jueves, 22 de julio de 2010

Oposicion a la restauracion ; Nehemias 4


Oposición a la restauración

Nehemías 4:7-9

Pero sucedió que cuando Sanbalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Asdod oyeron que proseguía la reconstrucción de los muros de Jerusalén y que las brechas habían comenzado a ser cerradas, se encolerizaron mucho. Conspiraron todos juntos para venir a combatir contra Jerusalén y causarle daño. Entonces oramos a nuestro Dios, y a causa de ellos pusimos guardia contra ellos de día y de noche.


El capitulo 4 de Nehemías deja muchas lecciones útiles a todos los que estamos trabajando para Dios. Resumámosla a forma de bosquejo, para que sea útil para predicadores y maestros.
  1. Siempre que tratamos de restaurar los muros espirituales, de una iglesia o una vida hay oposición. El trabajo serio de seguro provoca la oposición.
  2. Cuando la oposición no es suficiente y no causa los resultados que el Diablo y sus agentes desean, utiliza el desden o la critica. Como hizo Tobías.
  3. Un periodo de preparación es esencial para el éxito en la obra
  4. La aceptación gozosa de la tarea asignada es un gran elemento de fuerza
  5. El trabajo es un instrumento en las manos de Dios para desarrollar el carácter
  6. La falta de avance y éxito en la obra no es razón suficiente par abandonarlo
  7. El poder de la acción combinada para enfrentar un enemigo común es decisivo.

Los enemigos temían que el resurgir del judaísmo menguara las atribuciones de las gentes del país. El autor indica la idea de reparación por el término aruka, que indica, en sentido propio, la piel nueva que sube poco a poco y cubre la herida (Jer 8:22; 30:17-2 Crón 24:13).
Nehemías, como buen líder, junto con la oración tomó las medidas humanas conducentes a asegurar los trabajos. Tales medidas eran tanto más necesarias cuanto que algunos se desanimaban al contemplar lo mucho que quedaba por hacer. En forma rimada, como un refrán del género de las lamentaciones, unos decían: “A los acarreadores les faltan fuerzas”; otros: “Son demasiados los escombros que se deben remover,” y otros, finalmente: “Por más que trabajemos, no terminaremos la muralla.” No existía ningún complot en contra de Nehemías; únicamente el desaliento asomaba de vez en cuando, apagando el entusiasmo, que constituía la tónica reinante. Los enemigos urdían asechanzas y amenazaban con lanzarse sobre Jerusalén en el momento más inesperado.
Los hombres malos (dice Mateo Henry) procuran obstruir la buena obra, y se prometen alcanzar el éxito en eso, pero la buena obra es obra de Dios y prosperará. Dios tiene muchas maneras de llevar la luz, y de esa manera, reducir a nada las estratagemas y designios de los enemigos de su iglesia. Si nuestros enemigos no pueden asustarnos para apartarnos de nuestro deber, ni engañarnos para que pequemos, no nos pueden dañar. Nehemías se puso bajo la protección divina él mismo y su causa. Fue el método de este buen hombre y debiera ser el nuestro. Todas sus preocupaciones, todas sus penas, todos sus temores puso delante de Dios. Antes de usar un medio, él lo presentaba en oración a Dios.
Habiendo orado, puso una guardia contra el enemigo. Si pensamos asegurarnos por medio de la oración, sin velar y estar alertas, somos perezosos y tentamos a Dios; pero velar alertas sin orar, es ser orgullosos e insolentes con Dios: de cualquier manera abandonamos su protección. El cuidado que Dios tiene de nuestra seguridad debiera comprometernos y estimularnos a seguir adelante con vigor cumpliendo nuestro deber. Tan pronto como termine un peligro, retornemos a nuestra obra y confiemos en Dios nuevamente.

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