sábado, 2 de enero de 2010

Herencia presente y futura de los ciudadanos del reino Isaias 54:17


ROCA DE SALVACION

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Ninguna arma forjada contra ti tendrá éxito; y a toda lengua que en juicio se levantare contra ti, condenarás. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su justicia es de mí, dice Jehová. Versión Moderna

Jehová, movido por la triste situación en que se halla Sión, anuncia un futuro glorioso para ella, describiéndola como una ciudadela cuyas murallas están cimentadas y formadas con toda clase de piedras preciosas. La imaginación oriental del profeta no pudo encontrar mejores símiles para ponderar la futura magnificencia de Sión, fundada sobre la justicia (v.14).A través de todas estas imágenes materiales debemos captar el mensaje profundo de las palabras del profeta. La futura restauración y alianza con Jehová se basará en unas relaciones cordiales entre ambas partes contratantes, como consecuencia del cumplimiento, por parte de Sión, de los postulados de justicia y de amor para con Jehová. Las virtudes morales serán la base de la nueva teocracia que surgirá después de la prueba de la cautividad. Esto es un tópico en la literatura profética. El autor del Apocalipsis recogerá estas imágenes de pedrería para describir la futura Jerusalén celestial .Hay una continuidad literaria entre ambas descripciones, y una continuidad conceptual en el contenido religioso de ambas. La “nueva Jerusalén” celeste de San Juan será una sublimación de la “nueva Jerusalén” del libro de Isaías. La paz de la futura teocracia se basará en que todos sus hijos serán adoctrinados por Jehová (1.13).Los nuevos ciudadanos de Sión tendrán una profunda conciencia de su vinculación a Jehová, que los ha adoctrinado, y de sus deberes ético-religiosos, y de ahí surgirá la paz ansiada, basada en la rectitud moral o justicia (v.14), que será el fundamento real de la nueva Sión. Como consecuencia del cumplimiento de sus deberes por parte de sus hijos, Sión se verá libre de toda opresión y terror (v.14), e.d., libre de las intervenciones de la mano justiciera de Dios, que castiga a su pueblo cuando es transgresor de sus mandamientos sagrados. Si alguno se atreviera a atacarlo, no sería, como antes, de parte de Jehová: no es de parte mía (v.15).Los asirios y babilonios, que habían llevado en cautividad a Israel, eran en realidad instrumentos de la justicia divina para castigar las infidelidades del pueblo elegido; por eso eran realmente enviados por Jehová ,y precisamente por esto lograban vencer al pueblo de Dios; en adelante no será así, pues quien ataque a Israel será por su propia iniciativa, y, en consecuencia, tendrá que enfrentarse con el poder de Jehová, que protege a su pueblo: quien te ataque caerá ante ti (v.15). En realidad, todo está en manos de Jehová, ya que tanto el herrero que forja las armas (v.16) como el que las maneja para sembrar la ruina en los ejércitos, el destructor para aniquilar (v.16), están sometidos a su imperio. Sión, pues, no debe temer, ya que El hará fracasar al industrial que fabrica las armas y al guerrero que las maneja. No sólo Sión quedará indemne en el futuro de los ataques materiales de sus enemigos, sino que ni la afectarán las maquinaciones insidiosas de las acusaciones enemigas. Al fin triunfará judicialmente contra las acusaciones de sus enemigos (toda lengua que contra ti se alce enjuicio, v.17).Los servidores de Jehová ,o ciudadanos de la nueva teocracia, participarán así de una heredad preciosa, ya que ese estado de tranquilidad total será fruto de la justicia o salvación, que provendrá del mismo Dios .Aunque el profeta piensa aquí sólo en los ciudadanos de la nueva Sión, sin mencionar a los otros pueblos, sin embargo, estas palabras no deben desconectarse de las otras promesas universalistas mesiánicas del mismo profeta, EN LAS QUE ESTAMOS INCLUIDOS. Por otra parte, no debemos perder de vista que nos hallamos aún en las perspectivas del Antiguo Testamento; en realidad, el cumplimiento de las palabras del profeta se dio en la nueva teocracia del Nuevo Testamento, en el “Israel de Dios,” la Iglesia, que es la verdadera heredera de las promesas del Antiguo Testamento. Las frases sobre la desaparición de todo temor y angustia en la nueva Sión son idealizaciones poéticas para ensalzar la profunda confianza que tendrán los nuevos ciudadanos en Jehová, que será su protector[1]. Nosotros que ya vivimos en ese reino de paz, estas palabras se cumplen en nosotros, ya que hemos aceptado al Mesías. Aunque el pueblo de Jehová debía esperar la era por venir para la consumación de esta promesa, también se aplica ahora. Dios frustra las conspiraciones y acusaciones contra su pueblo. [2] La estrecha tienda del v. 2 y la desmenuzada Jerusalén son igualmente eclipsadas por esta combinación de hermosura y fuerza; un cuadro resplandeciente de la iglesia, elaborado más tarde en Apoc. 21:10–27[3]







[1] Maximiliano García Cordero, O.. P.
[2] Biblia Plenitud
[3]Carson, D.A. ; France, R.T. ; Motyer, J.A. ; Wenham, G.J

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