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Deuteronomio 27: 9 y 10
Luego Moisés y los sacerdotes levitas hablaron a todo Israel diciendo: “Oh Israel, guarda silencio y escucha: Hoy has venido a ser pueblo de Jehovah tu Dios. Escucharás, pues, la voz de Jehovah tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus leyes que yo te mando hoy.”
Ante todo, les rogamos que haga oraciones y peticiones a favor del "Ministerio Mesiánico Tirosh. El ministerio Mesiánico Vino Nuevo. Queremos, además que interceda por la comunidad CONGREGACIÓN DE LOS SANTOS DE B´NEY EL JAY. Ministerios que están haciendo un gran trabajo entre los hijos de Abraham.
En este verso comienza el tercer discurso del Deuteronomio, comienza con la expresión “Habló Moisés” (vaidabér Moshéh). Esta alocución de Moisés que contiene especialmente las bendiciones y las maldiciones, se refiere a la alianza que Dios ha contraído con Israel en las mesetas de Moab, por eso a este discurso se le da el nombre de “el discurso de la alianza”. Hubo tres alianzas contraídas por Dios con los israelitas a) La alianza del Monte Sinaí b) La del tabernáculo c) La de las mesetas de Moab.
El anuncio que va a hacer Moisés y los levitas era de tan alta importancia, que se le pide al pueblo que guarde silencio y que escuche, la expresión es interpretada por el Talmud, como una orden de Dios a hacer grupos y clases de estudios. Porque la Torah no puede adquirirse sino en sociedad. Era una orden de Dios a que escuchara y comprendiera. La reverencia y la atención siempre preceden a la revelación, como dice el rabí Rabbá “primero se estudia y luego se reflexiona sobre ella”. Una vez que Dios ha logrado la atención del pueblo, les dice “Hoy has venido a ser el pueblo de Dios.” Esta afirmación de Dios, de que justo ahora, en los llanos de Moab, los israelitas serian el pueblo de Dios, contrasta con los lazos que ya Dios había fijado con su pueblo cuando salio de Egipto. Éxodo 6:6 y 7 dice “Por tanto, di a los hijos de Israel: “Yo soy Jehovah. Yo os libraré de las cargas de Egipto y os libertaré de su esclavitud. Os redimiré con brazo extendido y con grandes actos justicieros. Os tomaré como pueblo mío, y yo seré vuestro Dios. Vosotros sabréis que yo soy Jehovah vuestro Dios, que os libra de las cargas de Egipto. Mas tarde en el Monte Sinaí Dios repite “Ahora pues, si de veras escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis para mí un pueblo especial entre todos los pueblos. Porque mía es toda la tierra, y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y una nación santa.” Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”. La frase “pueblo de Dios” describe la vocación de Israel y por extensión, de nosotros, pues hemos sido injertados. Israel pertenece a Dios. Ese es el carácter esencial del judaísmo, que muchos han definido como una religión. Nada más incorrecto, Israel es el pueblo de Dios, lo que significa que la entidad social que el constituye, está dirigida, inspirada y gobernada por Dios, bajo todos los aspectos. Las relaciones del pueblo de Israel con Dios, sobrepasan con mucho las de cualquier sociedad religiosa donde Dios no posee mas que los templos y las iglesias, los altares, las parroquias, las casas de los sacerdotes, etc.
¿Por qué aquí precisamente Israel empieza a ser el pueblo de Dios? Porque este fue el día en que la Torah fue explicada en su totalidad, porque era aquí donde el pueblo iba a tomar completa responsabilidad, después de oír las maldiciones y las bendiciones y porque iban a pasar a poseer la tierra. No podían olvidar su vocación ahora que iban a entrar a poseer la tierra. Dios los había llevado a vivir en ese territorio para que vivieran como pueblo santo. Este es el lenguaje y el tiempo de la renovación del pacto, luego de vagar por el desierto treinta y ocho años. Los sacerdotes levíticos hablaron así porque eran guardianes de la ley (cp. 17:9, 18; 21:5; 24:8). La orden de callarse y escuchar se encuentra a menudo en el punto culminante de una ceremonia religiosa (Neh 8:11, 12; Sof 1:7; Zac 2:13; cp. Hab 2:20). Los versículos resumen la relación entre el pacto y la obediencia.
Israel es el pueblo de Dios por muchas razones y lazos. Es el pueblo de Dios en virtud de lo que Dios hizo y ha hecho por ellos. Es el pueblo de Dios, debido a las promesas y votos que los Israelitas, en diferentes tiempos han hecho a Dios. Son el pueblo de Dios, debido a las promesas hechas por Dios a sus padres. Dios los saco de Egipto. Les dio el pacto en el Sinaí. Y a pesar de que el pacto fue roto por el pecado, fue renovado mediante la intercesión de Moisés. Dios guardó el pacto con los hijos, a pesar de haber impedido que los padres entraran en la tierra. Treinta y ocho años vagaron por el desierto guiados por Dios y una vez mas Dios los reúne para que oyeran la renovación del pacto y para que volvieran a hacer votos de obediencia.
Todo esto son figuras para nosotros los cristianos, esto nos muestra a nosotros los muchos lazos por medio de los cuales, los creyentes están unidos al pacto. Por medio de la redención, por medio de la elección personal, por medio de la profesión publica. Venimos a ser del señor, reavivando y renovando nuestra profesión.
Ahora, ese privilegio de ser el pueblo de Dios, entraña una gran responsabilidad. Esto implica una solemne obligación a la obediencia. La frase “Pueblo de Dios” nos recuerda constantemente a nosotros nuestro llamado santo. Sobre nosotros reposa la obligación de ‘sed santos porque yo soy santo” .Por eso el pasaje dice “Escucharás, pues, la voz de Jehovah tu Dios, y cumplirás sus mandamientos y sus leyes que yo te mando hoy”
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