lunes, 24 de agosto de 2009

Revelacion del conocimiento divino 1 de Timoteo 2:4

Iglesia Roca de Salvación
2118 N CENTRAL PARK AVE
CHICAGO ILLINOIS 60647.



1 de Timoteo 2:4


Quien quiere que todos los hombres sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad.


La Biblia contiene los documentos primarios de nuestra fe. Lo que sabemos acerca de la persona y enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, lo sabemos porque nos ha sido comunicado por medio de las Escrituras. Nuestro particular conocimiento de Dios por medio de la revelación general y por medio de la fe personal es maravilloso, pero la Biblia nos enseña cómo interpretar ese conocimiento. El Espíritu Santo nos guía a toda verdad, pero su dirección está en consistente armonía con la revelación bíblica.
El conocimiento de Dios se puede caracterizar de acuerdo a su fuente, su contenido, su progreso, y sus propósitos.
  • Su Fuente


Dios mismo es la Fuente de nuestro conocimiento de él. Ciertamente, toda la verdad es de Dios. Pero ese cliché se debe afirmar y usar más cuidadosamente de lo que generalmente se usa. Solamente la verdad genuina proviene de Dios, porque desde que el pecado entró en la corriente de la historia, el hombre ha creado lo que él llama verdad pero que no lo es. además, ha pervertido, embotado, diluido, y corrompido eso que originalmente fue la verdad genuina, que sí provino de Dios. Para nosotros hoy, la única regla infalible para determinar la verdad genuina es la Palabra escrita de Dios. La Naturaleza, aunque revele algo acerca de Dios, es limitada y puede ser mal interpretada por la humanidad. La mente humana, aunque muchas veces brillante en lo que puede lograr, padece de limitaciones y oscurecimiento. Las experiencias humanas, aun las religiosas, carecen de confiabilidad como fuentes del genuino conocimiento de Dios a no ser que se conformen a la Palabra de Dios. Ciertamente, el conocimiento de lo que es la religión verdadera tiene que venir de Dios. En una dispensación previa el judaísmo fue revelado como la religión verdadera de Dios. Hoy, el judaísmo no es la religión verdadera; solamente el cristianismo lo es. Y el conocimiento genuino del cristianismo ha sido revelado por medio de Cristo y los apóstoles. Uno de los propósitos de la encarnación del Señor fue revelar a Dios (Juan 1:18; 14:7). La promesa de la venida del Espíritu después de la ascensión de Cristo incluyó revelación adicional tocante a él y al Padre (Juan 16:13–15; Hechos 1:8). El Espíritu Santo le abre las Escrituras al creyente para que pueda conocer en forma más completa a Dios.

  • Su contenido

Un conocimiento completo de Dios es a la vez objetivo y personal. El conocer los hechos de una persona sin conocer a la persona misma es conocimiento limitado. El conocer a una persona sin conocer su actuación es conocimiento superficial. Dios ha revelado muchos datos acerca de sí mismo, todos los cuales son importantes para hacer nuestra relación personal con él íntima, inteligente y provechosa. sí él sólo hubiera revelado hechos sin hacer posible el conocerlo a él personalmente, tal conocimiento objetivo tendría poca utilidad y, ciertamente, ningún beneficio eterno. Igual que en las relaciones humanas, una relación divina-humana no puede comenzar sin algunos conocimientos mínimos acerca de la Persona; entonces la relación personal genera el deseo de conocer más datos, los cuales a su vez profundizan la relación, y así sucesivamente. Este ciclo debe ser la experiencia de cada estudiante de la teología; un conocimiento acerca de Dios debe profundizar nuestra relación con él, lo cual a su vez aumenta nuestro deseo de conocer más acerca de él.

  • Su progreso

El conocimiento de Dios y de sus obras fue revelado progresivamente a través de la historia. La prueba más obvia la hallamos al comparar la teología incompleta del judaísmo con la revelación más plena de la teología cristiana con respecto, por ejemplo, a tales doctrinas como la Trinidad, la cristología, el Espíritu Santo, la resurrección, y la escatología. El trazar esa progresión es la tarea de la teología bíblica.

  • Sus propósitos
  1. Llevar a las personas a poseer la vida eterna (Juan 17:2; 1 Timoteo 2:4).
  2. Promover el crecimiento cristiano (2 Pedro 3:18) con conocimiento doctrinal (Juan 7:17; Romanos 6:9, 16; Efesios 1:18), y con un estilo de vida perceptivo (Filipenses 1:9–10; 2 Pedro 1:5).
  3. Advertir acerca del juicio venidero (Oseas 4:6; Hebreos 10:26–27).

Cualquier predicación o enseñanza que no cumpla con esos parámetros no es cristo céntrica, toda alocución u oratoria debe estar centrada en Cristo, como dijo el Apóstol Pablo: “No predico sino a Cristo y este crucificado”




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