jueves, 4 de febrero de 2010

Espiritu , Alma y Cuerpo . Hebreos 4:12

ROCA DE SALVACION

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HEBREOS 4:10-12

Heb 4:10 Porque el que ha entrado en su descanso, ha cesado él mismo también de sus obras, así como Dios cesó de las suyas. Heb 4:11 Esforcémonos pues para entrar en aquel descanso, no sea que alguno caiga, según el mismo ejemplo de incredulidad. Heb 4:12 Porque la palabra de Dios es viva, y eficaz, y más aguda que toda espada de dos filos, Y penetra hasta la división entre alma y espíritu, sí, y hasta las coyunturas y los tuétanos, y es hábil en discernir los pensamientos y propósitos del corazón.



Durante siglos, se ha utilizado este texto, junto con 1 Tesalonicenses 5:23 y 1 Corintios 15:44, para apoyar la doctrina de la tricotomía del ser humano, por lo que resulta inevitable, que antes de exponerlo, hagamos un rodeo histórico sobre el tema de los componentes integrantes de la naturaleza humana. El tema de los elementos constitutivos del ser humano, ha sido una cuestión de mucho debate, y al tratar de comentar este texto, debemos tener en cuenta, los diferentes modos de ver la constitución del hombre, especialmente el modo de ver judío, que es en el que esta insertado toda la Biblia.

Generalmente han habido tres creencias:
  1. La del oriente cristiano, la cual era partidaria de la tricotomia, es decir que el ser humano esta compuesto de espíritu, alma y cuerpo, esta teoría, según algunos interpretes, es de origen platónico.
  2. La iglesia occidental acogió la dicotomía, es decir, el ser humano esta compuesto por un elemento material y uno espiritual. La iglesia católica siempre ha favorecido este punto de vista, sobre todo desde Tomas de Aquino.
  3. La medicina y la psicología. Miran al ser humano como una sola existencia o una sola unidad( Holística) en esa sola existencia existe un principio de vida, unidad y movimiento, al que llaman alma, y el cuerpo es el gesto del alma

Por su parte, todos los sistemas filosóficos, que tratan de explicar la constitución del ser humano pueden resumirse como sigue:

  1. Sistemas monistas: Materialismo, Idealismo. Los cuales sostienen la unicidad de ser humano. Los materialistas dicen que el ser humano es materia y que las actividades del cerebro son secreciones de esa materia. Así como el hígado genera bilis, el cerebro produce pensamientos (Feuerbach). Los idealistas por su parte sostienen, que la materia es un mero producto del espíritu.
  2. Sistemas dualísticos: a) Realismo platónico exagerado, sostenía que el alma estaba en el cuerpo como el patrón en la nave, lo sostenía y lo controlaba pero sin unión vital ninguna b) Realismo moderado aristotélico. (hilemorfismo) el cual admitía dos sustancias: materia prima y forma sustancial, las cuales tenían mutua relación.
  3. El ocasionalismo: (Descartes) Sostenía que el asiento del alma estaba en la hipófisis, sostenía que el espíritu y la materia no se pueden unir.
  4. Vitalismo bíblico: Sin pretender dar una explicación científica, afirma la unidad vital del ser humano a pesar de la dualidad de sus componentes

Sabemos que lo intrincado del tema y lo pequeño de estas reflexiones, hacen imposible explicar todo en detalle, por lo que nos concentraremos en exponer el pasaje desde nuestro punto de vista que es la Tricotomia. El ser humano es espíritu, alma y cuerpo, pero esto no significa que esté divido, es una unidad vital, y las tres partes o elementos constitutivos del ser humano se relacionan unas con otras. La obra de Cristo en la cruz, provee salvación para las tres partes, vitalidad al espíritu, redención al alma, y sanidad al cuerpo, fue una obra entera, para todas las partes del ser humano, pues Dios mira al ser humano como una sola existencia o unidad.


HEBREOS 4:10-12 (exegesis)

En el Verso 10, el escritor esta hablando de la promesa de entrar en un reposo. En el verso 11. esta diciendo que viendo que tenemos delante de nosotros tal promesa, tenemos que esforzarnos pues nosotros, como ellos, podemos perderla por la incredulidad. Ese reposo es aún futuro y glorioso; es el reposo en el que Cristo ha entrado antes” (v. 14; 6:20).Podemos caer (Vr11) con el alma, no meramente con el cuerpo en la arena del desierto, como cayeron los rebeldes israelitas (3:17). El sentido es: “que ninguno caiga en tal desobediencia ejemplificada por aquéllos israelitas”. Ellos no pudieron entrar a la tierra prometida, vagaron cuarenta años en el desierto, y a nosotros nos puede pasar igual, pero lo que cae no es el cuerpo en el desierto, sino nuestras almas.
Ya en el verso 12, el escritor dice: Tan diligente esfuerzo conviene, (v. 11) porque tenemos que ver con un Dios cuya “palabra”, por la que seremos juzgados, es escudriñadora de corazones, y cuyos ojos lo ven todo (v. 13). Las cualidades aquí atribuidas a la palabra de Dios y todo el contexto, demuestran que se trata de poder judicial, por esa palabra condenó a los israelitas desobedientes a la exclusión de Canaán y excluirá a llamados cristianos incrédulos del reposo celestial. No se refiere a la palabra escrita de Dios, aunque este texto a menudo se interpreta como si así se tratara. La palabra de Dios (lo mismo que la predicada, v. 2), es usada aquí en el sentido más amplio pero con especial referencia a su poder judicial, la palabra de Dios, es la espada del Espíritu de dos filos, el uno para redargüir y convertir a algunos (v. 2), y el otro para condenar y destruir a los incrédulos. (v. 14). Apocalipsis_19:15 representa el poder judicial de la palabra como una espada aguda que sale de la boca de Cristo para herir a las naciones. La misma palabra que es salvadora para los fieles (v. 2) es destructora para los desobedientes (2 Co_2:15-16). Su doble poder parece inferido por sus dos filos. Juzga todo lo que está en el corazón porque lo atraviesa, castigando (a incrédulos) y a la vez escudriñando” tanto a creyentes como a incrédulos. Este poder de la palabra es descrito por el autor como que alcanza—penetra, atraviesa, hasta partir el alma, y aun el espíritu—Esto es, hace la separación del alma animal, la parte inferior de la naturaleza incorpórea del hombre, la sede de los deseos animales, que él tiene en común con los brutos; “el hombre natural” y psíquico, (de Jud_1:19), del espíritu ,la parte superior del hombre, receptivo del Espíritu de Dios, que lo vincula con los seres celestiales.
Aunque la idea general del pasaje, conforme acabamos de exponer, es clara, no así esa enumeración de “espíritu-alma-cuerpo,” en que el Apóstol descompone el ser del hombre. Es evidente que no pretende proponer ninguna teoría filosófica sobre si la constitución del ser humano es unitaria o dicotómica o tricotómica; pero también es evidente que algo pretende indicar con esas tres palabras y que alguna diferencia establece entre el significado de cada una de ellas. La diferencia entre cuerpo y alma es fácilmente explicable; pero ¿en qué se diferencian el espíritu y el alma? Parece ser, a juzgar por el modo de hablar en otros muchos lugares de sus cartas (Rom 8:1-11;1 Cor 2:13-15;15:44-46;Gal 5:16-17), que, para Pablo, el “espíritu ” y el “alma ” son partes de la misma realidad espiritual e incorpórea del ser humano, aunque connotando aspectos diferentes. Esa parte más íntima y noble del hombre, contrapuesta al cuerpo, se llama “espíritu” en cuanto a principio motor de acciones morales y campo de acción del Espíritu Santo (Rom 8:4-11) y se llama “alma” en cuanto principio de vida sensitiva con su cortejo de pasiones y concupiscencias.


Las partes constitutivas del espíritu humano.


El espíritu humano comprende tres partes. O, expresado de otro modo, se puede decir que tiene tres funciones principales. Éstas son la conciencia, la intuición y la comunión. La conciencia es el órgano que discierne; distingue lo bueno y lo malo. Sin embargo, no lo hace por medio de la influencia del conocimiento almacenado en la mente, sino con un espontáneo juicio directo. A menudo nuestro razonamiento justifica lo que nuestra conciencia juzga. El trabajo de la conciencia es independiente y directo, pues no se somete a las opiniones del exterior. Si el hombre obra mal, la conciencia levantará su voz acusatoria. La intuición es el órgano sensitivo del espíritu humano. Es tan diametralmente diferente del sentido físico y del sentido anímico que se le llama intuición. La intuición conlleva una sensibilidad directa independiente de cualquier influencia exterior. Ese conocimiento que nos llega sin ninguna ayuda del pensamiento, la emoción o la voluntad es intuitivo. «Sabemos» por medio de nuestra intuición, y nuestra mente nos ayuda a «comprender». Las revelaciones de Dios y todos los movimientos del Espíritu Santo son perceptibles para el creyente a través de la intuición. En consecuencia, un creyente debe tener en cuenta estos dos elementos: la voz de la conciencia y la enseñanza de la intuición. La comunión es la adoración a Dios. Los órganos del alma son incompetentes para adorar a Dios. No podemos percibir a Dios con nuestros pensamientos, sentimientos o intenciones, porque únicamente podemos conocerle directamente en nuestros espíritus. Nuestra adoración a Dios y las comunicaciones de Dios con nosotros se llevan a cabo directamente en el espíritu. Tienen lugar en «el hombre interior», no en el alma o en el hombre exterior.


Las partes constitutivas del alma humana.


Además de poseer un espíritu que le permite tener una comunicación íntima con Dios, el hombre también tiene un alma, La consciencia de sí mismo. La operación del alma le hace ser consciente de su existencia. Es la sede de nuestra personalidad. Los elementos que nos hacen humanos pertenecen al alma. El intelecto, los ideales, el amor, la emoción, él discernimiento, la Capacidad de elegir, la decisión, etc., no son sino diferentes experiencias del alma. Lo que constituye la personalidad del hombre son las tres facultades principales de voluntad, pensamiento y emoción. La voluntad es el instrumento de nuestras decisiones y revela nuestro poder de elección. Expresa nuestro consentimiento o nuestra negativa, nuestro «sí» o nuestro «no». Sin él el hombre queda reducido a un autómata. La mente, el instrumento de nuestros pensamientos, manifiesta nuestro poder intelectual. Es la fuente de la sabiduría, el conocimiento y el razonamiento. Su ausencia hace que un hombre sea tonto e inepto. El instrumento de nuestras simpatías y antipatías es la facultad de la emoción. Por medio de ella podemos expresar amor u odio y sentirnos alegres, enojados, tristes o felices. Su escasez hará al hombre insensible como la madera o la piedra. Un cuidadoso estudio de la Biblia nos llevará a la conclusión de que estas tres facultades básicas de la personalidad pertenecen al alma. Hay demasiados pasajes bíblicos para citarlos todos.

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