lunes, 12 de octubre de 2009

Diezmo.Historia y Necesidad 2 Corintios 9:6-7



2 Corintios 9:6-7

Cada uno dé como propuso en su corazón, no con tristeza ni por obligación; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo necesario, abundéis para toda buena obra.


Con sincera preocupación nos escribe Rafael Camargo, su e-mail dice; “Amado hermano sus mensajes me ayudan mucho, no me borre que yo los recibo con mucho agrado. Me gustaría que tratara del tema de unos pastores que están enseñando que el diezmo no se debe dar pues no es parte del NT. Si así fuera la obra de la redención de cristo habría sido incompleta gracias”.

La responsabilidad del cristiano en la mayordomía puede ser considerada bajo tres aspectos: 1) ganar dinero, 2) poseer dinero, 3) dar dinero. Puesto que el dinero obtenido por medio del trabajo es vida humana en forma concreta, y por cuanto el dinero así ganado es un factor vital en la vida espiritual y en el progreso material, el hijo de Dios debe enfrentar su responsabilidad como mayordomo que será juzgado ante el tribunal de Cristo (Ro. 14:10-12). Con demasiada frecuencia el hijo de Dios gana el dinero, lo posee o lo da sin reconocer la relación fundamental que sustenta con Dios. El cristiano debe ganar el dinero de una manera que sea digna de la relación que tiene con Dios. Como nos amonesta el mandamiento, "hacedlo todo para la gloria de Dios" (1 Co. 10:31). Ha sido ordenado divinamente que todos trabajen (Gen. 3:19; 2 Tes. 3:10), y el cristiano no ha sido exceptuado. Sin embargo, para el creyente espiritual e instruido el trabajo es más que sólo ganarse la vida; es hacer la voluntad de Dios. Todo empleo, por sencillo que sea, debe ser aceptado por el hijo de Dios coma una tarea específicamente asignada por Dios, y debe ser hecha para El, o no hacerse.

La posesión de dinero, por otra parte, constituye una gran responsabilidad para todo cristiano sincero. En vista de la gran necesidad que se observa en todas las direcciones y del inmensurable bien que el dinero puede hacer, todo cristiano espiritual debe enfrentar la cuestión práctica relativa a la retención de sus posesiones en su poder. Sin duda, con frecuencia la voluntad de Dios es que uno conserve la propiedad; pero el cristiano rendido no da esto por concedido. Solo debe quedarse con su propiedad cuando Dios le orienta específicamente al respecto, y debiera estar sometido a su control (el de Dios). Los motivos que obran sobre los hombres, (ricos y pobres), el deseo de ser ricos (1 Ti. 6:8-9, 17-18; Santiago. 1:11; Fil. 4:11), el deseo de prevenir algo para el día de la necesidad (Mat. 6:25-34) y el deseo de proveer para los demás, son dignos de elogio solo en la medida que cumplan la voluntad de Dios específicamente revelada a cada individuo.
El dar dinero que el cristiano ha ganado es un aspecto importante de cualquier servicio que el creyente brinda a Dios. El yo y el dinero son raíces de muchos males, y en el gasto del dinero, como en su adquisición y posesión, se espera que el cristiano esté en una relación de gracia con Dios. Esta relación supone que él primero se ha entregado a Dios con una dedicación sin restricciones (2 Co. 8:5); y una verdadera dedicación a Dios del yo incluye todo lo que uno es y tiene (1 Co. 6:20; 7:23; 1 P. 1:18-19) su vida, tiempo, fuerzas, capacidades, ideales y posesiones.
Dar el diezmo de las entradas de uno para la obra del Señor no se menciona explícitamente en el Nuevo Testamento, pero el principio de dar sistemática y proporcionalmente se hace bastante claro, además de estar incluido en la palabra griega koinonía.. En cuanto a la colecta para la iglesia de Jerusalén, Pablo dice: «Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se recojan entonces ofrendas» (1 Co 16.2). Más tarde, en cuanto al mismo asunto, Pablo dice: «Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre» (2 Co 9.6-9).

Muchos “Teólogos” sostienen que la costumbre de diezmar no esta en el Nuevo Testamento, lo que ignoran es que la palabra griega ‘koinonía’ (koinvnia) en el Nuevo Testamento fue usada para denotar “comunión” o “en común,” como también “contribución” (Hech. 2:42,44; 2 Cor. 9:13; Ante-Nicean Fathers, Vol.1, p.86). De hecho la palabra griega ‘koinonia’ y la palabra hebrea ‘tzedaká’ (צדקה) fueron utilizadas de manera semejante para referirse a la ministración de las necesidades de otros. La palabra ‘koinonia’, que regularmente la traducimos como “comunión” realmente tenía una connotación de participar o impartir por medio de contribuciones. Pablo utilizaba la palabra ‘koinonia’ para hablar de “ofrenda” (Rom. 15:26).

No obstante, mas allá de todo argumento a favor o en contra de dar el diezmo, hay una verdad escritural que se comunica a través de toda la Biblia, y es que Dios ha hecho responsable al creyente por el sostenimiento y avance de su obra en la tierra, el sistema que se adopte para recaudar los fondos para el sustento de la obra de Dios en la tierra, es secundario. Cuando Dios ordenó a Moisés construir un templo, le dió los planos en el monte, el dinero necesario para hacer posible la obra lo dieron los hijos de Israel, a pesar de estar en un desierto. Cuando Salomón construyó el templo, otra vez el pueblo y los príncipes tomaron la responsabilidad de proveer lo necesario para la obra de Dios. Cuando Cristo mandó a predicar el evangelio a toda creatura, dentro de ese mandato de extensión y mantenimiento de la obra de Dios, esta implicada la necesidad de un sistema económico que mantuviera la obra viva y extendiéndose, y no fue hasta inicio del siglo tercero cuando la iglesia decidió crear un sistema financiero que permitiera sostener las misiones, Orígenes y otros padres apostólicos, propusieron adoptar el sistema de diezmos del Antiguo Testamento. El historiador Selden observó que los primeros cristianos excedían enormemente la contribución del diezmo. En Galacia y Corintio, Pablo ordenó que se hiciera una colecta semanal (1 Cor. 16:2). Las ofrendas de la Iglesia se utilizaban en diez maneras: (1) la reunión cristiana, (2) el mantenimiento de los líderes, (3) alimento para los hermanos pobres, (4) vestimenta para los hermanos pobres, (5) entierro de los hermanos pobres, (6) las viudas, (7) los huérfanos, (8) personas esclavizadas en las minas, (9) prisioneros, y (10) desterrados a las islas. Algunos creen que el apóstol Juan recibía su sustento por este medio mientras estaba desterrado en la isla de Patmos (Selden 1618, pp. 37-37).
Para la segunda mitad del tercer siglo d.C., los escritores eclesiásticos comenzaron a referirse al patrón hebreo de los diezmos como un ejemplo que pudiera adoptar la Iglesia para sostener a los funcionarios religiosos (Epístola 65 de Cipriano). Cipriano, quien fue obispo de Cártago en 248 d.C., declaró que el clero no debería tener un trabajo secular para que no tener que involucrarse en las ansiedades mundanas (Ante-Nicean Fathers, Vol. 5 p. 367).
Según Selden, Inglaterra fue el primer lugar donde se impuso un diezmo a la Iglesia. En el año 786 d.C., Carlomagno lo confirmó como un estatuto civil (Hallam 1854, pp. 263-264), y reguló que el diezmo de la Iglesia se destinara para: (1) el obispo y el clero, (2) los pobres, y (3) el mantenimiento de la Iglesia.

Finalmente sustentamos con certeza que toda organización se desarrolla y sostiene sobre la base de un sistema económico de entradas y salidas, y la iglesia no es una excepción, eso sumado a la verdad bíblica que establece que es responsabilidad de los creyentes, sostener y desarrollar la obra de Dios en la tierra, son bases suficientes para creer que la iglesia necesita un sistema financiero para poder mantenerse.

¿Por que debo dar el diezmo?
  1. Porque quiero que Dios me bendiga. Traed todo el diezmo al tesoro, y haya alimento en mi casa. Probadme en esto, ha dicho Jehová de los Ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos y vaciaré sobre vosotros bendición hasta que sobreabunde. Malaquías 3:10
  2. Porque estoy agradecido con Dios. Luego Jacob hizo esta promesa: «Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que estoy haciendo, y si me da alimento y ropa para vestirme, y si regreso sano y salvo a la casa de mi padre, entonces el SEÑOR será mi Dios. Y esta piedra que yo erigí como pilar será casa de Dios, y de todo lo que Dios me dé, le daré la décima parte.(Esto fue antes de la ley del Sinaí) Génesis 28:20-22
  3. Porque su obra necesita mis diezmos para sostenerse y avanzar. Cada iglesia debería sostener a varios misioneros, apoyar la escuela bíblica, tener programas de radio y televisión, esto no se logra cantando coros, ni llorando en el artar, sino dando los diezmos a Dios
  4. Porque amo a Dios. Jesús se detuvo a observar y vio a los ricos que echaban sus ofrendas en las alcancías del templo. También vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas de cobre. Les aseguro —dijo— que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. Todos ellos dieron sus ofrendas de lo que les sobraba; pero ella, de su pobreza, echó todo lo que tenía para su sustento. Lucas 21:1-4
  5. Porque Dios ordena que el creyente sostenga los ministerios. “Si nosotros hemos sembrado cosas espirituales para vosotros, ¿será gran cosa si de vosotros cosechamos bienes materiales? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿no nos corresponde más a nosotros? Sin embargo, nunca usamos de este derecho; más bien, lo soportamos todo para no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo. ¿No sabéis que los que trabajan en el santuario comen de las cosas del santuario; es decir, los que sirven al altar participan del altar? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio.1 Corintios 9:11-13.
  6. Porque es el sistema para recaudar fondos para la obra de Dios que mas apego bíblico e histórico tiene. Se reconoce que la obra de Dios necesita una economía para sostenerse y avanzar. Se reconoce también que es deber de los creyentes sostener la obra de Dios y sus ministros. Se reconoce además, que para lograr ésto es necesario un sistema financiero. Se reconoce finalmente, que el sistema de acaudalado que mas apego tiene a la Biblia es el sistema de diezmos y ofrendas judíos. ¿Por que inventar otro?


ESTAS REFLEXIONES SON EL PRODUCTO DE LOS TEMAS QUE NOS SOLICITAN LOS LECTORES, POR LO QUE NECESITAMOS MANDE SU TEMA, PARA DESARROLARLO Y COMPARTIRLO

No hay comentarios:

VISITE TAMBIÉN


http://joyasdelabiblia.blogspot.com/

http://lecturabiblicaparahoy.com/reflexion/indexComparte.php