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Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve. Gracias a ella fueron aprobados los antiguos.(Nueva Versión Internacional).
Hay temas, que los maestros evitamos, respuestas que eludimos dar, porque la previsión nos dice que traerá discordias e inconvenientes, y muchas veces confrontaciones desagradables, estos temas solo los desafiamos cuando son realmente necesarios y cuando son inevitables.
El tema de la fe, su naturaleza, y como opera es uno de ellos. Al alterarse el concepto fe, a finales del siglo pasado y principio del presente, han surgido una infinidad de teólogos y teologías falsas sobre la naturaleza de la fe, tratar de centrar este tema, es como apalear un avispero. Ya a principios de los años 1980 la fe se entendía en círculos pentecostales, como el medio, o la forma de poder manipular a Dios, al igual que el animismo, fetichería y demonismo el objetivo era y es, manipular, y domesticar fuerzas sobrenaturales, en este caso, Dios, para que haga lo que queremos o necesitamos, para otros teleevangelistas, la fe es contraria a la razón y aun unos terceros, confunden positivismo mental con fe. Ahora, La “confesión positiva” yerra cuando conceptúa erradamente la fe, la fe bíblica debe ser entendida como un estado de la personalidad humana que consiste en el firme asentimiento de la realidad de Dios, de su Palabra como revelación y de sus promesas contenidas en esa revelación. Para ilustrar mejor a nuestros lectores sobre los errores de la confesión positiva daremos la siguiente lista:
Cinco desviaciones de la confesión positiva
- La Confesión positiva privilegia la fe “para tener” en detrimento de la fe “para vivir”. Después que la fe “para tener” tomó el lugar de la fe “para vivir”, nunca más los cristianos conseguirán la fidelidad de la fe en Dios. Porque vivir por la fe no es apenas creer que Dios existe, es tener la certeza que existimos para Dios. Por eso, originalmente, la frase en Habacuc “... mas el justo por la fe vivirá” debe ser leída de la siguiente manera: “... mas las personas correctas vivirán por ser fieles a Dios”.
- La Confesión positiva coloca la emoción como fuente de fe. Es del padre de la teología moderna, Schleiermacher, el concepto de la religión como un sentimiento de dependencia condicionado. Pero si la religión no es más que un sentimiento, es inocua. Es verdad que la fe como acto de toda persona contiene fuertes elementos emocionales. Más la emoción no es la fuente de la fe. Si eso fuera admitido, la fe se volvería un elemento eminentemente subjetivo.
- La Confesión positiva idolatra la fe que genera ansiedad por tener. La ansiedad causada por no tener es una forma de idolatrar la fe; eso porque interpreta el éxito como gracia, y su falta como condenación. Acá, lo más torturante no es el hecho de no tener fe, sino de no tener la fe que consigue las cosas.
- La Confesión positiva coloca todo el peso de la realización en las palabras pronunciadas y en la actitud mental rigurosamente mantenida, en vez de apoyarse en el hecho de que la fe que tenemos viene de Dios (Hechos. 3:16; Hebreos. 12:1,2). Fe es abandonarse a la revelación de Dios y descansar en ella. La palabra hebrea para “confianza” nos da la idea de que la persona deja caer su rostro en el piso, sin apoyo ninguno. Lo que estoy diciendo es que la fe no se origina en el hombre, sucede cuando Dios abre su corazón para nosotros. En ese sentido, la primera reacción de fe es abrir la puerta a fin de permitir que Dios en Cristo sea todo lo que El prometió: es dejar a Dios ser el Dios que El afirma ser en su Palabra.
- La confesión positiva obliga a Dios a hacer nuestra voluntad basada en la idea de que la fe es un poder que podemos utilizar a fin de influenciarlo. Quien concibe la fe de esta manera imagina que puede mover la mano de Dios en la dirección que quiera. Si en teoría no pensamos así, en la práctica es lo que estamos haciendo[1].
No con ánimo mártir, mucho menos de teórico o dogmático, sino con el fin de ajustar a la Biblia este importante tema, hemos hecho ésta reflexión, en la cual apelamos a la historia eclesiástica, para demostrar que era lo que creían los cristianos de todas las épocas sobre lo que es fe.
Siempre se ha creído que sólo es posible creer por la gracia y los auxilios interiores del Espíritu Santo. Pero no es menos cierto también que creer es un acto auténticamente humano. No es contrario ni a la libertad ni a la inteligencia del hombre depositar la confianza en Dios y adherirse a las verdades por él reveladas. Tomas de Aquino expuso que en la fe, la inteligencia y la voluntad humanas cooperan con la gracia divina: "Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia". Las facultades del hombre lo hacen capaz de conocer la exigencia de un Dios personal. Pero para que el hombre pueda entrar en intimidad con ese Dios. Dios ha querido revelarse al hombre y darle la gracia de poder acoger en fe esa revelación. Sin embargo las pruebas de la existencia de Dios, pueden disponer a la fe y ayudar a ver que la fe no es contrario a la razón.
El motivo de creer, o no creer, no radica en el hecho de que las verdades reveladas aparezcan como verdaderas e inteligibles a la luz de nuestra razón natural. Creemos a causa de la autoridad de Dios mismo que se revela y que no puede engañarse ni engañarnos. Sin embargo, para que nuestra fe sea conforme a la razón, Dios ha querido que los auxilios interiores del Espíritu Santo vayan acompañados de las pruebas exteriores de su revelación, por ejemplo, los milagros de Cristo, Marcos 16:20 dice “Y ellos salieron y predicaron en todas partes, actuando con ellos el Señor y confirmando la palabra con las señales que seguían. Hechos 2:4 dice “Todos fueron llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en distintas lenguas, como el Espíritu les daba que hablasen”. En este texto, tenemos que aclarar, que el descenso del Espíritu Santo, fue en parte para autenticar o evidenciar la obra hecha por los apóstoles. Pablo en 1 Corintios 2:4-5 dice: “Ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios”. Note que el evangelio que predicaba el apóstol Pablo, siempre tenía señales de demostración, para evidenciar el evangelio.
La fe es cierta, más cierta que todo conocimiento humano, porque se funda en la Palabra misma de Dios, que no puede mentir. Ciertamente las verdades reveladas pueden parecer oscuras a la razón y a la experiencia humanas, pero "la certeza que da la luz divina es mayor que la que da la luz de la razón natural" (Tomás de Aquino).
La fe trata de comprender (Anselmo): es inherente a la fe que el creyente desee conocer mejor a aquel en quien ha puesto su fe, y comprender mejor lo que le ha sido revelado; un conocimiento más penetrante suscitará a su vez una fe mayor, cada vez más encendida de amor. La gracia de la fe abre los ojos del corazón" (Efe 1,18) para una inteligencia viva de los contenidos de la Revelación, es decir, del conjunto del designio de Dios y de los misterios de la fe, de su conexión entre sí y con Cristo, centro del Misterio revelado. Ahora bien, para que la inteligencia de la Revelación sea más profunda, el mismo Espíritu Santo perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones. Así, según el adagio de Agustín (sermón. 43, 7,9), "creo para comprender y comprendo para creer mejor".
A pesar de que la fe está por encima de la razón, jamás puede haber desacuerdo entre ellas. Puesto que el mismo Dios que revela los misterios y comunica la fe ha hecho descender en el espíritu humano la luz de la razón, Dios no podría negarse a sí mismo ni lo verdadero contradecir jamás a lo verdadero. Por eso, la investigación metódica en todas las disciplinas, si se procede de un modo realmente científico y cristiano y según las normas morales, nuca estará realmente en oposición con la fe, porque las realidades profanas y las realidades de fe tienen su origen en el mismo Dios. Más aún, quien con espíritu humilde y ánimo constante se esfuerza por escrutar lo escondido de las cosas, aun sin saberlo, está como guiado por la mano de Dios, que, sosteniendo todas las cosas, hace que sean lo que son.
[1] Lo que esta detrás de G12, Asambleas de Dios, Cuba
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