martes, 25 de agosto de 2009

El Compromiso en el liderazgo 1 de Timoteo 5:8

Iglesia Roca de Salvación
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1 de Timoteo 5:8


El que no provee para los suyos, y sobre todo para los de su propia casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo.

El tema que tratamos hoy, y que es de suma importancia, versa sobre el compromiso en el liderazgo, hasta donde podemos ser comprometidos. Le damos las gracias a Miguel Ángel de la Peña Abregú, por mandarnos ese tema, del que fuimos particularmente esclavos toda la infancia. En el tiempo en que era niño y mi padre Pastor, las iglesias demandaban un nivel de entrega del ministro tan alto, que para poder mantener un ministerio el Pastor tenia que sacrificar la familia y todo cuando tenia, esa fue la razón por la que mi padre tuvo que ofrendar su tiempo con la familia y los hijos en pro del ministerio.

En una conferencia de pastores en la cual hablamos de nuestras prioridades, un pastor insistió en que no era práctico que su matrimonio y responsabilidades como padre siempre tuvieran prioridad sobre su trabajo como pastor. Indicó que su esposa y sus hijos sencillamente tendrían que comprender y aceptar su compromiso prioritario con Jesucristo. A su juicio, los proyectos tales como las campañas evangelísticas o de construcción consumen la atención prioritaria del pastor. En una conversación personal ya me había enterado de que estaba experimentando una relación tensa con su esposa e hijos. No estaba satisfaciendo sus necesidades personales en el hogar. En vez de enfocar su atención en el fortalecimiento de estas relaciones prioritarias, le estaba dando prioridad al trabajo de la iglesia.

Mis experiencias como pastor me hicieron ver las presiones que este pastor estaba expresando. Sugerí dos respuestas. La primera era la de tener cuidado con igualar su compromiso con proyectos específicos con su relación y lealtad a Cristo. Los ministros a veces dicen que deben dedicar muchas horas a cierto proyecto para ser fieles a su relación con Jesús, cuando sería más honesto decir que disfrutan más del trabajo en el proyecto que de estar en casa.

La segunda respuesta es que el pastor puede y debe darle atención prioritaria a su matrimonio y a su relación de padre, sea cual fuere el calendario de la iglesia. Aun cuando algunos proyectos demandan más tiempo de lo común, puede tomarse el tiempo de mantener informados a su esposa e hijos acerca de la naturaleza de los mismos. Puede acomodar su horario para estar con ellos en los momentos más importantes.

El orden de prioridades en un ministro es como sigue:
  1. El control de las prioridades siempre debe ir de adentro hacia afuera, es decir, mi vida privada con Dios, después mi cónyuge, después mis padres, después mis deberes con y en la iglesia, después mi vida de empleado y ciudadano.
  2. Cuando digo que los círculos íntimos tienen prioridad, no estoy diciendo que deba descuidar su vida de empleado y su ministerio pastoral, y dedicarse por completo a su familia, lo que digo es que debe respetar el nivel de compromiso con cada cual, sin tomar el tiempo y la dedicación que le pertenecen a uno y darlo a otro.
  3. Cuando un círculo interno es débil, limita el potencial de los círculos externos. Si tu relación con Dios y tu cónyuge es débil, tu vida de empleado y tus deberes en la iglesia se verán seriamente afectados, por lo que esos niveles íntimos de prioridades hay que dedicarle especial intención porque de ellos depende la eficacia de los exteriores.
  4. Cuando un círculo exterior toma prioridad sobre uno interior, ¡cuidado!, cuando el pastorado o tu vida de empleado es mas importante que tu vida de familia o tu relación con Dios, “Estas fracasado”
  5. Cuando se mantiene el orden de las prioridades, se experimenta una mayor satisfacción en la vida del ministro y una mayor efectividad en su trabajo.

Para el ministro de Dios tanto como para el cristiano actual, es imprescindible verificar los diferentes niveles de compromiso, creo que necesitamos definir nuestras prioridades. Gran parte de nuestras vidas y de nuestros ministerios, son malgastados en cosas sin importancia. Si hemos de hacer lo que Dios nos llama a hacer en el tiempo que él nos da para realizarlo necesitaremos conocer nuestras prioridades, concentramos en ellas y realizarlas. Cada pastor, en dependencia de la visión que tiene de Dios para su ministerio, establece su lista de prioridades. Si el pastor tiene la meta de desarrollar la iglesia más numerosa en el país, puede poner la visitación de los miembros en perspectiva en primer lugar. Pero si su misión es ministrar a las personas más necesitadas, sin tener que considerar resultados estadísticos, su lista de prioridad será otra. Pero nunca olvidar que los niveles de compromiso fluyen de interior a exterior.










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