesión de una introducción a esta Gracia en la que nos sentimos seguros; así que, encontremos nuestra gloria en la esperanza de la gloria de Dios. Y no sólo eso, sino hallamos que las dificultades conducen ala gloria; porque sabemos que la oposición produce entereza; la entereza, carácter; el carácter, esperanza; una esperanza que no es ilusoria, porque el Espíritu Santo Que se nos ha dado ha derramado el amor de Dios en nuestros corazones.
Este es uno de los grandes pasajes de las escrituras y de toda la literatura paulina, Pablo canta sobre el gozo de su confianza en Dios, una confianza que no se puede lograr por medio de las obras de la ley. La paz que da la fe, nunca la puede conseguir el hombre sin Cristo Algunos han llegado a pensar en Dios, no como el bien en supremo, sino como el mal supremo. Antonio Machado escribió en su poema “El dios ibero”: ¡Señor, por quien arranco el pan con pena, sé tu poder, conozco mi cadena! ¡Oh dueño de la nube del estío que la campiña arrasa, del seco otoño, del helar tardío, y del bochorno que la mies abrasa!»
Algunos han considerado a Dios como el supremo extranjero, el totalmente inalcanzable. En uno de los libros del famoso novelista H. G. Wells se encuentra la historia de un hombre de negocios que tenía la mente tan tensa que estaba al borde de la locura. Su médico le dijo que lo único que podía salvarle era encontrar la paz que da la relación con Dios. « ¡Qué! -dijo el hombre - ¿Pensar en eso, allá arriba, en relación conmigo? ¡Más fácil me parecería refrescarme el gaznate con la Vía Láctea, o chocar los cinco con las estrellas!» Para él Dios era totalmente inasequible. Rosita Forbes, la viajera, cuenta que se refugió en el templo de un pueblo chino porque no tenía otro lugar. En medio de la noche se despertó y vio, a la luz de la luna que entraba de refilón por las ventanillas, los rostros de las imágenes de los dioses, en los cuales no había más que gestos despectivos, burlones y sarcásticos hacia los humanos, como si los odiaran.
Sólo cuando nos damos cuenta de que Dios es el Padre de nuestro Señor Jesucristo entra en nuestra vida esa intimidad con Él, esa nueva relación que Pablo llama Justificación. Por medio de Jesús, dice Pablo, tenemos acceso a esta gracia en la que nos sentimos seguros. La palabra que usa para acceso es el término griego “prosagogue”
(l) Es la palabra que se usa corrientemente para introducir a una persona a la presencia de la realeza y también la palabra que se usa para un adorador que se acerca a Dios. Es como si Pablo dijera: «Jesús nos introduce a la presencia de Dios mismo; nos abre la puerta de acceso a la presencia del Rey de reyes. Y cuando se abre esa puerta, lo que encontramos es la Gracia; no condenación, ni juicio, ni venganza; sino la prístina, inmerecida, increíble amabilidad de Dios.»
(ll) Prosagógué nos presenta otra escena. En el griego posterior es la palabra para el lugar donde atracan los barcos, el puerto o muelle. Si la tomamos en este sentido, quiere decir que mientras tratamos de depender de nuestros propios esfuerzos nos encontramos a merced de las tempestades, como los marineros que luchan con un mar que amenaza tragárselos irremisiblemente ; pero ahora que hemos oído la Palabra de Cristo, hemos llegado por fin al puerto de la Gracia de Dios, y conocemos la calma que v i ene de depender, no de lo que podemos hacer por nosotros mismos, sino de lo que Dios ha hecho por nosotros. Gracias a Jesús tenemos entrada a la presencia del Rey de reyes y al puerto de la Gracia de Dios. Cuando Pablo acaba de decir esto, se le presenta la otra cara de la moneda. Todo esto es cierto, y es la misma gloria; pero sigue sucediendo que en esta vida los cristianos lo tenemos muy difícil. Era difícil ser cristiano en Roma. Al recordarlo, Pablo presenta un gran clímax: « La oposición dice - produce entereza.» La palabra que usa para oposición es thlipsis, que quiere decir literalmente opresión. Hay un montón de cosas que pueden oprimir a un cristiano: necesidades, estrecheces, dolor, persecución, rechazamiento y soledad. Todo lo que oprime, dice Pablo, produce entereza. La palabra que usa para entereza es hypomoné, que quiere decir más que aguante : es el espíritu que puede vencer al mundo, que no se limita a resistir pasivamente , sino que vence activamente las pruebas y tribulaciones de la vida. Cuando Beethoven se vio amenazado por la sordera, lo más terrible que le puede suceder a un músico, dijo: «Cogeré a la vida por el cuello Eso es hypomoné. Cuando Walter Scott estaba en la ruina por la bancarrota de sus editores, dijo: « nadie va a decir que soy un pobre hombre. Pagaré la deuda con mi propia mano.» Eso es hypomoné. Alguien le dijo a una noble alma que estaba pasando un gran dolor: « El dolor le da color a la vida, ¿no?» Y respondió: « ¡Sí! ¡Pero yo escojo el color!» Eso es hypomoné. Cuando Henley yacía en la enfermería de Edimburgo con una pierna amputada y con la otra en peligro de serlo, escribió su obra Invictus que dice “En medio de las nieblas que me cubren, como un pozo de polo a polo negras, doy gracias por mi alma inconquistable . Eso es hypomoné. Hypomoné no es un espíritu que se tumba y deja que la riada le pase por encima, sino el espíritu que apechuga con la adversidad y la vence.
«La entereza -continúa Pablo- produce carácter.» La palabra que usa para carácter es dokimé. Dokimé se dice de un metal que ha pasado por el fuego de forma que ha quedado limpio de todo lo inferior. Se usa de una moneda de quilates. Cuando se arrostra la aflicción con entereza, se sale de la batalla más fuerte, más pura y mejor y más cerca de Dios.
«El carácter -continúa Pablo- produce esperanza.» Dos personas se enfrentan con la misma situación; a una la puede conducir a la desesperación, y a la otra puede espolearla a una acción victoriosa. Para una puede ser el final de la esperanza, y para la otra un desafío a la grandeza. «No m gustan las crisis decía Lord Reith, pero sí las oportunidades que presentan.» La diferencia está en las personas. Si uno s ha dejado llegar a ser débil y flojo, si ha dejado que las circunstancias le venzan, si no ha hecho más que gimotear y achicarse bajo la aflicción, ha llegado a un punto en el que , cuando se presenta el desafío de la crisis, no puede hacer más que desesperarse . Si, por lo contrario, uno ha ido por la vida con la frente alta, enfrentándonos con las cosas hasta conquistarlas, entonces, cuando llega el desafío, lo arrostra con los ojos inflamados por la esperanza. El carácter que ha resistido la prueba siempre sale lleno de esperanza.
Luego Pablo hace una afirmación final: «La esperanza cristiana nunca resulta una vana ilusión, porque está cimentada en el amor de Dios.». La esperanza que se pone en el amor de Dios no es ninguna ilusión; porque Dios nos ama con un amor eterno, respaldado por un poder eterno.
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