miércoles, 14 de octubre de 2009

El legalismo Galatas 3:9-14



Mándenos un e-mail solicitando inscribirse como lector, de las reflexiones via internet


Gálatas 3:9-14

Desde luego, los que se basan en la fe son benditos junto con Abraham, el hombre de fe. Porque todos los que se basan en las obras de la ley están bajo maldición, pues está escrito: Maldito todo aquel que no permanece en todas las cosas escritas en el libro de la Ley para cumplirlas. Desde luego, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe. Ahora bien, la ley no se basa en la fe; al contrario, el que hace estas cosas vivirá por ellas. Cristo nos redimió de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero), para que la bendición de Abraham llegara por Cristo Jesús a los gentiles, a fin de que recibamos la promesa del Espíritu por medio de la fe.

El legalismo es la herejía opuesta del antinomianismo. Mientras que el antinomianismo niega la importancia de la ley, el legalismo exalta la ley por encima de la gracia. Los legalistas en los días de Jesús eran los fariseos, y Jesús se reservó su crítica más severa para ellos. La distorsión fundamental del legalismo es la creencia en que una persona puede ganarse su lugar en el reino de los cielos por meritos propios.
Los fariseos creían que debido a su posición como hijos de Abraham, y a su cumplimiento estricto de la ley, eran hijos de Dios. En realidad, esto constituía una negación del evangelio, que enseña que somos justificados y adoptados solo por medio de la fe. Una secuela del legalismo es el adherirse a la letra de la ley y no al espíritu de la ley. Para que los fariseos pudiesen creer que podían cumplir la ley, primero tenían que reducirla a su interpretación más estrecha e incorrecta. El relato del joven rico es una ilustración de este punto. El joven rico le preguntó a Jesús cómo podía hacer para heredar la vida eterna. Jesús le dijo que debía "guardar los mandamientos". El joven rico creía que los había guardado todos. Pero entonces Jesús le reveló cuál era el "dios" que había servido antes de servir al verdadero Dios, su "dios" eran sus riquezas. "Anda, vende lo que tienes, y dala a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo" (Mateo 19:21). El joven rico se fue entristecido.
Los fariseos eran culpables de otra forma de legalismo. Le habían agregado sus propias leyes a la ley de Dios. Sus "tradiciones" habían sido elevadas al mismo nivel que la ley de Dios. Le habían robado a la gente su libertad y la habían encadenado, allí donde Dios las había liberado. Este tipo de legalismo no acabó con los fariseos. También ha plagado a la iglesia durante todas sus generaciones. El legalismo suele surgir como reacción desmedida al antinomianismo. Erróneamente se cree que para asegurarnos de no deslizarnos en la laxitud moral del antinomianismo, tendemos que hacer reglas más estrictas que las que Dios mismo nos ha impuesto. Cuando esto tiene lugar, el legalismo introduce una tiranía sobre el pueblo de Dios. De la misma manera, las diversas formas de antinomianismo suelen surgir como reacción desmedida al legalismo. Su grito de batalla suele ser el de la libertad de toda opresión. Es la búsqueda por la libertad moral que se ha desbocado. Los cristianos, cuando defienden su libertad, deben cuidarse de no confundir la libertad con el libertinaje.
Otra forma de legalismo es el hacer hincapié sobre lo menos importante. Jesús reprendió a los fariseos por haber descuidado los asuntos más importantes de la ley mientras que escrupulosamente obedecían los asuntos menos importantes (Mateo 23:23-24). Esta tendencia continúa siendo una amenaza constante para la iglesia. Tenemos la tendencia a exaltar a un nivel supremo de piedad cualquier virtud que tengamos y restarle importancia a cualquiera de nuestros vicios. Por ejemplo, puedo considerar que es de mucha espiritualidad el no bailar, mientras que considero mi lascivia un asunto menor. El único antídoto para el legalismo y el antinomianismo es el estudio diligente de la Palabra de Dios. Solo entonces podremos instruirnos adecuadamente sobre lo que le agrada y lo que le desagrada a Dios.

LOS PELIGROS DEL LEGALISMO
  1. El legalismo distorsiona la ley de Dios en dirección opuesta al antinomianismo.

    Antinomianismo (Libertinaje)......---LA LEY DE DIOS --- Legalismo (Esclavitud)
  2. El legalismo eleva las tradiciones humanas al mismo nivel que la ley divina.
  3. El legalismo compromete al pueblo de Dios allí donde Dios le ha dado libertad.
  4. El legalismo le da valor a lo menos importante, y le resta valor a lo más importante.
  5. El legalismo, sea de la clase que sea, mata la fe, porque la ley no es de fe. Gálatas 3:12. Matar la fe es matar, la justificación por fe, los milagros que se realizan por fe. En fin, vivir en el legalismo es renunciar a todos los beneficios que podemos adquirir por fe.
  6. El legalismo impide recibir el Espíritu Santo, en cualquiera de sus formas, pues el Espíritu solo opera por fe. El Espíritu Santo, junto con toda su obra, pertenece solo a la dispensación de la fe. Esa es la razón por la que algunos no tienen unción ni ocurre nunca una milagro en su vida, son demasiado legalistas.

ESTAS REFLEXIONES SON EL PRODUCTO DE LOS TEMAS QUE NOS SOLICITAN LOS LECTORES, POR LO QUE NECESITAMOS MANDE SU TEMA, PARA DESARROLARLO Y COMPARTIRLO

EMISORAS CRISTIANAS POR INTERNETEVANGELICOS CRISTIANOSTE INVITAN A ESCUCHAR,VER Y LEER EN PAGINA WEB
Fireproof
Películas Cristianas
El Libro del Pueblo de Dios
Mundo Protestante Radio Nacional España
En Esto Pensad
Luis Palau
Bosquejos para predicadores

No hay comentarios:

VISITE TAMBIÉN


http://joyasdelabiblia.blogspot.com/

http://lecturabiblicaparahoy.com/reflexion/indexComparte.php