jueves, 14 de enero de 2010

Caos moral antes del levantamiento moral Genesis 3:1-7

ROCA DE SALVACION

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Contraste con la tentación de Cristo:
Mateos 4:1-11


Entonces la serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Jehovah Dios había hecho, dijo a la mujer: — ¿De veras Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del jardín”? La mujer respondió a la serpiente: — Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Pero del fruto del árbol que está en medio del jardín ha dicho Dios: “No comáis de él, ni lo toquéis, no sea que muráis.” Entonces la serpiente dijo a la mujer: — Ciertamente no moriréis. Es que Dios sabe que el día que comáis de él, vuestros ojos serán abiertos, y seréis como Dios, conociendo el bien y el mal. Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría. Tomó, pues, de su fruto y comió. Y también dio a su marido que estaba con ella, y él comió. Y fueron abiertos los ojos de ambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos. Entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron ceñidores.

El relato de la caída del hombre en el capitulo tres de Génesis, es el eje donde gira la revelación bíblica, todo el resto de la historia humana, con sus levantamientos y caídas, es resultado de ello, toda la teología, así como todo el plan salvifico de Dios, tiene su origen y razón de ser en Génesis capitulo 3, Todo, absolutamente todo el resto de la historia es consecuencia de esa caída.
Génesis capitulo tres aborda el gran problema del origen del mal físico y del mal moral. Es un hecho que el hombre sufre dolores físicos, inquietudes psíquicas y terribles problemas morales. Es un hecho que gran parte de la humanidad es pecadora, injusta, y sigue los caminos del vicio. ¿Dónde se origina esta desviación de la primitiva felicidad? Como teólogo, Moisés, aborda el problema en su aspecto teológico, y quiere dar a entender a sus lectores que tanto el mal físico como el mal moral no entraban en los planes primitivos de Dios. Al salir de sus manos, los primeros padres se hallaban en una situación diferente de la actual; pero hubo una intervención del espíritu maligno, y el hombre pecó, y de ahí las terribles consecuencias del pecado en todos los órdenes.
En estos versos va a comenzar el gran drama cuyo resultado fatídico es el dolor físico y el mal moral del mundo. El autor sagrado prepara la escena presentando al principal protagonista de ella, el instigador de la desobediencia y rebelión contra el Creador, el Diablo en forma de serpiente, sobre el carácter astuto y traidor de la serpiente recae el papel que va a desempeñar en el relato. Este animal escurridizo, que muerde a traición al caminante es considerado en el folklore popular como un animal especialmente maligno y traidor. Jesucristo se hace eco de esta creencia popular al recomendar, de un lado, la astucia de la serpiente, y del otro, la candidez de la paloma. Este carácter astuto e intrigante aparece en la insinuación maligna que a continuación hace a Eva: ¿De veras Dios os ha dicho: “No comáis de ningún árbol del jardín”? (v.1b). El interrogante va derecho al sentimiento de orgullo humano. El hecho de que no pudiera probar todos los árboles del paraíso es una limitación y una dependencia, en contra de la dignidad humana. Moisés no dice expresamente que la serpiente encarne al espíritu maligno, pero se deduce del contexto, ya que aparece la serpiente como ser inteligente envidiosa, conocedora del precepto e instigadora a la rebeldía contra Dios. Jesucristo dice a los judíos que son imitadores del padre de la mentira: “Vosotros tenéis por padre al diablo, y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este fue homicida desde el principio.” Sin duda que Jesús alude aquí al engaño de la serpiente del Génesis, que fue causa de la muerte de la humanidad. San Juan se hace eco de la misma idea: “El que comete pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio”; y en el Apocalipsis, “la serpiente antigua” es identificada con el diablo. Y la tradición cristiana es unánime en identificar la serpiente del relato genesiaco y el principio del mal. En efecto, aquí éste se muestra sumamente insinuante y maligno, ya que, para hacer reaccionar favorablemente a Eva y llevarla hacia un sentimiento de rebelión y orgullo, dice, exagerando, que Dios ha sido demasiado exigente al no permitir que coman de todos los árboles del paraíso. Tenemos que insistir en lo bien que conoce el Diablo la débil psicología humana.
La respuesta de la mujer es una corrección a la exageración de la serpiente, ya que sólo de un árbol les está prohibido comer. No le designa con el nombre de “árbol de la ciencia del bien y del mal,” sino simplemente con su localización geográfica: el que está en medio del paraíso. El mandato del capitulo 2:16-17 se refería sólo a no comer del fruto del árbol, pero aquí Eva exagera también al decir que no deben tocar el árbol. Ante el temor de Eva de que el fruto del árbol prohibido traiga como consecuencia la muerte, la serpiente dice categóricamente, sembrando la duda en ella: no moriréis (v.4). Y ladinamente razona su afirmación: en esta prohibición no hay sino un temor de Dios de que lleguen a ser de su misma categoría divina, pues el fruto prohibido tendrá una virtualidad inesperada: les abrirá los ojos y llegarán a ser conocedores del bien y del mal (v.5). Hasta ahora existe una línea divisoria tiránica, que los pone en plan de inferioridad respecto de Dios, ya que no pueden decidir por sí mismos lo que es bueno y lo que es malo. El razonamiento de la serpiente es de lo más insidioso y maligno, ya que abre brecha en lo más débil del espíritu humano, en su conciencia de dignidad personal: seréis como Dios. La meta es alta, pero digna de escalarse. La observación de la serpiente es sumamente psicológica. El fruto prohibido no traerá la muerte, sino la ciencia superior, que los situará en plan de igualdad con la misma divinidad. Por eso, el árbol misterioso se llama de la “ciencia del bien y del mal.” La sugestión ha sido realmente diabólica y consiguió su efecto, pues la mujer al punto se sintió atraída hacia el fruto de aquel árbol misterioso, al que ahora considera como clave de su felicidad: Entonces la mujer vio que el árbol era bueno para comer, que era atractivo a la vista y que era árbol codiciable para alcanzar sabiduría (v.7). De un trazo, Moisés hace intervenir la gula, la vanidad y el orgullo intelectual. Otro rasgo magistral de observación psicológica que retrata las profundidades del ser humano. Eva tomó del fruto prohibido, comió de él, y dió a su marido. Quizá en esto haya un fondo de ironía: el hombre obedeciendo dócilmente a las insinuaciones de la mujer, cuando era Adán quien debía, como jefe, reaccionar enérgicamente ante la perspectiva de una desobediencia a Dios. También esto pertenece a las debilidades del corazón humano. La mujer ha dirigido el hilo oculto de la historia al ser dueña del corazón del varón con sus encantos. El autor del libro Apócrifo de Eclesiástico, siguiendo su propensión misogínica, echa toda la culpa del pecado a Eva: “Por una mujer ha comenzado el pecado. A causa de ella morimos todos.”Pablo, para justificar la subordinación de la mujer al marido, dice a Timoteo: “Adán no ha sido engañado, sino que la mujer, habiendo sido engañada, ha sido la transgresora.”Queda claro que, conforme al relato del Génesis, el espíritu maligno primero abrió brecha en el ser más impresionable o sensible, y después éste logró atraerse a Adán. La consecuencia de la transgresión fue fulminante, pues al punto los dos primeros padres sintieron el aguijón de la carne, el desequilibrio pasional, la lucha de la carne contra el espíritu, el desorden libidinoso, y por ello se avergonzaron de estar desnudos (v.7). En el v. 25 del capítulo anterior se dice que ambos, a pesar de estar desnudos, no se avergonzaban. Es un modo plástico de decir que sentían un perfecto equilibrio entre su razón y sus pasiones, sin que tuvieran noción de un desorden sexual que les pudiera turbar y avergonzar. De este desequilibrio sexual que siguió al pecado se ha querido deducir que el pecado de los primeros padres fue de índole sexual, de tal forma que antes de la primera caída no habrían hecho uso de la cópula conyugal. Esta interpretación está en contra del contexto, ya que la mujer fue creada como complemento del varón, para formar “una sola carne.”

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