(773)542-9068
Para recibir este material en su correo electronico, escriba a
Un ministerio totalmente gratito, produce material exergético-explicativo para maestros y laicos en general. Solo solicitamos que:
1. Ore por nuestro ministerio y por nuestro director
2. Apoye el ministerio reenviando las reflexiones, eso extenderá el ministerio
3. Mande su tema, eso proveerá información sobre los temas necesarios a tratar
4. Ruegue a Dios por nuestra primer conferencia de lectores de teología con enfoque hispano
Y Saúl le juró por el Señor, diciendo: "Como el señor vive, ningún castigo te va a pasar por estas cosas." Y la mujer dijo: "¿A quién conjuraré para usted?" Y él dijo: conjura a Samuel para mi Y la mujer vio (reconoció) a Samuel y gritó con voz alta ¿Por qué me has engañado? Por que tú eres Saúl. Y el rey le dijo: "No temas, porque, ¿que has visto tu?" Y la mujer dijo a Saúl: "He visto un ser divino (Plural; “seres divinos”) subiendo desde la tierra." Y él le dijo: "¿Cuál es su forma?" Y ella dijo: "Un hombre anciano viene, y está envuelto en una capa." Saúl entonces entendió que era Samuel, y se inclinó hacia abajo con la cara hacia el suelo, y se postró. y Samuel le dijo a Saúl. ¿Por que me has levantado y me has hecho subir y Saúl dijo: "Estoy muy angustiado, y los filisteos combaten contra mí, y Dios se ha alejado de mí, y no ha me contestado por ninguna forma, ni a través de los profetas, ni a través de los sueños. Y yo te he llamado para que me hagas saber que haré (TANAK JUDIA)
El capitulo 28 de primera de Samuel, registra el encuentro del rey Saúl y la adivina de Endor, han sido muchos los lectores y maestros que nos han pedido una explicación sobre este incidente, la redacción ha retrasado enviar una reflexión sobre este capitulo, no tratando de eludir la respuesta, sino que hemos tomado tiempo para hacer una exegesis profunda del pasaje, pues, lejos de aclarar a los hermanos, pudiéramos confundirlos mas, pudiéramos, además, terminar enseñando o justificando que los cristianos pueden ir a médium o brujeros, lo cual es completamente antibíblico. La pregunta no es si los demonios tienen o no tienen poder, si las comunicaciones son o no son reales, el asunto es que Dios no quiere que sus hijos consulten a tales personas, Dios quiere que sus hijos confíen en su providencia.
Si queremos entender este capitulo, tenemos que partir de las dos aclaraciones que hace el historiador en el verso tres a) Samuel había muerto b) Saúl mató a todos los adivinos y médium. Como preámbulo de lo que referirá el autor a continuación, recuerda dos hechos: la muerte de Samuel y la orden de Saúl contra los evocadores de los muertos y adivinos. En 25:1 se dijo que Samuel murió y que fue enterrado en el sepulcro de la familia en Rama. En calidad de profeta, Samuel, recibía sus revelaciones de Dios y las comunicaba a los hombres. Elí y Saúl conocían bien estas funciones de Samuel. Habiendo desaparecido él y no disponiendo del efod ni del sumo sacerdote Abiatar, se encontraba Saúl en situación angustiosa por no saber cuál era la voluntad de Dios y cuál el éxito de sus empresas. Al haber desaparecido el don profético en torno a Saúl, por todas partes, y debido a la contaminación con los cananeos y otros pueblos paganos, pulularon los magos et arlólos (2 Re 21:6; Is 8:19), que el texto hebraico llama aboth y yidhonim, nigromantes y adivinos respectivamente. La primera palabra significa literalmente los espíritus de los muertos, o las personas que evocan estos espíritus, que en lenguaje moderno llamaríamos médium. La segunda deriva de la raíz yadah, saber, y de ahí su significado de adivinos, aplicado a los hombres que conocen la ciencia oculta. La Ley prohibía el ejercicio de la hechicería (Lev 19:31; 20:6; Deut 18:11), y Saúl lo había combatido, quizá por anunciarle cosas desagradables, no atreviéndose nadie a ejercerla en público. Por todo el contexto se ve que cada día Saúl se encontraba más solo. En cambio, al servicio de David está Abiatar, sumo sacerdote, con el efod (23:9-10), y el profeta Gad (22:5), que le avisaban en los peligros. Aún más, Dios se había alejado de Saúl y se había puesto de parte de David; el resultado final se vislumbra cada vez más diáfano.
Ante el peligro, Saúl se encontraba solo. El cielo enmudeció a sus preguntas; Jehová no le respondió ni por sueños, medio muy común de comunicarse Dios con los hombres (Gen 28:12; 37:5; Núm 12:6; Jer 23:28), ni por los profetas (9:9), ni por los urim, o suertes sagradas (14:41).Por el texto parece que Saúl había sustituido los urim y tummim que se había llevado Abiatar por otros nuevos (23:6). Viendo que Dios no le hablaba por ningún medio lícito, recurrió al de la evocación de los muertos.
Endor, hoy Endur, se encuentra al pie de la vertiente del Pequeño Hermón (actual Gebel Nehi Dahi). Disfrazado, marchó allí Saúl acompañado de dos hombres. Ante la insistencia de los visitantes, la mujer se prestó a evocar al espíritu que desearan, o, como dice el texto, a hacer subir del sheol al difunto con el cual se quería comunicar. Era creencia general que los muertos habitaban en las profundidades de la tierra (Núm 16:33). No sabemos qué actitud externa tomó la hechicera de Endor al entrar en funciones, ni habla e1 texto de los ritos que puso en práctica, por creer el autor sagrado que eran conocidos de todos, lo cierto es que antes que la adivina comenzara y terminara sus ritos y ceremonias para hacer subir a Samuel, ya el viejo profeta había subido, lo que indica que el profeta, no vino como respuesta a los hechizos de la bruja, cuando ella , ni aun había comenzado a hacer llamar a Samuel, él ya había aparecido. De repente vio la pitonisa una figura que Saúl no pudo divisar y a la que llama elohim. A su vista, la mujer lanzó un grito, por parecerle que del sheol subía un ser extraordinario, semejante a un Dios. “¿Cuál es su aspecto?” preguntó Saúl. Se trataba de un anciano venerable cubierto con un manto, que Saúl identificó inmediatamente. La figura de Samuel impresionó a la vidente, poco acostumbrada a la aparición de seres sobrehumanos, extraordinarios; el que la mujer veía parecía un elohim (Gen 3:5; Jue 13:22; Sal 8:6).El hecho que la vidente grito de sorpresa y miedo, indica que Samuel no vino como respuesta a sus embrujos. El participio del plural alim, establece una diferencia entre este elohim y el verdadero Dios. Saúl no se inmuta al oír este nombre de elohim en boca de la vidente ni se prosterna en señal de adoración. Únicamente cae de rodillas, rostro en tierra, al comprender que el difunto que subía del sheol era Samuel. Pero tampoco este gesto del monarca debe interpretarse de un acto de adoración, sino de respeto y veneración hacia un profeta que él, no obstante las escenas violentas habidas entre los dos, amaba de corazón. Algo digno de reseñar es que el muerto conserva los rasgos externos que le caracterizaban en vida; la mujer le ve, le contempla, en tanto que Saúl oye solamente su voz. Rabi Shlomo Yarji. Considerado como el más excelso comentarista judío de las Escrituras y el Talmud, uno de los más grandes eruditos y legisladores en materia de ley judía así como un experto en lengua hebrea, da tres notas aclaratorias sobre la nigromancia en aquellos tiempos que son dignas de saber.
- La vidente gritó en voz alta, porque ella no lo vio ascender de la forma habitual de las personas que suben a través de la nigromancia, porque cuando uno evoca (los muertos) a través de la nigromancia, ascienden con los pies hacia arriba, mientras éste subía con la cabeza hacia arriba
- El rabino establece que el texto dice: he visto ángeles (elohinos) que suben de la tierra, por lo que Samuel no vino solo. La interpretación rabínica sostienen que junto con Samuel vino Moisés (Hag. 4b (and in Taan.). 4b (y en Taan.).
- La nigromancia de aquellos tiempos decía tres cosas (1) El que evoca los muertos, hasta lo ve, pero no oye su voz. (2) El que pregunta, oye su voz pero no lo ve . Por esto Saul pregunto que cual era su forma (3) algunos no puede ni verlo ni oirlo
Es corriente entre los exegetas (tanto judíos como cristianos) creer que Dios permitió la aparición de Samuel a fin de que profetizara al rey el fin desastroso que le esperaba, castigando así su pecado de acudir a medios ilícitos para conocer el porvenir (Leimbach, Mediebelle). Entre los antiguos existía la convicción de que los muertos gozaban de un merecido descanso en el sheol, que los hombres no podían turbar. En una inscripción sepulcral fenicia, el muerto expresa su deseo de que no se interrumpa su reposo por la nigromancia. Samuel comunica al rey que nada puede hacer en su favor, pues Jehová se ha retirado de él para ponerse al lado de David en castigo de su desobediencia y por no haber entregado a Amalee al anatema de destrucción. Termina Samuel con la escalofriante profecía: mañana, es decir, un día de éstos, tú y tus hijos estaréis conmigo en el reino de los muertos, en el sheol. Allí conviven juntos buenos y malos; la doctrina de la retribución y del castigo en ultratumba fue desarrollándose lentamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario