ROCA DE SALVACION
SI DESEA INSCRIBIRSE PARA RECIBIR LAS REFLEXIONES TEOLOGICAS DE LUNES A VIERNES, FAVOR DE ESCRIBIRNOS
s.gonzalez9068@att.net
http://joyasdelabiblia.blogspot.com
http://perlitaspastorales.blogspot.com (pentecostalismo clásico)
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Porque yo recibí del Señor la enseñanza que también os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan; y habiendo dado gracias, lo partió y dijo: “Tomad, comed. Esto es mi cuerpo que por vosotros es partido. Haced esto en memoria de mí.” Asimismo, tomó también la copa después de haber cenado, y dijo: “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre. Haced esto todas las veces que la bebáis en memoria de mí.” Todas las veces que comáis este pan y bebáis esta copa, anunciáis la muerte del Señor, hasta que él venga. De modo que cualquiera que coma este pan y beba esta copa del Señor de manera indigna, será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor. Por tanto, examínese cada uno a sí mismo, y coma así del pan y beba de la copa. Porque el que come y bebe, no discerniendo el cuerpo, juicio come y bebe para sí. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y debilitados, y muchos duermen. Pero si nos examináramos bien a nosotros mismos, no se nos juzgaría. Pero siendo juzgados, somos disciplinados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo. Así que, hermanos míos, cuando os reunáis para comer, esperaos unos a otros. Si alguien tiene hambre, coma en su casa, para que no os reunáis para juicio. Las demás cosas las pondré en orden cuando llegue.
Muchos lectores nos han escrito con referencia a las ordenanzas (Sacramentos) y hemos notado que existe mucha confusión con referencia a la doctrina, por lo que hemos decidido enviar esta reflexión para aclarar nuestra doctrina.
Generalmente hoy se les llama ordenanzas al bautismo y a la Cena del Señor, aunque algunos grupos prefieren llamarlos sacramentos. La palabra “sacramento” significa hacer sagrado, dedicar algo a un dios o a un uso sagrado. La palabra en latín se empleó en la Vulgata como traducción de la palabra griega musterion, lo que le dio la idea de algo misterioso o mágico. Así que, los grupos que prefieren llamar sacramentos a estos ritos de la iglesia, usualmente los relacionan con algún poder misterioso o una suministración real de gracia. El Concilio de Trento definió un sacramento como “algo presentado a los sentidos, que tiene poder, por institución divina, no sólo de significar, sino también de eficazmente comunicar la gracia”.
Por el contrario, “ordenanza” (aunque un sinónimo de sacramento en el diccionario) no incorpora la idea de comunicar gracia sino solamente la de un símbolo. Así la ordenanza misma no tiene ningún poder inherente para cambiar a los que la observan, aunque Dios puede usarla para ministrarles a ellos[1].
La Expresión “Cena Del Señor” (gr., kyriakon deipnon). Ocurre una vez en el NT (1 Corintios 11:20), pero hay una expresión semejante en 1 Corintios 10:21: la mesa del Señor. Fue instituida en la noche antes de la crucifixión Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:15-20; 1 Corintios 11:23-25. Jesús les dijo a los discípulos que la copa de vino representaba su sangre vertida para inaugurar un nuevo pacto entre Dios y los muchos (Mateo 26:28; ver Isaías 52:15; 53:12).. También indicaba a la realización y consumación del reino de Dios al fin del tiempo cuando la comida se reanudará en el banquete mesiánico. De esa manera se puede decir que la cena del Señor se come en memoria de su muerte expiatoria y con la esperanza en la venida del reino de Dios en plenitud.
En Hechos 2:42 se menciona la mesa de comunión como partir del pan (cf. Hechos 20:7). Al principio, la Cena era parte de una comida más grande (1 Corintios 11:17 ss.). Llegó a ocupar la segunda parte del servicio de adoración en la iglesia local mientras que la primera parte consistía del ministerio de la palabra, las oraciones, el canto de los Salmos e intercesiones. En ninguna parte del NT se llama “sacrificio” a la cena del Señor, como sostienen los católicos en la misa. Aunque la Cena es conmemorativa de un sacrificio, y también un sacrificio de alabanza ofrecido a Dios, no es ni una repetición del sacrificio de Cristo hecho en el calvario ni una participación en la ofrenda de sí mismo que Cristo hace perpetuamente al Padre en el cielo como nuestro sacerdote celestial. (Punto de Vista Católico). La Cena del Señor, es la proclamación simbólica de la muerte del Señor hasta que él vuelva a la tierra. [Nota: el término “santa cena” no se encuentra en el texto bíblico; es de origen católico][2].
Pablo, en este pasaje, comienza con un recordatorio de que él repite la tradición que recibió del Señor y que les había transmitido a los corintios cuando estuvo con ellos. Recuerda las acciones y palabras del Señor Jesús la noche en que fue entregado. Ellos debían partir el pan en memoria de la muerte de Jesús. También debían beber la copa en memoria del nuevo pacto que Jesús ratificó en su sangre. Esta cena es como la ratificación del antiguo pacto con sangre en Éxodo, es el simbolismo de la promesa de un nuevo pacto en Jeremías 31:31, un pacto que es para la bendición de todas las naciones, Génesis 12:3. La cena del Señor proclama la muerte del Señor, hasta que él venga por segunda vez. Pablo repite y altera el orden de las palabras de Jesús para dar énfasis a sus acciones. Lo hace para marcar un contraste entre la acción desinteresada de Jesús al dar su vida por ellos y las acciones egoístas de los que crean divisiones en su cuerpo, la iglesia (1 Corintios 10:17).El apóstol centra la atención en que no comparten la comida en la Cena para mostrar cuán extremadamente generosa había sido hacia cada uno de ellos, la acción de Jesús en la cruz. Al contrario actuaban glotonamente, sin esperar al hermano para empezar a comer. Se estaban comportando en esta forma tan egoísta, precisamente en la celebración recordatoria que Jesús instituyó la noche en que fue entregado, para que pudieran recordar su muerte. ¿No es una traición a aquel cuya Cena están celebrando, el comportarse de esta manera?
Los Pentecostales sostenemos que son tres las condiciones imperantes que preceden al privilegio de la cena del Señor:
La regeneración. Ninguna persona inconversa puede con propiedad y derecho comer y beber en el acto que conmemora la muerte de Cristo. Han de ser personas muertas al pecado y vivientes para Dios, nacidas de nuevo mediante la operación del Espíritu.
El bautismo. Sepultados con Cristo en el bautismo, hecha su profesión de fe en aquél. Ninguna persona, por buena y manifiestamente regenerada que sea, está en condición, según el orden divino, de tomar la cena si no está bautizada. Sin el bautismo no puede entrar en la comunión de la iglesia, en la cual exclusivamente ha de ser disfrutado el privilegio de tomarla.
La buena conducta es también necesaria. La vida cristiana íntegra y consecuente, y el proceder piadoso entre los santos, y a la vista del mundo. Aunque sea la persona realmente regenerada, y bautizada como es debido, si a pesar de todo esto fuere su conducta desordenada, violare sus compromisos que ha pactado, viviere en el pecado, y ocasionare el reproche para la profesión cristiana, pierde el derecho de sentarse a la mesa del Señor. Hemos de acercarnos a la mesa del Señor con vidas limpias y con móviles idóneos.
[1] Libro de Doctrinas Charles Ryrie
[2] J.D. Douglas y Merrill C. Tenney
Muchos lectores nos han escrito con referencia a las ordenanzas (Sacramentos) y hemos notado que existe mucha confusión con referencia a la doctrina, por lo que hemos decidido enviar esta reflexión para aclarar nuestra doctrina.
Generalmente hoy se les llama ordenanzas al bautismo y a la Cena del Señor, aunque algunos grupos prefieren llamarlos sacramentos. La palabra “sacramento” significa hacer sagrado, dedicar algo a un dios o a un uso sagrado. La palabra en latín se empleó en la Vulgata como traducción de la palabra griega musterion, lo que le dio la idea de algo misterioso o mágico. Así que, los grupos que prefieren llamar sacramentos a estos ritos de la iglesia, usualmente los relacionan con algún poder misterioso o una suministración real de gracia. El Concilio de Trento definió un sacramento como “algo presentado a los sentidos, que tiene poder, por institución divina, no sólo de significar, sino también de eficazmente comunicar la gracia”.
Por el contrario, “ordenanza” (aunque un sinónimo de sacramento en el diccionario) no incorpora la idea de comunicar gracia sino solamente la de un símbolo. Así la ordenanza misma no tiene ningún poder inherente para cambiar a los que la observan, aunque Dios puede usarla para ministrarles a ellos[1].
La Expresión “Cena Del Señor” (gr., kyriakon deipnon). Ocurre una vez en el NT (1 Corintios 11:20), pero hay una expresión semejante en 1 Corintios 10:21: la mesa del Señor. Fue instituida en la noche antes de la crucifixión Mateo 26:26-29; Marcos 14:22-25; Lucas 22:15-20; 1 Corintios 11:23-25. Jesús les dijo a los discípulos que la copa de vino representaba su sangre vertida para inaugurar un nuevo pacto entre Dios y los muchos (Mateo 26:28; ver Isaías 52:15; 53:12).. También indicaba a la realización y consumación del reino de Dios al fin del tiempo cuando la comida se reanudará en el banquete mesiánico. De esa manera se puede decir que la cena del Señor se come en memoria de su muerte expiatoria y con la esperanza en la venida del reino de Dios en plenitud.
En Hechos 2:42 se menciona la mesa de comunión como partir del pan (cf. Hechos 20:7). Al principio, la Cena era parte de una comida más grande (1 Corintios 11:17 ss.). Llegó a ocupar la segunda parte del servicio de adoración en la iglesia local mientras que la primera parte consistía del ministerio de la palabra, las oraciones, el canto de los Salmos e intercesiones. En ninguna parte del NT se llama “sacrificio” a la cena del Señor, como sostienen los católicos en la misa. Aunque la Cena es conmemorativa de un sacrificio, y también un sacrificio de alabanza ofrecido a Dios, no es ni una repetición del sacrificio de Cristo hecho en el calvario ni una participación en la ofrenda de sí mismo que Cristo hace perpetuamente al Padre en el cielo como nuestro sacerdote celestial. (Punto de Vista Católico). La Cena del Señor, es la proclamación simbólica de la muerte del Señor hasta que él vuelva a la tierra. [Nota: el término “santa cena” no se encuentra en el texto bíblico; es de origen católico][2].
Pablo, en este pasaje, comienza con un recordatorio de que él repite la tradición que recibió del Señor y que les había transmitido a los corintios cuando estuvo con ellos. Recuerda las acciones y palabras del Señor Jesús la noche en que fue entregado. Ellos debían partir el pan en memoria de la muerte de Jesús. También debían beber la copa en memoria del nuevo pacto que Jesús ratificó en su sangre. Esta cena es como la ratificación del antiguo pacto con sangre en Éxodo, es el simbolismo de la promesa de un nuevo pacto en Jeremías 31:31, un pacto que es para la bendición de todas las naciones, Génesis 12:3. La cena del Señor proclama la muerte del Señor, hasta que él venga por segunda vez. Pablo repite y altera el orden de las palabras de Jesús para dar énfasis a sus acciones. Lo hace para marcar un contraste entre la acción desinteresada de Jesús al dar su vida por ellos y las acciones egoístas de los que crean divisiones en su cuerpo, la iglesia (1 Corintios 10:17).El apóstol centra la atención en que no comparten la comida en la Cena para mostrar cuán extremadamente generosa había sido hacia cada uno de ellos, la acción de Jesús en la cruz. Al contrario actuaban glotonamente, sin esperar al hermano para empezar a comer. Se estaban comportando en esta forma tan egoísta, precisamente en la celebración recordatoria que Jesús instituyó la noche en que fue entregado, para que pudieran recordar su muerte. ¿No es una traición a aquel cuya Cena están celebrando, el comportarse de esta manera?
Los Pentecostales sostenemos que son tres las condiciones imperantes que preceden al privilegio de la cena del Señor:
La regeneración. Ninguna persona inconversa puede con propiedad y derecho comer y beber en el acto que conmemora la muerte de Cristo. Han de ser personas muertas al pecado y vivientes para Dios, nacidas de nuevo mediante la operación del Espíritu.
El bautismo. Sepultados con Cristo en el bautismo, hecha su profesión de fe en aquél. Ninguna persona, por buena y manifiestamente regenerada que sea, está en condición, según el orden divino, de tomar la cena si no está bautizada. Sin el bautismo no puede entrar en la comunión de la iglesia, en la cual exclusivamente ha de ser disfrutado el privilegio de tomarla.
La buena conducta es también necesaria. La vida cristiana íntegra y consecuente, y el proceder piadoso entre los santos, y a la vista del mundo. Aunque sea la persona realmente regenerada, y bautizada como es debido, si a pesar de todo esto fuere su conducta desordenada, violare sus compromisos que ha pactado, viviere en el pecado, y ocasionare el reproche para la profesión cristiana, pierde el derecho de sentarse a la mesa del Señor. Hemos de acercarnos a la mesa del Señor con vidas limpias y con móviles idóneos.
[1] Libro de Doctrinas Charles Ryrie
[2] J.D. Douglas y Merrill C. Tenney
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